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La arena de la Plaza San Francisco fue el espacio en el que se presentó el artista

Elton John o cómo ser vulnerables con esperanza (VIDEO)

Con un traje  azul brillante y unos lentes con un marco grueso del mismo color de su vestuario, Sir Elton John se presentó en un escenario que no logró opacarlo pese al exceso de luces. Foto: John Guevara  |  El Telégrafo
Con un traje azul brillante y unos lentes con un marco grueso del mismo color de su vestuario, Sir Elton John se presentó en un escenario que no logró opacarlo pese al exceso de luces. Foto: John Guevara | El Telégrafo
18 de febrero de 2014 - 00:00 - Fausto Rivera Yánez

Elton John dijo en una entrevista a Vanity Fair que su mayor miedo es estar atrapado en una habitación llena de celebrities vanas que lo único que hacen es hablar de sí mismas. Si el artista británico conversara y compartiera  con su público, al menos por unos minutos, previo a sus presentaciones, se daría cuenta de que lo que le asusta está más cerca de lo que imagina: un concierto cerrado con una capacidad máxima para 7.000 personas, en el que la gente está más preocupada  por la formalidad del evento, o por llenar su copa con la gran variedad de bebidas que los organizadores ofrecen, o de cómo consiguieron su entrada de 440 dólares, sin mencionar toda la megalomanía que se escucha en sus conversaciones.

Algo así se vivió en la noche del anterior sábado en Quito, pero claro, sin celebrities, aunque algunas pretendían serlo. Pero no todo fue esnobismo o frivolidad, también hubo un público fiel que hizo todo lo posible por asistir y que conocía el repertorio completo del artista, y no solo la canción de la banda sonora de El rey León.

 
What have I got to do to make you want me
What have I got to do to be heard
What do I say when it’s all over
Sorry seems to be the hardest word

John Peter, de Galápagos, y Christian Hidrobo, de Pichincha, fueron los artistas que abrieron el concierto del cantante, compositor y pianista británico que por primera vez está en Ecuador. Con ‘Sorry Seems to Be the Hardest Word’, escrita por Elton John y Bernie Taupin en 1976, y que en español se la conoce como ‘Ya no hay forma de pedir perdón’ (tema interpretado y popularizado por Pedro Aznar), los músicos nacionales culminaron su participación y, de paso, le rindieron tributo a sus autores originales.

Esta canción, ideada cuando Elton John se encontraba de gira con su banda en Los Angeles, marcó un quiebre en su vida musical. Era de noche y el artista  estaba descansando en el hotel donde todos se habían hospedado. De pronto empezó a ensayar algunas melodías hasta alcanzar una que valiera la pena trabajarla. En ese entonces era  Bernie Taupin, su letrista, quien le daba a Elton una melodía con  algún poema o frase  para que después él  la arreglara y musicalizara, solo que en esta ocasión sucedió al revés.

“De repente, Elton subió el tono en la melodía y le dije: ‘Eso es muy bonito’. Por alguna razón, lo primero que se me vino a la mente fue la frase ‘Sorry Seems to Be the Hardest Word’. Fue algo extraño, pero esa frase corrió a través de mi cabeza, y se ajustaba perfectamente con lo que estaba tocando. ‘No le hagas nada más a eso, déjame ir a escribir algo’, le dije, y fui a mi habitación y en pocos minutos la escribí y tuvimos la canción”, recordaba Bernie Taupin.

In the instant that you love someone
In the second that the hammer hits
Reality runs up your spine
And the pieces finally fit

La proyección en las 2 pantallas ubicadas en la Arena San Francisco de Cumbayá de la portada Goodbye Yellow Brick Road, séptimo álbum de estudio de Elton John, considerado como su mejor trabajo y el más vendido (cerca de 31 millones de copias en todo el mundo), anunciaba que él pronto aparecería. En la clásica película El Mago de Oz sonaba el popular número musical ‘Follow The Yellow Brick Road’ y Elton John, sirviéndose del camino amarillo que sigue Judy Garland en el filme, escribió en 1973 junto a  Bernie Taupin la canción y el disco que llevan el mismo título de la película.

Con un traje azul brillante y unos lentes con un marco grueso del mismo color de su vestuario, Sir Elton John se presentó en un escenario que no logró opacarlo pese al exceso de luces. Él era la luz. Ahí le esperaba su acompañante de siempre: un piano Yamaha valorado en un millón de dólares, que horas previas al concierto fue afinado por el luthier cuencano Luis Verdugo.

‘The one’ fue la canción que inauguró la noche, seguida de  ‘Sixty Years On’, ‘Rocket Man’, ‘Believe’, ‘Sorry Seems to be the hardest word’, ‘Your Song’, ‘Crocodile Rock’, ‘Daniel’, ‘The Circle of Life’, ‘I’m Still Standing’ y  ‘Can You Feel the Love Tonight’, entre otras.

Parecería que la selección de las poco más de 20 canciones que interpretó esa noche fue ordenada en base a lo que él proyectó durante toda su vida artística: un amor consciente, a ratos inocente, a ratos liberador, pero siempre esperanzador. Y cómo no va a ser así, si para Elton Jhon la cualidad  más destacable en un hombre es su  vulnerabilidad, y por eso su necesidad de esperanza.

