“En Qué tan lejos ya estaba latente En el nombre de...”
Ya se nota su agotamiento: durante una semana hizo preestrenos en Quito, Cuenca y Guayaquil. Igual se refleja con nitidez en sus ojos emoción y satisfacción por poner en pantalla su última película. Desde el viernes ya se exhibe en Guayaquil, Quito, Loja, Ambato, Santo Domingo, Tumbaco y Sangolquí, Manta, Cuenca, Portoviejo, La Libertad, Machala y Milagro. Y, por lo menos, desde ese día hay colas para adquirir una entrada.
Han sido tres años, según cuenta la directora, de sostenido trabajo, que pasa de la creación a la ejecución de una idea. En ese lapso ocurrieron todas las angustias y tensiones para concretar en la cinta las imágenes que sostienen un discurso narrativo y un concepto cinematográfico.
Esta semana, lo más emocionante ocurrió en Cuenca: se reencontraron los seis niños actores tras un año de haber concluido la filmación, realizada en Yunguilla y Paute. Los seis, más la directora y su equipo de producción, pudieron ver juntos el trabajo final. Abrazos y besos, chistes y anécdotas se cruzaron a cada momento.
Tania Hermida explica que este proyecto fílmico tuvo su empuje en múltiples reconocimientos ganados desde su primera etapa, pero ante todo las ganas de hacer una obra artística para dialogar entre todos sobre un tema polémico.
Concluido este estreno, ¿piensa ya en otro proyecto?
Ahora estoy en la etapa de terminar el estreno nacional y luego los lanzamientos internacionales. Una vez que pase esa etapa, supongo que aparecerá otra vez el “bicho”.
¿Cómo fue el preestreno en Guayaquil, en MAAC Cine?
Era el último que se realizaba antes del estreno oficial del viernes y creo que fue muy cálido. La gente estuvo muy emocionada, conecta mucho con la película y le remite a cosas de su propia historia, quizás. Fue un estreno muy lindo. El equipo de producción, incluyéndome, está muy contento.
¿Fue muy distinto al del pasado martes, en Cuenca, donde se reunieron los seis niños actores?
Me atrevería a decir que fue el estreno más conmovedor porque los niños se volvían a ver al año (unos son cuencanos y los protagonistas, de Quito). Recién ahí se dieron cuenta de toda la dimensión del trabajo que habían hecho como actores, toda la significación de su personaje. Es una experiencia única que, siendo tan chiquitos, puedan verse encarnando a personajes complejos contando una historia compleja con sus vocecitas y sus gestos.
¿Por qué decidió trabajar con niños en su segunda película?
Creo que lo difícil fue encontrar a los niños porque, obviamente, no hay en Ecuador una tradición actoral o escuelas, menos para niños. Una vez que los encontramos, me atrevo a decir que el trabajo fue igual o más fluido que con un adulto, porque ellos ya entraron en el juego y comprendieron sus reglas, entendieron cuál era su rol, hicieron aportes al guión, es decir, creo que, a partir de la segunda semana del rodaje, teníamos ya profesionales en el set.
Después de merecer un fondo concursable del CNCine, ¿cómo se consiguió el presupuesto?
La primera ayuda fue en realidad para desarrollo del proyecto que recibimos del fondo holandés Hubert Bals, luego aplicamos y ganamos el fondo del CNCine para apoyo de producción, luego aplicamos y obtuvimos un fondo de Ibermedia. Ganamos el importante premio suizo Visions Sud Est de Apoyo a la Producción para empezar con el levantamiento de financiamiento vía auspicio, cuando se sumaron el Municipio de Cuenca, Ecuavisa, la fundación Cimas del Ecuador, TAME y varios auspicios pequeños, significativos para la producción.
