¿Es el periodismo el que siempre pierde?

El escritor italiano Umberto Eco, en su reciente novela Número cero, pone en tensión los vínculos entre empresa de medios, periodista y periodismo. Número cero cuenta la historia de Domani (mañana, en italiano), un semanario que entramará doce ediciones de ‘borrador’ que nunca se publicarán. Para ello se contratará a un director, un jefe de redacción y cuatro periodistas. Todos trabajarán a partir de hechos, intereses previamente establecidos, mas no sobre las noticias reales.

Domani se convierte, así, en una herramienta para su dueño, el Comendatore Vimercate (el mismo Eco ha dicho que se trataría del político y empresario de medios Silvio Berlusconi), quien usará el semanario para chantajear a sus adversarios y hacerse espacio entre los círculos financieros, políticos y de medios tradicionales.

Número cero, que es una parodia del periodismo, provocó reacciones de periodistas quienes se opusieron a que toda la prensa sea una fábrica de mentiras. Y, como simplifica Miguel Ángel Bastenier, “miente el mentiroso, que puede ser periodista, arquitecto o bombero”. Y deja patente una distinción: periodismo no es igual a periodista o a medio de comunicación. Y también aclara que el puño siniestro del poder también puede ser el de la prensa en contra, incluso, de un ciudadano.

No es gratuito que Eco llegara a llamar a la prensa “máquina de fango”. En una entrevista para diario El País dijo: “Normalmente se utiliza para deslegitimar al adversario y desprestigiarlo sobre cuestiones privadas. En la época áurea, si no te gustaba un presidente de Estados Unidos, ya fuera Lincoln o Kennedy, lo matabas; era por así decirlo un procedimiento honesto, como se hace en la guerra. En cambio, con Nixon y con Clinton se produjo una deslegitimación basada en cuestiones privadas. Uno incitaba a robar papeles, el otro hacía cosas con una chica en su estudio. Esta es la máquina del fango”.

Hoy, los programas y suplementos de chismes o crónica roja tienen toda la atención del lector, son la “máquina del fango”. Y es el mismo Eco el que viene, a través del relato sencillo y universal de una novela, a despertar al ciudadano de ese letargo con sus reflexiones.

Eco advierte que es el ciudadano el que debe exigir información de calidad. Así, la defensa de la libertad de expresión, la que atañe al periodismo, tiene que ver con una información verificada, contextualizada y contrastada. Y sobre ella no hay poder que la someta.

Gonzalo Peltzer resume cómo el buen periodismo está sobre las empresas de comunicación y sobre los periodistas: no sabemos si en 100 años habrá diarios, pero sí sabemos que alguien certificará la información; eso será el periodismo, igual que ahora. (O)