And I think its gonna be a long long time
Till touch down brings me round again to find
Im not the man they think I am at home
Oh no no no Im a rocket man
Rocket man burning out his fuse up here alone

Atrás quedaron los años en los que la imagen de Sir Elton John se asemejaba a la del pianista Liberace, a quien rindió un homenaje en la entrega número 65 de los Emmy interpretando ‘Home Again’, a propósito de la película Behind the Candelabra, de Steven Soderbergh.

Ahora es un señor de la canción y un padre y esposo también. Durante todo el concierto que ofreció aquella noche en Quito se mostró tranquilo y profundamente agradecido con su público, especialmente con ese público fiel que no paraba de corear sus letras, ni de aplaudirlo de pie cuando finalizaba cada canción, ni les importaba subirse a las sillas para verlo mejor desde la última fila, en la cual fuimos ubicados todos los periodistas y fotógrafos.

Elton John, el ‘hombre cohete’ que no deja de brillar

Este hombre, que parece devorar con las manos las teclas del piano (y viceversa) y cuya capacidad de transformación camaleónica en sus presentaciones alguna vez fue comparada con la de David Bowie, nació con el nombre de Reginald Kenneth Dwight en el barrio londinense de Pinner, en Midlesex.

Su talento como compositor y cantante apareció temprano: a los 4 años tocaba el piano, a los 11 obtuvo una beca para estudiar en la Royal Academy of Music y a los 16 ya era un profesional. Su primera banda, Bluesology, lo sintonizó de inmediato con la escena discográfica del momento y le brindó la experiencia necesaria para comenzar su carrera como solista.

Pero cuando conoció a Bernie Taupin su vida musical empezó a ser socialmente reconocida y celebrada. Los llamaban la ‘pareja letal’. Elton John componía la música y Bernie Taupin las letras.

El producto de esa peligrosa combinación fue una serie de canciones íconos del glam rock y del pop piano que ahora son un himno para muchos, como ‘Can you feel the love tonight’ (que ganó el Oscar a la mejor canción gracias a la película El rey León), ‘Your song’, ‘Sacrifice’, ‘Candle in the wind’ o ‘Rocket man’, la cual toma como punto de partida al relato homónimo de Ray Bradbury, centrado en las reflexiones de un explorador del espacio que debe dejar a su familia para investigar la superficie de Marte en soledad.

El productor de Honky Château, el disco del que proviene ese single, fue Gus Dudgeon, responsable a su vez de Space Oddity. El círculo se cierra en las estrellas.

Hay quienes dicen que el trabajo de Elton John ha madurado en los últimos 13 años, y que ha construido una obra sólida que supera su producción de finales de los ochenta y principios de los noventa, “cuando cayó en clichés del pop y una imperante necesidad comercial de adaptarse a las dinámicas del mercado”, como decía Jacobo Celnik.

Por ello, trabajos como ‘Songs from the West Coast’ (2001), ‘Peachtree Road’ (2004) y ‘The Captain & the Kind’ (2006), como señalan algunos críticos, “son reflejos de la madurez y sabiduría con el que un artista enfrenta el paso del tiempo”, y eso fue lo que demostró hace 2 días, aunque su trivialidad pop no dejó de encantar a todos, y eso también quedó en claro, al menos, cuando dejó el piano y se convirtió en director de orquesta al momento de tocar ‘Crocodile Rock’.

Con una carrera vertiginosa, pero siempre ascendente (Elton John ha vendido más de 250 millones de álbumes en todo el mundo, ha ganado 6 premios Grammy, 4 Brits y un Oscar, además de haber publicado  hace poco, El amor es la cura), el ‘piano man’ parece que todavía no tiene una fecha definitiva de retiro.

El hombre, cuyo tesoro más preciado es su familia y su memoria, que se siente agradecido con la vida de nunca haber contraído Sida, tras reconocer que no tomó precauciones a la hora de mantener relaciones sexuales, que le declaró la guerra a Madonna con una serie de críticas hacia su carrera, y que todavía sueña un par de veces a la semana que está ‘esnifando cocaína’, es, sin dudas, un ‘hombre cohete’ que no deja de brillar.

DATOS

Team Producciones fue la empresa encargada de traer al artista en el marco de su gira ‘Rocket Man - Greatest Hits Live’, que se realiza desde el año pasado para celebrar el aniversario 40 de la canción que da nombre al tour.

El lugar escogido para el concierto fue la Arena San Francisco, ubicada junto al Centro Comercial Paseo San Francisco de Cumbayá, al oriente de la capital, que tiene una capacidad aproximada para 7.000 personas. El espectáculo tuvo una duración de casi 2 horas y el repertorio musical fue similar al que se presentó en Europa el año pasado.

El escenario fue preparado con 30 días de anticipación. Hubo una carpa exclusivamente para evitar que la lluvia interfiera en la presentación.

La escenografía tenía 18 metros de boca, 15 de profundidad y 16 de altura. Contó con 160 luces robóticas inteligentes y un sistema de sonido de última generación.

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