Luego obtuvimos el apoyo de la empresa alemana The Match Factory, un puntal importante para nosotros porque ellos adquirieron los derechos internacionales de venta de la película, son sus representantes internacionales. Esa empresa adelantó un monto para la producción, lo que es fundamental, que será recuperado con las ventas. Para la posproducción conseguimos apoyo del Municipio de Quito, un fondo pequeño para distribución del CNCine y un auspicio del Ministerio de Cultura para hacer el estreno. Esa es la etapa cara, en el caso del cine, que a uno lo agarra, como productor, ya completamente endeudado.
¿Por qué cree que la historia haya calado tanto en Europa?
Creo que el proyecto como tal tenía mucha fuerza, más allá de la anécdota que cuente la película. Primero por el aval de Qué tan lejos, lo que nos proponía como una productora con un camino ya recorrido; y segundo, porque el guión en sí mismo, pienso, tiene una resonancia universal, aunque cuenta una historia muy local: una historia de niños que de algún modo están confrontados a distintas ideologías es algo que creo que ha sucedido en el planeta entero, no solamente en el país. El premio del CNCine es también un aval importante para obtener más fondos.
¿Cómo da con la historia?
Estaba de algún modo latente -incluso antes de hacer Qué tan lejos- la idea de una niña, una protagonista sobre todo, cuyo nombre está en disputa, en donde de algún modo la familia no se pone de acuerdo en cómo debe llamarse y, por lo tanto, quién es ella. Una reflexión mía sobre el tema de la identidad como algo que se construye, se hace sobre la marcha, no como algo que se hereda o algo que se descubre. Terminada Qué tan lejos y fuera de la Asamblea Constituyente dije: “Ahora sí me siento a escribir”, y esa fue la historia que desarrollé.
¿Cuánto tiempo le dedicó?
El proceso de escritura comenzó en 2009 y para marzo de ese año tenía una primera versión para levantar fondos y aplicar a concursos. Durante el tiempo que se demoró en concretarse la producción seguí haciendo borradores, trabajando, puliendo y luego ya, en los ensayos con los actores, también. La primera versión estuvo para mediados de 2009.
Algunos dicen que la niña muestra un comportamiento demasiado adulto y con un conocimiento político fuerte, ¿era necesario definirla así?
Claro. La historia habla justamente de cómo una niña de 9 años puede tener un discurso que no es suyo, que de algún modo ha tomado de su padre y que repite. En ese sentido, sí era importante, para mí, que se sienta justo que es una niña hablando como adulta y cómo a lo largo de la historia más bien se va convirtiendo en niña.
¿En qué momento supo que la actriz Eva Mecham Benavides era la indicada para el papel?
Casi siempre sucede que, en los actores que tienen talento natural, desde el primer casting uno puede ver que alguien tiene condiciones. Obviamente para un personaje tan complejo teníamos que hacer varias pruebas, ya en el segundo casting hablamos con los padres y les dijimos: creemos que los niños tienen condiciones y queremos que ustedes sepan cuáles serían los compromisos que adquieren en caso de que acepten que los menores sigan las diferentes etapas. Ya en la tercera prueba definitivamente dijimos: estos son los niños, porque no solo hacían lo que nosotros les proponíamos, sino que proponían cosas y demostraron que tenían toda la madera que se necesita para ser actriz y actor.
¿Cómo era el rodaje con 6 niños?
El ritmo de rodaje es duro y ellos sabían que hay que despertarse a las 05:00 o 06:00 para estar listos para rodar a las 07:00. Tenían una niñera que trabajaba con ellos, de modo que el despertar no sea muy brusco, que tuvieran el tiempo necesario para alistarse y luego llegaban al set, desayunaban con todos nosotros y seguían su rutina como profesionales; iban a su sala de maquillaje, a su sala de vestuario y estaban listos en el set cuando los llamábamos, intentamos que no tuvieran más de cuatro o cinco horas de trabajo seguidas, pero para la protagonista eso era muy difícil porque está en casi todas las escenas. El rodaje de todos concluía a las 17:00, pero ellos tenían horas de juego a lo largo del día.