Estados del cuerpo, estados emocionales

¿Qué motiva a un grupo de 9 jóvenes a buscar entre la gente las emociones que los mueven a diario? ¿Cómo el espacio público es transgredido para romper, con cuestionamientos, el estado de sus emociones y la rutina diaria de los transeúntes? ¿En qué resulta la exploración del sentir de la ciudadanía en relación a las 9 emociones utilizadas en la dramaturgia hindú? Estas serían las primeras interrogantes que surgen al tratar de comprender el ambicioso título del proyecto presentado por el Colectivo Zeta, en su aplicación a los fondos concursables lanzados por el Ministerio de Cultura y Patrimonio en marzo, y que le permitieron a este colectivo iniciar esta aventura de exploración e interpretación con ‘Estados del Cuerpo Ecuatoriano’.

Cinco espacios de la capital, tomados como una muestra universal de nuestro territorio, debido a la congregación multirregional que concentra la ciudad en dispares focos de aglomeración, donde habitan ciudadanos procedentes o descendientes de todas las latitudes de Ecuador, territorio que se intenta retratar desde la perspectiva de la danza contemporánea, el proyecto es dirigido por Xavier Delgado, cuencano de nacimiento, que con esta propuesta de investigación y puesta en escena se hizo acreedor a los Fondos Concursables, retomados este año para beneficio de gestores y productores culturales.

El proyecto parte de una investigación de campo, en la que los mismos integrantes del colectivo se aproximaron a la gente apoyados de un panel lúdico, donde se grafican nueve emociones fundamentales de la técnica Rasa, que determinan el comportamiento humano (amor, felicidad, asombro, paz, enojo, valentía, tristeza, miedo y asco) y cómo cada uno expresa corporalmente el estado seleccionado.

“Por ejemplo, en El Ejido lo que ha ganado fue la felicidad y el enojo, la gente es feliz, pero se siente enojada con respecto a ciertos hechos y situaciones como el volcán, la economía, y eso se ha repetido en los cuatro espacios en los que hasta ahora hemos explorado”, comenta Xavier mientras se prepara un repaso completo de las coreografías realizadas, enfatizando que no se trata de una representación de la literalidad de esos estados de ánimo, sino más bien una investigación de cómo llegar a través del cuerpo, poder expresarlos. “Traducíamos todas las respuestas de la gente a corporalidad”.

Esta iniciativa surge de la constante cuestión de cómo me siento como ecuatoriano y cómo puedo expresarlo a través del cuerpo, el apoyo fundamental para la consecución de este proyecto ha sido gracias al Ministerio de Cultura y Patrimonio, a través de sus Fondos Concursables, el colectivo lleva ya 5 años en actividad y es la primera ocasión que se involucran en la gestión de estos fondos para desarrollar un proyecto específico.

La danza contemporánea, como es el caso de este proyecto, traslada la ejecución de la obra al espacio público, desligándose en una primera instancia de los escenarios tradicionales, habitando espacios para poder constatar las expresiones de los estados de ánimo cotidianos del ecuatoriano y el distanciamiento del individuo con la corporalidad que involucra el estado.

“Al principio pensamos que la gente no se iba a abrir, pero al contrario, mucha gente se abrió completamente incluso para contarnos su vida”. La investigación sirvió también para convertirse en un espacio de desahogo de la ciudadanía.

Cuatro piezas coreográficas se presentarán en los mismos cinco espacios donde ha ocurrido la investigación. Como corolario de la obra, habrá una presentación en la sala de uso múltiple del Ispade, los espacios a intervenirse son: El Ejido (19 y 20 de noviembre), Plaza San Francisco (21 y 22 de noviembre), bulevar de la av. Naciones Unidas (25 y 26 de noviembre), Plaza Foch (27 y 28 de noviembre) y la estación norte del sistema Trolebús (el 1 y 2 de diciembre).

Esfuerzos de este tipo, que buscan incorporar en la memoria de la ciudadanía nuevas sensibilidades, transmutar su lenguaje corporal con sentido crítico y proyectar sus emociones desde su uso cotidiano del cuerpo para interiorizarlas con más conciencia, aunque suene ambicioso, como los del Colectivo Zeta impulsadas por el Ministerio de Cultura y Patrimonio y su política de democratizar fondos no reembolsables, trasladan el arte a la esfera pública, para un diálogo directo con ese transeúnte que por tiempo, espacio o poder adquisitivo, se ve restringido de acceder a los espacios convencionales del arte. (O)