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El Telégrafo
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En Microteatro, todas las emociones habitan la misma casa

Desde una pequeña sala de muebles turquesas, tapetes verdes y naranjas con un incendiado tapiz de girasoles en la pared y una iluminación tenue, inicia la función de Cena para dos. Se trata de una comedia negra – poco– romántica.
Desde una pequeña sala de muebles turquesas, tapetes verdes y naranjas con un incendiado tapiz de girasoles en la pared y una iluminación tenue, inicia la función de Cena para dos. Se trata de una comedia negra – poco– romántica.
08 de mayo de 2015 - 16:20

Este mes la programación sigue planteando comedias y actuaciones experimentales en las que el actor vincula al público. El miércoles se estrenaron VolaDOS, con la actuación de Alex Vizuete, Gerson Quinde y Doménica Menessini, bajo la dirección de Victor Araúz. También se estrenó Nada con la actuación de Jenniffer Cabezas. En diario EL TELÉGRAFO visitamos varias obras la semana pasada. Algunas están en su última semana de funciones.

 

Desde una pequeña sala de muebles turquesas, tapetes verdes y naranjas con un incendiado tapiz de girasoles en la pared y una iluminación tenue, inicia la función de Cena para dos. Se trata de una comedia negra – poco– romántica.

 

Alejandro Fajardo y Priscila Negrón son la típica pareja que decide avanzar a una cita luego de un efusivo encuentro provocado por el exceso de copas en una discoteca. En la sala, con una tenue luz encendida y un tapiz de girasoles de fondo, las emociones no llegan al mismo punto. Ella ha tenido unos seis o más defectos detectables y aunque él lo ha preparado todo para la cena, ni el vino rojo, ni el blanco son de su preferencia. Lo suyo es el vino espumoso rosado. Él tiene que salir a comprarlo a la tienda más cercana. Los quince minutos de esta obra transitan en la cotidianidad de descubrir al otro y verlo menos perfecto que en en el primer encuentro. Verlo de lejos es para no parar de reír.

 

En Los daños que causa el tabaco – que lamentablemente, solo estuvo hasta la semana pasada– Bernardo Menéndez interpreta un monólogo del médico, dramaturgo y escritor ruso Anton Chejov, dirigido esta vez por Virgilio Valero.

 

En una suerte de miniteatro en el que la gente se concentra sin menores expectativas a escuchar una charla sobre “los daños que causa el tabaco”, Menéndez sortea el diálogo trágico y deprimido de un hombre que vive tras la expectativa de las decisiones de su esposa con la paradójica risa que – en ocasiones– causan la desgracia ajena. Todo, lo que en apariencia, estaba dirigido a un público que va a escuchar sobre lo terrible que puede resultar fumar se trastoca, la conferencia se transforma en una confesión: la de sus miserias, la de sus debilidades y la de una vida siempre postergada.

 

Mudar de pies interpretada por Itzel Cuevas es la variación de la humanidad desde su forma de asentarse en el mundo: los pies. En la oscuridad, entre zapatos colgados que han perdido su utilidad, la protagonista se cuestiona por qué debe de ajustar sus pies a un molde. El entorno es oscuro y todos los zapatos, esos moldes de caucho y a veces incómodos, que en algún momento ha usado están sobre su cabeza. Su tarea es ordenarlos, limpiarlos hasta que en el diálogo con sí misma descubre que puede librarse de la rutina y hacer lo que siempre quiso...

 

Cuevas interactúa con el público sin incomodarlo, lo hace parte de sus cuestionamientos y les pide también colgar sus zapatos hasta que ella ya no los necesita.

 

¿Aló? ¿Dos voces humanas? es un monólogo en dos tiempos. Elena Gui protagoniza el primero. La luz que cae sobre ella en su pequeño espacio resplandece el rosado de su tocado y su coqueta la hace lucir más blanca. Está frente al espejo hasta que recibe una llamada, se emociona por la salida que le proponen del otro lado de la línea, se plantea las posibilidades que tiene la cita de extenderse o de ser demasiado corta. Se preocupa demasiado con las posibilidades hasta que decide dejarlo pasar. El teléfono vuelve a sonar y todo lo que pensó fue en vano.

 

De pronto la luz se vuelve tenue, los colores que viste Marina Salvarezza son opacos, el espejo en el que se reflejaba la primera protagonista ya no está. Tampoco el tocado, ni las cremas que usaba para sentirse mejor con su apariencia. Es su cumpleaños y está sola. Llama a su mamá e intenta convencerla de que no quiso que estuviera en ese asilo. La invita a celebrar con ella, pero del otro lado de la línea la propuesta no tiene sentido. La protagonista de este monólogo está sola, definitivamente.

 

La propuesta es conmovedora. Las dos actrices parecen ser el reflejo de una vida, la proyección de las preocupaciones. El espejo se convierte en una elipsis.

 

Dato: Las funciones son de miércoles a viernes a partir de las 19:00.

 

El valor de la entrada es de $ 5 en cada función.

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