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El grupo Muscaria vuelve a ser convocado luego de un lustro

El Quito Fest pondrá a 10 bandas en escena

Mamá soy demente, Van Fan Culo, Atari Teenage Riot y A.N.I.M.A.L. conforman la cartelera. Foto: Fernando Sandoval / El Telégrafo
Mamá soy demente, Van Fan Culo, Atari Teenage Riot y A.N.I.M.A.L. conforman la cartelera. Foto: Fernando Sandoval / El Telégrafo
11 de agosto de 2015 - 00:00 - Redacción Cultura

En los últimos años, la frecuencia y condiciones en que se realizan conciertos de música que no convoca a un público masivo han variado de formas inesperadas. Hace una década, era difícil imaginar que la oferta llegaría a una presentación semanal o a la consolidación de eventos como la Semana del rock o el Festival internacional de música independiente Quito Fest.

Antes, la expectativa de los seguidores de los géneros musicales que no están en los grandes medios se concentraba en estos shows y en un puñado de ‘tocadas’ que se realizaban incluso en lugares clandestinos. La impronta del Quito Fest, que ha sobresalido por su calidad técnica y capacidad de convocatoria, fue impredecible y más sorprendente aún es el hecho de que, ahora, el cartel que presenta sea blanco de críticas de varios sectores.

Mientras la autogestión sigue siendo el motor de las propuestas de las agrupaciones —igual que la producción de sus discos—, la publicación de las bandas que se presentarán este año en el parque Itchimbía ha estado rodeada de comentarios. En 2014, el festival se postergó por cuestiones de la organización y de la Secretaría de cultura del cabildo quiteño. Esta última estableció la realización del Verano de las artes Quito (VAQ) y eso cambió la fecha habitual del festival para Quito, a fines del año pasado, mientras que la edición más grande se dio en la ciudad de Cuenca (Azuay), el 15 de noviembre. Para este año, el festival se suma a la agenda del VAQ y reduce su programación a una sola fecha, el sábado 22 de agosto, desde las 11:00.

El regreso de los argentinos A.N.I.M.A.L. y el debut en el país de los alemanes Atari Teenage Riot  o la alternativa reggae de Los Pericos parece ser lo más llamativo de la décimo tercera edición del Quito Fest aunque ya se han escuchado voces detractoras. Para el gestor cultural y diseñador gráfico Edgar Castellanos Molina, quien es parte de la organización Música joven, encargada del evento, las críticas no son una sorpresa. “Que el festival será de un solo día y mantener su espíritu, lo más heterogéneo posible, era lo más complicado”, dice y afirma que “(esta vez) se han dejado fuera algunas tendencias, más radicales buscando una pluralidad en la aceptación del público a un festival que ha sido un defensor de la música alternativa en el sentido más amplio del término”.

El pop e indie de grupos como La Máquina Camaleón, Mundos y Sexores sería una de las atracciones del cartel, según Castellanos, dada su convocatoria de una audiencia que no tiene mucho que ver con géneros más pesados como el thrash metal de Testament, los estadounidenses que integraron la lista en 2011. “Me sorprendió la reacción con Atari Teenage Riot: algunas personas, en defensa de los clichés o de tendencias un poco más radicales, no los conocían. Sorprende el nivel de falta de cultura de algunas personas que son fans de bandas, que supuestamente van a conciertos, que están integrados a movimientos culturales y los ignoran. Hay un desfase fuerte para ciertas tendencias globales, que no son asimiladas realmente o que, por la globalización, no han sido digeridas”.

En cuanto al metal, el Quito Fest se hizo un nicho en la memoria de los seguidores con bandas internacionales como Corzus, que integró la cartelera de 2005; Darkest Hour, en 2007; Kraken, 2008; Angra, 2009; Krisiun, 2010; Torture Squad, 2012; entre otros. Esta vez, el thrash y hardcore de Muscaria, Colapso y A.N.I.M.A.L. ponen la cuota pesada, pero no parecen satisfacer el apetito de algunos aficionados a la música extrema. “Algunos (cultores de) estilos más radicales como el death metal o black metal se autosegregan y se meten en un gueto, parece que nada más allá de lo que ellos escuchan es viable o es audible”, dice Castellanos, quien también es compositor e integró la banda Mamá Vudú y ha visto comentarios ofensivos en las redes sociales luego de definir a la decena de bandas que este año integran el Quito Fest.

Contrario a lo que pudiera pensarse, la conclusión de Castellanos es optimista: “El público, en general está ávido de ver cosas en vivo, están felices de que sean gratuitas. El año pasado tuvimos problemas pero, igual, fue mucha gente al festival, en Quito y Cuenca. No se escogen bandas por amistades, esos son criterios reduccionistas y fáciles de decir pero no tienen nada detrás. Este año, incluso por la polémica que se ha dado, creo que habrá más interés y gente. El cartel representa la alternativa que se generó y creció en los años 90”.

Por otro lado, los conciertos en lugares pequeños, con la iluminación justa y una amplificación básica siguen dándose e, incluso, sobrepasan el aforo de algunos días de la última Semana del rock —cuya fecha destinada al ensamble Rock Sinfónico fue la más destacada, con alrededor de 4 mil espectadores en los 2 shows que se dieron en el Teatro Nacional—.

El sábado, por ejemplo, el evento Die in hell III convocó a medio centenar de aficionados al metal pesado en el patio de una casa, en el sector de San Isidro de El Inca. Se presentaron 8 bandas y la entrada costó $ 10, lo cual contradice aquello de que solo los eventos gratuitos pueden sobrepasar sus expectativas de convocatoria. (I)

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