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El Telégrafo
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Ha escrito sobre líderes y guerrilleros latinos, como el subcomandante marcos, fidel y chávez

“En ningún continente hay guerra mediática como en América Latina”

Ignacio Ramonet, Doctor en Semiología e Historia de la Cultura (Ecole des Hautes Études en Sciences Sociales, París). Experiencia. Laboral: Catedrático de Teoría de la Comunicación en la Universidad Denis-Diderot. TOMADA DE TVPUBLICA.COM.AR.
Ignacio Ramonet, Doctor en Semiología e Historia de la Cultura (Ecole des Hautes Études en Sciences Sociales, París). Experiencia. Laboral: Catedrático de Teoría de la Comunicación en la Universidad Denis-Diderot. TOMADA DE TVPUBLICA.COM.AR.
27 de mayo de 2014 - 00:00 - Pablo Falcone - Tomado de Cronicon.net

Ignacio Ramonet analizó durante el Encuentro de Medios Públicos de América Latina, realizado recientemente en Mar del Plata (Argentina), la difícil relación entre el sector público y privado en los medios de comunicación latinoamericanos.

El director de Le Monde Diplomatique es una voz escuchada en el periodismo mundial. Su obra habla de la influencia de los medios en la sociedad y la presión ideológica que ejercen las nuevas tecnologías. Entre sus trabajos se destacan La tiranía de la comunicación e Internet, el mundo que viene. Su experiencia lo lleva a hacer un duro análisis del futuro de la profesión.

¿Los gobiernos progresistas Latinoamericanos han producido cambios en la comunicación?

Claro. Lo que estamos viendo no ha ocurrido nunca. Históricamente, los medios en Latinoamérica son esencialmente privados. En algunos países de la región ni siquiera hay televisión pública. En otros hay, pero poco desarrollada. La mayoría de estos gobiernos neoprogresistas han alentado el desarrollo de la televisión pública presentándola como una alternativa posible a los programas tradicionales del sector privado. Esto es nuevo.

¿La única novedad es este desarrollo de la televisión pública?

También es nuevo que el sector privado no lo ha aceptado, y se ha desencadenado una especie de guerra mediática, que es la característica principal de América Latina. En ningún otro continente hay una guerra mediática como la hay aquí: frontal. Los medios privados llevan a cabo no solo una campaña en el interior sino también a nivel internacional, acusando a los gobiernos de toda clase de crímenes y a veces hasta organizando modos de crítica que pueden alcanzar el carácter de golpe de Estado mediático como el que se le hizo a (Hugo) Chávez en 2002. Entonces, los medios juegan un papel muy importante. Ya lo habían jugado en otro aspecto, como El Mercurio en los años 70 contra Salvador Allende.

¿Hoy los medios actúan de igual manera que en los 70?

Hoy la diferencia es que son grupos mediáticos importantes y muy asociados, y no solo periódicos de papel. Y además, asumen un rol político. Entonces, hay grupos que son, a la vez, políticos, económicos, empresariales e ideológicos, y que tienen gran apoyo internacional, como el de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) o de la gran prensa internacional.

En el contexto de esa guerra entre medios públicos y privados, ¿cómo hacen los públicos para no ser un órgano de propaganda oficial?

Normalmente, el medio público es del Estado y no del gobierno. Es decir, es un medio que no depende de la publicidad ni las empresas anunciantes: un medio que tiene más libertad, ya que vive con una subvención del Estado, que en principio deja a los profesionales hacer la información de la manera más profesional posible.

¿Qué significado cree que le dan los ciudadanos a esta situación de los medios públicos?

Es una garantía para el ciudadano, porque no recibe solo información elaborada en función de una empresa o de anunciantes que pueden tener sus intereses; está recibiendo información elaborada por profesionales que no tienen condicionantes. Eso es lo ideal.

¿Pero lo ideal ocurre?

