Una feria reunió la diversidad intercultural de pueblos de la Costa
Los pueblos de origen prehispánico de la Costa, los afro e indígenas exhibieron su gastronomía, ritmos, danzas, artesanías y más tradiciones en la primera feria intercultural Tinku, organizada por estudiantes de la Universidad Casa Grande (UCG).
Fue una mañana diferente en la academia. La rutina se rompió con la llegada de comunidades de Sacachún, en (Santa Elena); de Engabao, El Morro, la población Shuar de Naranjal, además de la afroecuatoriana residente en Guayaquil (Guayas).
Frente a la Pirámide Amarilla colocaron stands donde vendían artesanías elaboradas a mano y platos típicos, realizaron rituales y bailes tradicionales que contagiaron a los asistentes.
Juan de Althaus, docente e historiador, señaló que la actividad fue realizada por 35 de sus alumnos, como parte del trabajo final de la materia de Antropología, de la carrera de Ciencias Políticas, facultad de Administración y Ciencia Políticas de la UCG.
“La feria se denominó Tinku porque en quichua significa encuentro y lo que tuvimos en la universidad fue el encuentro de culturas”. Esto se logró con la gestión de los alumnos que visitaron las comunas para conocer las tradiciones de sus pobladores e invitarlos al evento.
“Fue una actividad realizada en alianza con los ministerios de Cultura y Patrimonio y de Inclusión Económica y Social”.
La comunidad afro llegó con 13 representantes de la Asociación de Mujeres Afroecuatorianas Martina Carrillo y de la Cámara Afro de Economía Popular y Solidaria, quienes al son de la marimba bailaron ritmos como la caderona, pollerón y mapalé.
Aída Quintero, presidenta de la agrupación, señaló que participaron con el propósito de difundir sus tradiciones y sus emprendimientos.
“Fue una satisfacción ver cómo los estudiantes compartieron parte de nuestra cultura. Yo llegué en 1965 a Guayaquil, en barco desde el norte de Esmeraldas. Salíamos a la calle y nos costó mucho ir ganando nuestros derechos. Ha sido toda una lucha del movimiento”, dijo.
La comunidad Shuar de Naranjal socializó la oferta turística destacando las piscinas de aguas termales naturales, gastronomía con el tradicional ayampaco de tilapia, danza típica, artesanías y rituales curativos.
Marco Lequi, guía nativo en el Complejo Turístico de ese cantón, señaló que están integrados por 104 habitantes (24 familias) asentadas en 523 ha de tierra, desde hace 44 años, cuando llegaron desde la Amazonía.
“Llevamos 13 años trabajando en el tema turístico Nos visitan unas 200 personas a la semana”, mencionó el líder que lleva una corona de plumas de tucán que lo identifica como guía de la comunidad y largos collares de semillas en el pecho.
La comuna de Engabao se hizo presente con el arroz engabadeño, que es un plato con una diversidad de mariscos. “Nuestra gastronomía es muy variada”, comentó Pedro Tomalá, su presidente.
Destacó la labor del Colegio Intercultural Cacique Tumbalá y del Centro Cultural en Playas, aunque reconoció que falta por hacer. “Hay que trabajar en el rescate de la cultura. Descendemos de un linaje muy fuerte que se enfrentó en un gran desnivel con los españoles”.
El dirigente elogió el desarrollo turístico que se acerca a la comuna con las grandes inversiones económicas, pero también se quejó por la disputa de tierras ancestrales que “protagonizan” grandes poderes económicos. “No hay poderoso a quien no se pueda enfrentar para defender nuestro territorio”.
El profesor Althaus señaló que la feria Tinku quedará instituida en la universidad y se realizará de manera anual, pero será mejorada y tendrá nuevos elementos.
“Ellos (los comuneros de origen prehispánico) tratan de mantener hoy en día lo que queda de su identificación cultural y defienden, como base de ese modo de vida que aún tienen, la propiedad comunal de la tierra”. Se organizan para proteger sus derechos ancestrales y algunos lo hacen mediante el turismo comunal.
La labor de las universidades y las entidades del Estado es apoyar estos procesos, expresó Althaus. (I)