Fernando Falconí crea un universo caórdico
El artista guayaquileño Fernando Falconí (1980) exhibe en la galería cuencana Saladentro Atlas de un país desconocido, una muestra curada por la historiadora de arte Ana Rosa Valdez.
Este atlas presenta una serie de obras que Falconí ha trabajado desde 2006 y que remarcan su interés por apropiarse de imágenes reconocibles como aquellas que sirvieron de sello de productos lácteos pero, al mismo tiempo, constituyen una visión sobre el país que se enfoca en la idea de remarcar la identidad, como en la obra ‘Sísifo’.
Si bien el trabajo del artista guayaquileño está fuertemente vinculado con la tradición del paisajismo en la pintura, también responde a la idea del fotógrafo catalán Joan Fontcuberta cuando dice que en la actualidad hay una polución de imágenes tan grande que el artista debería pensárselo bastante bien antes de hacer una.
Falconí propone la composición de una cartografía, mapas que tienen imágenes de enciclopedias sagradas como las Salvat, o libros que proponen caricaturas de humanos caricaturizados para dar clases de cívica y moral.
Así lo hace en las piezas de su última serie,Tesauro o en la obra ‘Mi pequeño mundo’, en el que usa los personajes de estos libros didácticos infantiles ecuatorianos para ponerlos en una esquina de la cordillera andina, en la que su complejidad se reduce a un cuadro que tiene fábricas en medio de las montañas, en señal de progreso.
Su técnica es la apropiación desde el collage, al estilo de Andy Warhol, pero los universos que crea son únicos. Falconí ‘despedagogiza’ las fuentes del saber para llevarlas a un paisaje político, como en la obra Jardín de sombras donde los volcanes destilan lava de petróleo. En una serie de obras a las que denomina Capitulaciones (foto pequeña) usa elementos naturales como algas y hongos para darles textura en un paisaje que se pierde.
La selección de obras que presenta en Saladentro de Cuenca corresponde a sus trabajos realizados desde 2006. Foto: Cortesía Ricardo Bohórquez
Desde 2006, a Falconí le interesa hacer un ejercicio de traducción de aquellos libros educativos para ubicarlos en un nuevo mapa “ver la imagen que coincide, ubicarla en un ejercicio imaginativo; ahora me siento un poco más caórdico (orden natural y autónomo de un organismo) donde cada cosa encuentra solo su equilibrio”.
Para la curadora de esta muestra, Ana Rosa Valdez, “quien representa un territorio de algún modo lo hace suyo. Esta es la lógica de la cartografía que, al medir y recopilar datos de los distintos lugares del planeta, construye imágenes que permiten apropiarse de tales regiones, primero en el orden de la observación, y posteriormente en una dimensión física, política y económica”.
Falconí usa el paisajismo desde esa lógica moderna que propone representar a la naturaleza como productora de conocimiento científico sobre un territorio, que es al mismo tiempo, una práctica de ocupación y control. En su caso, el control se ejerce desde el caos creado.
El artista toma ideas del autor italiano Antonio Tabucchi cuando escribe Dama de Porto Pin. El escritor hace una apología de la relación con Portugal y de cómo este imperio es llevado a menos, su mitología de gigantes y aventuras, de los monstruos del mar.
De allí surge su serie de Leviatán, en la que usa seres mitológicos que influyen en el orden del mundo, en un modo que parece confuso pero que recurre a una noción sobre el Estado y la necesidad de la sociedad para ordenarse en este marco. (I)