Prácticamente no ocurre en ningún país. En Europa hay sectores públicos importantes. El modelo que se presenta en general es la BBC en Inglaterra. En todos los países europeos hay un debate para saber si el gobierno influye en las televisoras públicas. Ese es un debate admitido, porque los profesionales pueden defenderse. Además, esas televisoras públicas no están dirigidas, en general, por el gobierno, sino por un consejo audiovisual que crea una separación entre el gobierno y la televisión pública.

¿Este modelo europeo es exportable a América Latina?

En América Latina la situación no lo permite, porque el debate está planteado en la existencia o no existencia de la televisión pública. Por eso, la televisión pública se defiende y como solo el gobierno quiere que haya televisión pública, hay una identificación entre la televisión pública y el gobierno, cualquiera sea el país.

¿Es lógica esta identificación?

Sí. El sistema quiere pervivir, mientras el sector privado quiere que no existan los medios públicos, o que se mantengan como una cosa atrofiada que sirva solo de testimonio, pues los ve como rivales en términos de competencia y sobre todo, rivales ideológicos en términos de influencia.

¿Los medios públicos se deben preocupar por la audiencia o por la calidad y el nivel cultural?

A veces el interés de un programa se juzga en términos de audiencia. Se dice que si tiene 4% de audiencia no es bueno. Eso no siempre funciona. Un programa puede tener poca audiencia y ser muy importante aunque exista solo como testimonio. La audiencia es un termómetro que utiliza el sector privado porque le es fundamental: la publicidad llega según la cantidad de espectadores de un programa. Además, a través de ese número, se fija el precio de la publicidad. La televisión pública debe tener en cuenta la audiencia, pero no debe ser determinante.

¿Cuál debe ser el rol del periodista cuando la subsistencia de algunos formatos de comunicación son una gran interrogante?

El periodista debe defender un ámbito que le permita realizar su trabajo con la mayor libertad y la mayor capacidad de expresarse. Esa característica no existe en el sector privado, que exige un tipo de información espectáculo. Hoy, en esta crisis, si quieres hacer una información seria, documentada y trabajada, no te lo permite el sector privado. En cambio, el sector público sí te lo puede permitir, pues trabaja con más serenidad.

En El periodismo del nuevo siglo dice que la profesión está en vías de extinción. ¿Aún se profundiza?

Sí. Hoy están desapareciendo los periódicos de papel. Los diarios del mundo están en crisis porque hay menos publicidad. Para el periodista es cada vez menos viable vivir de su trabajo. Es un milagro que aún los periodistas sean pagados, pues ya muchos medios no lo pueden hacer. ¿Qué va a ser del periodismo?

¿Qué va a ser?

Se está poniendo más complicada la cosa para los periodistas. Ahora hay iniciativas nuevas que surgen de algunos millonarios que hacen mecenazgo periodístico y crean en la web periódicos para que los periodistas puedan trabajar o crear las posibilidades para que hagan una investigación que a ellos les interesa. De todas maneras se parte del principio de que una democracia sin prensa libre no es una democracia.

En ese texto también habla de la revolución tecnológica. ¿Hacia dónde va el periodismo?

Nadie lo sabe. Lo que sí podemos decir es que la sociedad necesita información. Si encontramos la respuesta a la pregunta “¿quiero saber lo que está pasando?” habrá buen periodismo, y ese periodismo tiene su sitio en la sociedad.

¿Hoy se garantiza la posibilidad de hacer ese buen periodismo?

El problema es que no existe ningún modelo económico que lo garantice. Todos queremos saber lo que pasa pero no estamos dispuestos a pagar para saberlo. Hoy hay más necesidad que nunca del buen periodismo, pero no hay recursos para hacerlo.

En El periodismo del nuevo siglo le exige responsabilidad a la audiencia para informarse. ¿Cree que las audiencias se han perfeccionado?

El televidente a veces dice que la información está mal hecha y que no entiende lo que está pasando. La pregunta es “¿qué hizo para entender?”. Si la respuesta es “me senté en mi sillón y vi el telediario, pero no conseguí hacer una síntesis de lo que vi”, evidentemente la respuesta es mala y perezosa.

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