Viernes 15 y sábado 16 de junio, eran las 21:00, la sala del Centro Cultural Sarao empezaba a llenarse para la presentación de la obra cómica “Es un buen tipo mi viejo RELOADED”, interpretada por el director y fundador del espacio y del grupo homónimo de teatro-danza, Luis Mueckay, en la piel de Manuco. Antes de esto, salas llenas, del 30 de mayo al 2 de junio, para celebrar el sexto aniversario de la Fundación Narices Rojas, y una audiencia de al menos el 60% o 70% de la sala (acogía a 120 personas) para las presentaciones del unipersonal “Torunda” de Raquel Rodríguez, el 8 y 9 de junio, y la primera tarde de Cuentos para niños narrados por niños de la Sub 12  y Sub 16 de Un Cerrito de Cuentos, a las 16:00 del pasado 3 de junio.

Narices Rojas, Sarao y la Corporación Cultural de Ángela Arboleda, responsable de los narradores orales infantiles, mantienen una alianza para ofrecer a la urbe espectáculos escénicos de manera sostenida. A la par, la alianza de Corporación Zona Escena y los teatros Centro de Arte y Sánchez Aguilar hacen que éstos se rebosen de gente con el festival Fragmentos de Junio, sin olvidar las funciones de la obra “Arte”, dirigida por el ecuatoriano Jaime Tamariz, en la sala ubicada en Samborondón.

En la Casa de la Cultura, Núcleo del Guayas, Bernardo Menéndez está enfocado en presentar obras de pequeño formato y unipersonales en la reinaugurada sala Demetrio Aguilera Malta, con directores invitados y en alianza con Teatro Ensayo Gestus, sin descuidar el Teatro José Martínez Queirolo.

Arboleda explica que la creación de cualquier espacio cultural o artístico en la ciudad provoca emoción, ganas de aportar; expectactivas. Y el Teatro Sánchez Aguilar provocó todo esto. Añade que las demás salas continuaron su trabajo, puesto que cada lugar ha logrado ya construir su espacio, su público, su tipo de programación, sus formas de difusión y financiamiento.

Empezando por los costos del Teatro Sánchez Aguilar, ya ese espacio construyó su propio público, que, dice Arboleda, obviamente no será el mismo de la Casa de la Cultura, que por ejemplo tiene espacios de $ 1; o Sarao, cuya entrada más cara es de $ 15. “Entre todos hacemos un circuito que da vida al mercado cultural y que mantiene vivo el quehacer escénico. Todos somos necesarios”, puntualiza la narradora oral.

Guayaquil mantiene a la siempre activa sala Teatro del Ángel regentada por Oswaldo Segura y su elenco cómico del Grupo La Mueca. El Ángel en coproducción con Crearte Espacio Cultural, del actor y director Mauro Guerrero, mantiene en cartelera una adaptación de Aristófanes, “Huelga de piernas cruzadas”, que produce el también hombre de teatro Marcelo Gálvez.

Guerrero, codirector de dicha adaptación con Lysis Angelelli, recalca que esta obra es un proyecto que se gesta  desde hace algunos meses. “Felizmente, en la difusión, contamos con el apoyo de los medios. De la recepción del público da fe el hecho de que se tenía previsto hacer 6 funciones en dos fines de semana y se hicieron ocho presentaciones, en una sala (del Ángel) con un aforo promedio de 160 espectadores”.

Guerrero agrega sobre el Teatro Sánchez Aguilar que espera no tenga como objetivo solo competir con las otras salas (lo cual no es “malo” porque obliga a las salas a revalorizar su posición frente a la sociedad, prestar mejores ofertas económicas a los gestores culturales, implementar una mejor infraestructura en sus espacios, etc.). “Espero que no sea solo un efecto mediático la mucha o poca asistencia a los espectáculos brindados, los cuales no han tenido la calidad que se esperaba. Un espectáculo extranjero, aunque haya tenido éxito en su lugar de origen no va a recibir, necesariamente, la misma recepción del público”.

El Centro de Arte regentado por la Fundación Sociedad Femenina de Cultura, que preside Luisa Caputi de Cuesta, también está más activo que nunca con coproducciones teatrales de los elencos de Montse Serra y la productora Luciana Grassi. Caputi de Cuesta deja en claro que “la emulación y afán de superación son sanos. El Teatro Centro de Arte, El Teatro de la Ciudad, nació simplemente para servir y lo está haciendo para satisfacción de todos” .

A quienes conforman el Centro de Arte les parece que si en la línea descrita por Cuesta Caputi aparece una nueva organización, bienvenida sea. El propósito es que se beneficien los ciudadanos guayaquileños, cualquiera que sea su lugar de residenci.