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Enzo Traverso: “Los intelectuales son los que formulan un imaginario colectivo”

Enzo Traverso: “Los intelectuales son los que formulan un imaginario colectivo”
14 de septiembre de 2014 - 00:00

Para Enzo Traverso los intelectuales del siglo XXI deben repensar su rol. En la contemporaneidad el sentido de los sucesos se tiende a la reafirmación del orden establecido por expertos y especialistas. Un ejemplo de eso es el posicionamiento de los economistas en el debate de las ideas. Para Traverso, “los economistas han ganado lugar porque en el mundo de hoy la política está aplastada por la economía. En el caso de la Unión Europea, por ejemplo, quienes deciden la política económica de Francia, Italia y Alemania son el Banco Central Europeo, el FMI, el Banco Mundial”.

Varias de estas ideas repletan las páginas de su libro ¿Qué fue de los intelectuales? En este el italiano analiza el rol del intelectual a lo largo de la historia y advierte sobre el hecho de que el intelectual abdique de la autonomía crítica y la imaginación utópica, se llame a silencio y renuncie a la toma de posición sobre los problemas y las encrucijadas que atraviesan las sociedades contemporáneas en un mundo global.

En una entrevista con el diario argentino La Nación, Traverso recurre al concepto de intelectual como un hombre o una mujer que produce ideas, que trabaja con su pluma o computadora, produce conocimientos, puede crear también  -un escritor, un artista- y que al mismo tiempo toma una posición en el espacio público con respecto a los problemas del conjunto de la sociedad, en el mundo global.

Considera que la intelectualidad de Einstein no se origina en la teoría de la relatividad, sino el hecho de que después de la Primera Guerra Mundial tomó posición sobre el fascismo, la guerra y la paz, y sobre las relaciones internacionales.

En este discurso, Traverso plantea como problema fundamental para la figura del intelectual la caída, la limitación o la abdicación de su autonomía crítica.
Asegura que a diferencia de la minoría que representaban los intelectuales en el siglo pasado, en la actualidad hay un desbordamiento del uso del término, así como una confusión con el trabajo que realizan y su vinculación a la intelectualidad.

Si en el pasado los intelectuales ocupaban un monopolio en la escritura, hoy ser un universitario o un investigador significa hacer cualquier trabajo y no, necesariamente, pertenecer a una élite.

Dentro de los planteamientos de Traverso, la masificación del término intelectual está vinculada con el uso de los medios de comunicación para su construcción.  “Hoy el universo mediático produce ‘intelectuales’ y hay mucha gente que es respetada, que tiene una palabra muy escuchada y cuya autoridad es artificialmente construida por la televisión. “No estoy seguro de que podamos llamarlos ‘intelectuales”, sostiene Traverso.  Como ejemplo plantea el caso de Mario Vargas Llosa. “Si él es escuchado cuando toma posiciones sobre un conjunto de problemas políticos y sociales es porque es una autoridad que está arraigada en su obra”, dijo Traverso reconociendo el trabajo literario de Vargas Llosa y su discrepancia con las opiniones políticas del mismo.

“Los intelectuales son los que formulan un imaginario colectivo y visiones que para existir tienen que estar arraigadas y empujadas por la sociedad. El problema es que la sociedad misma hoy no mira al futuro, no genera utopías, y los intelectuales son el espejo de esta impotencia. Entonces, no se puede pedir a los intelectuales que ‘sobrepasen’ los límites de su época. Esa es la contradicción fundamental del mundo de hoy: es una temporalidad de aceleración permanente con un horizonte cerrado, sin proyección al futuro y sin ninguna estructura prognóstica. Y eso explica también la obsesión por la memoria”, dijo Traverso.

La mediatización y la posición de los intelectuales en el debate debe, desde las consideraciones de este historiador, construir criterios de impacto en torno al crecimiento impresionante y traumático de la desigualdad, de acuerdo a lo que llama la “refeudalización del planeta”.

“Esto amenaza la libertad, la democracia y la noción misma de ciudadanía. En un mundo en el cual la riqueza y la pobreza se desarrollan en formas extremas e incontrolables, no se puede hablar más de democracia, de una comunidad internacional o de un espacio público compartido. Desde el punto de vista social, el mundo regresa al Antiguo Régimen, a pesar de que este proceso tome rasgos posmodernos, con una aristocracia financiera en lugar de la nobleza terrateniente. La defensa del principio de igualdad me parece una causa central, como ya fue en el siglo XVIII para los filósofos de la Ilustración”, aseguró. 

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