Erotismo e inocencia, Egbertito, robo en el box, La noche de Mantequilla y un breve plus
Karina Gálvez, la autora del libro que lleva su nombre con el subtítulo poesía y cantares, viaja dando recitales de sus trabajos, a los que califica de eróticos, y lo son, dentro de una inocencia que más tiene que ver con el canon amoroso de una sociedad reprimida, condicionada por una tradición seudo liberal que trata de ocultar su esencia conservadora. Este erotismo sin sensualidad, que menciona el acto erótico como lo hacen los niños, es decir sin conocerlo, como una palabra sin alma, hueca: significante cargado de culpa y sin significado.
Veamos un par de ejemplos: 1. “Como nuestro amor/Dudo que haya otro./Bello, tierno, fiel./Eterno como pocos/…/Por todo eso y más/ Me quiero a ti entregar/Te doy mi vida entera/ Te amo solo a ti”, fragmentos de un cantar signado por la sujeción a lo canónico amoroso (“bello”, “tierno”, “eterno”, “entrega”, “solo a ti”, “dar la vida entera”) de una sociedad moralista; 2. “Te amé con toda mi alma/Dios sabe cuanto te amé/Te di mi cuerpo, mi alma/Y mi vida te entregué”, estrofa de un poema subordinado al mismo canon del cantar citado. El volumen es bilingüe (español-inglés), lo que acentúa la expresión simple, limitada de los textos, que pueden ser traducidos literalmente.
Esta dimensión doméstica del erotismo es respaldada por un verdadero album familiar de la autora: ella y su entorno íntimo (conyuge e hijos), más la mamá, el papá, el abuelo y hasta un padrino de la madre (¡), al que le decía “papito”, todos avalando la pudorosa incursión erótica de la inocente señora.
Doña Karina dará un recital –erótico, por supuesto- en la explanada del MAAC en el malecón. Valdrá la pena verlo: no es común que se dé una representación de erotismo “blanco” (para todo público, desde ancianos sin apetito sexual hasta niños de pecho).
A la señora Gálvez me la presentó Egberto García, sobrino de Jaime García Calderón, el amigo más grande (pese a su estatura: cae cuan “corto es”) y generoso, que he tenido en la vida, loco “en serio” y de lo más simpático, a quien le rindo este modesto homenaje y espero poder visitar pronto en Buenos Aires, la ciudad que más me gusta de las que conozco, que son “algunitas”, incluidas París, Ciudad de México, Nueva York, Roma, Barcelona, Naranjito, Latacunga y Bucay.
Harto de tanto absurdo, paso a mis meditaciones deportivas, y quedo atónito –quedé atónito, mejor dicho- por el robo que le hicieron al mexicano Juan Manuel Márquez de su pelea con el filipino Manny Pacquiao (un enano que uno no entiende cómo llegó a peso welter habiendo empezado en mosca, sin volverse un tornillo), a quien madreó dándole una lección de boxeo en las Vegas. Un barroco narrador de la tele dijo que “todo el mundo no parpadeó” del asombro al escuchar el fallo (¿no era más fácil decir “nadie parpadeó”?) a favor del “demonio de las Filipinas” (en alusión al “demonio de Tazmania”). Nada qué agregar, salvo que el peleador “joven” tenía 32 años (el filipino) y el despojado 40. Fue un robo del carajo. Y punto.
El interés por el boxeo es duramente criticado. Si las peleas de gallos (no se diga las de perros y las de peces) y las corridas de toros son consideradas “crueles”, muchísimo más lo son las de hombres, en las que dos fulanos se sacan la madre ante un público que goza con la brutalidad que se desarrolla ante sus ojos. Sin embargo, hombres sensibles, incluso exquisitos como Cortázar, gustan de este tipo de espectáculos. Por eso, el autor de Rayuela no se perdió la pelea Monzon-Mantequilla Nápoles, efectuada en París, y hasta escribió un cuento, “La noche de Mantequilla”, que con el agregado de un suceso algo misterioso (que puede ser político o delictivo, me inclino a creer que lo primero) publicó en la revista Cambio (cuya dirección colectiva lo incluía junto a Rulfo, Pepe Revueltas, Pedro Orgambide, Eraclio Zepeda y Donoso Pareja) del primer trimestre de 1976. En este andar de grillo, brincando de una cosa a otra, me he saltado, aún mencionándolo, a Egberto García, es decir, a Egbertito, el sobrino de mi amigo.
Bien, Egbertito, que será promovido con su grupo en Los Angeles (a un paso de Hollywood) por Karina “la erótica”, me regaló un film titulado Recorriendo el Mundo con Egberto & María de Lourdes en Concierto.
En él se muestran Egberto y sus músicos y comprendemos, al oírlos, que Karina Gálvez los lleve a Los Angeles. Son muy buenos. Egbertito es un cantante versátil, con excelente timbre de voz y dominio escénico. María de Lourdes OK, la otra no tanto. El repertorio mundial, un auténtico viaje por el mundo, como anuncia (y ofrece) el título.
Ahora le entramos al breve plus que, ya lo habrán adivinado es futbolero (¿futbolístico?). Comenzó como el bolero de Ravel, monocorde, monótono, repetitivo: lo mal que juega Ecuador como visitante: ¿porque le falta el plus de los 2.800 metros de latitud de Quito? Parecería, pero no me atrevo a decirlo.
Lo cierto es que Ecuador perdió con Paraguay en Asunción por dos goles a uno. En su primer partido le había ganado a Venezuela en Quito por 2-0 y después de Paraguay, también en “la carita de Dios” enfrentó a Perú en un encuentro en el que los del Rimac nos dominaron tácticamente en el primer tiempo y se derrumbaron en el segundo: total 2-0. El plus altitud parecía innegable. Y un elemento a considerar: el jugador ecuatoriano tiene un nivel técnico individual alto. Lo que le falta es eficacia goleadora. Los 14 millones de directores técnicos del país opinan que con Rueda el equipo no rueda.
Pero viendo los otros resultados de la eliminatoria tenemos que aceptar que los equipos dan una de cal y otra de arena, Argentina empata a uno con Bolivia en Buenos Aires y le gana 2-1 a Colombia en Bogotá; Chile es goleado 4-0 en Uruguay y se recupera como local por 2-0 ante Paraguay. Bolivia pierde 1-0 como visitante con Venezuela. Un auténtico berenjenal: el que menos puja defeca un camión en pro o en contra.
¿Paridad o disparidad? En el 2012 que se reiniciará la eliminatoria lo sabremos. A nosotros nos toca como visitantes con Argentina. Ojalá sea disparidad.
Recibí una invitación de la Sociedad de Beneficencia de la Colonia China del Ecuador para conmemorar los 103 años de su fundación y el centenario de la instauración del régimen republicano en China, actos a los que no pude asistir por razones ajenas a mi voluntad, por lo que pido disculpas y reitero mi afecto y vieja amistad al Dr. Alfonso Chum Jurado, su Presidente.