El gran eclipse, onírico experimento musical recogido en Cuentos del río colgado, del guayaquileño Hugo Idrovo, fue una de las piezas que abrió la segunda jornada del IV Festival Todas las voces todas, de vuelta en el Coliseo Rumiñahui de Quito, luego de su edición en 2003.

Idrovo hizo gala de su carisma para arrancar aplausos de parte del público que colmó los graderíos y la explanada del recinto. Al final, el ex Promesas Temporales nombró a varias de las mujeres erigidas como símbolos  de la lucha popular obrera y de las gestas libertarias en la historia ecuatoriana: junto a  las Manuelas (Sáenz y Cañizares), mencionó  los nombres de Dolores Cacuango, (Mama) Tránsito Amaguaña, entre otras, y enseguida, tras un grito de “Viva Latinoamérica unida”, dio paso a Inti Illimani.    

La presencia nacional se mantuvo cuando hizo su aparición en escena el integrante ecuatoriano-chileno fundador de la mítica agrupación, Max Berrú, lo cual tornó aún más emotivo el momento musical. Y vino el turno de Alberto Plaza, quien contó con los coros del auditorio haciendo, entre otras, su Aventurera, acompañada de una banda precisa y manteniendo en alto la figura femenina. Cabas, el colombiano, no dejó de lado su conocido estilo: luego de una entrada algo confusa, su potencia vocal y su manejo escénico atraparon a los asistentes con un set más bien rítmico, bailable.

Desde Mi bombón hasta su salida con Bonita, Cabas fue el punto de quiebre en la tónica general, que se había concentrado en la canción social y los procesos políticos vividos en Latinoamérica a partir de la segunda mitad del siglo pasado.

Uno de los momentos más conmovedores de la velada estuvo a cargo de la cantautora estadounidense Joan Baez,  pilar fundamental del movimiento artístico cultural de lucha por el pacifismo en épocas de la guerra de Vietnam, símbolo visible, junto a Bob Dylan, del folk y la canción protesta anglosajona.   

Sobre todo, Baez brilló cuando dulcemente invitó al tablado a la quiteña Margarita Laso para compartir el canto de Gracias a la vida, recordando a Violeta Parra. Desde entonces, su figura elegante, dotada de la ternura de quien canta en un español ingenuo y de quien tiene entre sus referentes latinoamericanos a la Parra y a Mercedes Sosa, apareció en repetidas ocasiones ante el público para recibir vítores y aplausos cálidos.  

Los ecuatorianos de Pueblo Nuevo desplegaron un portentoso performance vocal e instrumental con el carácter ideológico de las luchas en calles y plazas que se vivieron en las décadas posteriores al triunfo de la Revolución Cubana, y a tono con ello, su momento cumbre llegó al interpretar Hasta siempre comandante, de Carlos Puebla.

León Gieco, de pelo cortito, con lentes oscuros y su guitarra, presentó el segundo y más contundente tributo a las mujeres: primero, a capela hizo Cinco siglos igual. Luego, interrumpiendo las continuas imágenes que mostraban la obra de Guayasamín al fondo del escenario, Gieco hizo rodar imágenes de los más dramáticos acontecimientos políticos del Cono Sur en la década del setenta, alternados con escenas del movimiento roquero en Argentina y sus más relevantes personajes.

Después, las mujeres: Billie Holiday, Janis Joplin, Alicia Morou, Angela Davis, Eva Perón, Violeta Parra, Rigoberta Menchú, Frida Kahlo... Y esa mujer que, según dijo, debió haber estado presente, como en la primera edición del festival: Mercedes Sosa recibió el homenaje más hondo, el canto de Solo le pido a Dios...

Lástima que, ya cerca de las 03:00, el trovador Pablo Milanés haya quedado casi solo para cerrar la jornada, cuando más de la mitad del público se había marchado. Quienes quedaron corearon con él y celebraron el inmenso talento de la  voz de un Milanés que, aun cansado, canta como en los sesenta.

Los músicos compartieron escena en varias ocasiones

Luego de la apertura de Idrovo, incluso los participantes de la noche anterior hicieron su aparición para compartir escena: estuvieron Luis Eduardo Aute y Piero, junto a Joan Baez, Pablo Milanés, Alberto Plaza... El encuentro es también un acto de conmemoración de los diez años de la inauguración de la Capilla del Hombre.

Los músicos participantes no cobraron honorarios por sus presentaciones. Los recursos obtenidos serán destinados  al proyecto Yasuní-ITT.