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Al menos 4 espacios se inauguraron durante 2014 en el puerto principal

“En momentos de crisis hay deseos de crear”

La propuesta de Microteatro es presentar obras de hasta 15 minutos, como Gatitos con Luciana Grassi (Foto). Foto: tomada de microteatro gye
La propuesta de Microteatro es presentar obras de hasta 15 minutos, como Gatitos con Luciana Grassi (Foto). Foto: tomada de microteatro gye
26 de enero de 2015 - 00:00 - Redacción Cultura

El teatro en Guayaquil dejó de estar en el teatro. La vida escénica de la ciudad ahora tiene menos butacas, menos telones y la acción no guarda distancias con el público. No solo se trata de teatro independiente o alternativo. Son nuevas formas de ver el teatro, de experimentar con él y sobrepasar la barrera del público y el mito de su indiferencia.

Aunque los espectadores vean solo los resultados, la dilatación del cuerpo teatral de una de las ciudades más calurosas del Ecuador no empezó en este invierno.

Para Jaime Tamariz se trata de resistencia. El teatro desde la escena independiente, o alternativa, tiene hoy buena resonancia por el trabajo que iniciaron los grupos teatrales de los 80, a pesar de las rupturas que percibe los límites experimentales que los distancian de la nueva generación de actores que hay en la ciudad con su forma de hacer teatro. De lo que no hay duda es que su consolidación en la ciudad se infla de espacios con el calor que dejó el 2014 desde la escena independiente: se formaron al menos 4 nuevos espacios.

El grupo de teatro Muégano, dirigido por Santiago Roldós, por ejemplo, inauguró su Casa Teatro. La Compañía Teatral Daemon empieza a darle movimiento a su oficina con la inauguración del espacio Microteatro, donde proponen trabajar obras de hasta 15 minutos y salir del ‘estándar’ de respetar el orden de las butacas para sentarse en el piso con una cerveza o una copa de vino si el espectador lo considera necesario.

La Casa Cino Fabiani, que venía funcionando hace 5 años, como plataforma para las artes escénicas y visuales retomó su cartelera  (calle Numa Pompilio Llona, en Las Peñas) y como sacar el teatro del teatro no les basta, este año piensan aventurarse a hacerlo en invierno, fuera de la temporada teatral de la ciudad.

A ellos se sumó la Casa Clandestina, espacio dirigido por Carolina Piechestein y varios grupos performáticos, que sin tener un espacio fijo, proponen un acercamiento a su trabajo desde cualquier bar de la ciudad.

Según Roldós, “Muégano Teatro nació desde 2003-2004, cuando elegimos asumir con placer nuestra pertenencia a ciertas tradiciones del teatro latinoamericano de grupo, relativas a la creación de espacios para la disidencia, entre otras cosas en contra de la mercantilización de la vida y del propio teatro”.

Los propósitos de tener casa propia se demoraron 10 años, básicamente porque el ITAE se cruzó en su camino “nos sedujo pese a sus adversidades: no fue precisamente por dinero que desde 2005 a 2010 dirigimos ahí el Laboratorio de Teatro, en la época más dura de supervivencia de la institución”, dice.

“En momentos de crisis política, de sentidos y de confianza en las instituciones hay deseos de crear, es una búsqueda”, dice Denise Nader, una de las directoras de la compañía teatral Daemon y la figura tras varias de las adaptaciones que han presentado.

Nader recalca que no solo hay un problema de las instituciones que ahora están polarizadas y politizadas. Los espacios que se abren para el teatro en la ciudad tienen como motivación a “gente que quiere seguir haciendo lo que hace a pesar de no tener presupuesto. Hay propuestas que no son tan serias pero ¿Cuál es el peligro de una propuesta que no es seria? No hay riesgo mas que no te vaya bien. El riesgo es para el que se expone”.

Alejandro Fajardo, actor, cree que sacar el teatro del teatro está bien, pero esos espacios deben tener sentido teatral, ese cuidado de tratar de llegar con la obra. “Me parece que el teatro no debe tomar el teatro tan light. El hecho de querer hacer teatro y que se pueda hacer donde sea, nunca debe alejarse de la magia del teatro”, dice Fajardo a lo que agrega que hay muchas barreras con la vieja guardia.

"Se cuidan mucho de los otros. Creo que son muy cautelosos, manejan una identidad, una estética y creo que la nueva generación de actores  está de alguna forma arriesgando. Pero para arriesgarte a experimentar debes pasar por lo tradicional. El teatro callejero tiene un identidad teatral, una etiqueta. Creo que eso es fácil perderlo si no se respeta. Si muchos de los jóvenes comienzan sin esa etapa, los experimentos y propuestas se diluyen muy fácil”, agrega el actor

Pero una de las circunstancias que también afecta al desarrollo teatral es la falta de dramaturgos. Denise Nader considera que el trabajo de la dramaturgia es esencial y ese parece el último eslabón del reconocimiento. “No se habla del trabajo de dramaturgia. Siempre el protagonista es el actor. Y eso es responsabilidad de los medios porque ahí hay un trabajo arduo. El trabajo de la dramaturgia debe entenderse como un proceso. Y, a partir de eso, se debe comentar, desde los medios, con el lenguaje del teatro para que el espectador lo entienda y disfrute más”.

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