En la Natya, el cuerpo es una ofrenda sacra
Nueva Delhi.-
En la India, en Asia, la danza o Natya es más que una representación artística de tradición milenaria, su significado equivale a una ofrenda sagrada a los dioses.
El movimiento sincronizado de brazos, cabeza y ojos semeja al mecanismo de un reloj provocado por los bailarines deja al más avezado de los espectadores sin aliento.
Dos bailarinas ataviadas con sus respectivos saris, uno rojo y el otro verde, suben al escenario del Centro Cultural de Delhi para exponer diferentes danzas tradicionales, cuya unidad fundamental está basada en patrones básicos de expresión.
La Natya involucra canto, música, teatro y otras disciplinas, imbricadas en una especie de síntesis entre filosofía, música, escultura y literatura.
Los bailes tradicionales de la India son varios: Bharata Natyam, Kathak, Kathakali, Odissi, entre otros. En esta ocasión, las bailarinas hacen alarde del Bharata Natyam, una elegante forma de danza del sur de la India que, desde tiempos inmemoriales, ha sido la práctica religiosa considerada el modo de culto más agradable a los dioses.
Sus principios fueron descritos por el sabio Bharata Muni en su texto Natya Sastra, que se remonta al siglo II a.C.
Ese tipo de arte y sus tradiciones fueron desarrollados en los entornos sagrados de los grandes templos del sur de la India por las bailarinas llamadas Devadasis, consagradas a los templos y dedicadas a danzar durante los rituales de las ofrendas.
Ellas mostraron una devoción singular al propagar tal manifestación de generación en generación, aunque la tradición se fue perdiendo con el paso del tiempo.
El luchador hindú por la independencia Krishna Iyer desempeñó un papel fundamental al fundar la Academia de Música de Chennai, la cual consiguió llevar a los escenarios el Bharata Natyam, combinación de Bhava (emoción), Raga (melodía) y Tala (ritmo).
La práctica del Bharata Natyam implica que las mujeres y los hombres consagrados a tan singular arte dediquen su vida al estudio minucioso de pasos, gestos de manos y miradas, cuyos movimientos se denominan adavus.