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El Telégrafo
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Están en buenas manos las Obras de Miguel de Santiago

Están en buenas manos las Obras de Miguel de Santiago
16 de octubre de 2011 - 00:00

Entre cristos y santos de ojos vidriosos, cubiertos de pan de oro, se esconden 52 obras pintadas por Miguel de Santiago, artista de la Escuela Quiteña del siglo XVII, que utilizó colores como el cobre, café, dorado y la técnica del claroscuro. Así, recubrió el convento de San Agustín, ubicado en el Centro Histórico, con una ola de arte religioso. La construcción de este convento se inició en 1580 y concluyó en 1650.

En 1653 los clérigos de esta congregación encargaron al artista representar la vida de San Agustín. En cinco años el pintor y sus ayudantes entregaron más de 60 obras de la vida pasión y muerte del santo.

Actualmente existen 52 trabajos que se le atribuyen al pintor. Cuatro siglos después, Rosa Torres es la restauradora encargada de revivir cada imagen y sacarla a la luz como si fuera la primera vez. Rostros, manos, expresiones, todo se esconde bajo antiguas capas de pintura que han ocultado detalles de las obras.

Un riguroso estudio, con fotografías de luz ultravioleta y radiografías, determinó que 44 pinturas plasmadas en lino  necesitaban ser restauradas. La soledad  del convento, sus grandes paredes y el eco que se desprende al caminar, son la compañía diaria de las ocho personas que  tienen en sus manos la tarea de revivir las escenas que plasmó Miguel de Santiago.

16-10-11-cultura-obra2Desde hace un año la paciencia y disciplina se reflejan en cada retoque que los restauradores dan a los cuadros, con extrema precisión. A las cuatro de la tarde  un café  ayuda a calmar el frío que en  momentos entumece sus manos,   pues el resto del día sus ojos se fijan disciplinadamente sobre cada detalle de la pintura.

La recuperación de las obras se divide en dos procesos: conservación y restauración. La primera es  delimitar los problemas físicos y estructurales de la obra, los daños en la tela sobre la cual se pintó y los soportes que  la sostienen. En la etapa de restauración se atienden todos los problemas estéticos y se procede a su recuperación.

Juan Cusco, uno de los restauradores, explica que los anteriores procesos dificultan el trabajo actual. Lleva más de     seis meses trabajando sobre “El nacimiento del Santo”. Dos pinturas no podrán ser recuperadas, pero permanecen expuestas para que los visitantes observen los trabajos que no sobrevivieron al tiempo. “El Santo en extasis sostenido por dos ángeles” es la obra que Karina Noboa tiene a su cargo. “San Agustín enseña retórica” es retaurada por Miguel Bazante.

Un nuevo descubrimiento fue que Miguel de Santiago utilizaba varios pedazos de tela para lograr la extensión necesaria para sus cuadros. Números, signos y letras estaban marcados en el revés de estas telas; se presume que el pintor las recogía de los lugares en donde se enviaban encomiendas.

La profesora de arte Grace Zurita considera que la restauración representa en la memoria social de las personas un ejercicio de reconocimiento con una  historia que aún sigue descubriéndose. El “Traslado de las Reliquias del Santo” es la primera obra terminada. Como ésta, las 42 regresarán a las paredes del convento, envuelto por la nostalgia que le impregnó el tiempo.

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