La Iglesia de la Compañía de Jesús acogió el pasado viernes al británico James Johnstone quien, dentro del XII Festival de Música Sacra, ofreció un recital para órgano con obras de Johann Sebastian Bach, Johann Pachelbel y Dieterich Buxtehude, compositores europeos del siglo XVI.  

El músico, que lleva 20 años en el mundo de los sonidos y cantos litúrgicos,  realizó grabaciones de Bach en órganos históricos de Europa y en Santa Ana de Velasco en Bolivia, ubicada en América Latina, donde el instrumento tiene 250 años.

Para dar vida a las composiciones de Bach en Quito, el artista británico se apoderó del órgano que reposa en el templo jesuita, que cuenta con más de 1.300 tubos.

Ese órgano emite sonidos dulces, porque pertenece a la clasificación de instrumentos románticos, contó Juan Carlos Pinos, coordinador de la Unidad de documentación y conservación de la Fundación Iglesia la Compañía.

Capaz de llenar todo el lugar con su música, el órgano posee tres teclados. Dos de ellos se encuentran al nivel de las manos, y el otro, frente a los pies del pianista. Fue construido en Estados Unidos en 1888, especialmente para funcionar de acuerdo a la acústica del templo jesuita.

Sobre la parte superior de la iglesia, frente al púlpito, se ubica el órgano. Es decir que los asistentes a los conciertos no pueden mirar a los artistas de forma directa porque están de espaldas.

Para ver al músico se colocó una pantalla gigante que reproducía en vivo al artista.
La iglesia, que posee un estilo barroco mudéjar, estaba casi llena durante la presentación que brindó Johnstone.

Los asistentes en su mayoría eran familias que encontraban en la música sacra y el templo la combinación perfecta para reflexionar sobre el mundo espiritual.

Ese fue el caso del arquitecto Patricio Ríos, quien junto a su esposa disfrutó de las ocho melodías que interpretó Johnstone.

Sin embargo, la pareja recomienda que antes de ingresar al concierto, el espectador se  prepare para hacer una conexión con el mundo espiritual, y así cumplir con la finalidad de la música sacra.

María Fernanda Viteri, junto a su hija de unos 15 años y otros miembros de su familia, acudió al recital. Pese a que es el primer año  que acude al festival de Música Sacra, dice haberse identificado de inmediato con las melodías y los coros que escuchó un día antes en la Catedral.

La familia encuentra en las melodías sonidos diferentes e inusuales, por esa razón decidieron ir a los conciertos.

María Fernanda, de 48 años, también destaca la belleza de la iglesia, un detalle que le permite pensar en los significados de la Semana Santa y encantarse con la infraestructura de los templos.

Francisco Falconí, administrador de empresas de 42 años, en cambio, fue un poco más crítico con respecto a la presentación del espectáculo.

Para Falconí, antes del recital debe existir mayor información sobre el tipo de pieza que se va a tocar y las técnicas a aplicarse, para entender y disfrutar con mayor facilidad las obras melódicas que ofrecen.

“El arte es universal, pero sí hay cosas que  deben explicarse para aprender más de la cultura, en este caso europea, y  ecuatoriana”, dijo sonriente el asistente, quien se retiró casi a mitad de la presentación.

En las primeras butacas estaba totalmente concentrada la cineasta Tania Hermida, y en otras filas se encontraba el escritor, periodista, articulista y pintor Diego Cornejo.

Hoy está prevista la presentación de Chatham Baroque, un trío estadounidense de instrumentos barrocos (violín barroco, guitarra barroca, trioba). El recital será en la Iglesia de la Merced (18:00).

A la misma hora se presenta la agrupación brasileña Capella Paulista, en la Iglesia de la Merced.

El Coro de canto Gregoriano de Madrid hará una exhibición en la Iglesia de la Compañía de Jesús, a las 19:00.

Todas las entradas son gratuitas en las presentaciones del XII Festival de Música Sacra, que finaliza el jueves, y que es organizado por la Fundación Teatro Nacional Sucre, con el apoyo del Municipio de Quito, el Instituto Metropolitano de Patrimonio y Quito Turismo.

Luego del recital de Johnstone, en la Plaza de la Independencia (al pie de la Catedral y a dos cuadras de la Compañía), se desarrollaba una presentación de Jacchigua, grupo folclórico que al ritmo de una banda de pueblo desfilaba con una imagen de la Virgen Dolorosa, los cucuruchos y una decena de indígenas, contrastando así con la formalidad del Festival de Música Sacra.