El secreto del té develará el ocaso de una estrella
Una frustrada actriz de teatro repasa las frases del personaje de una obra que nunca se atrevió a protagonizar, durante un ensayo casi cotidiano de su vida.
No tiene nombre, pero representa a muchas mujeres talentosas dedicadas a una carrera actoral en busca del reconocimiento.
Así está dibujado el perfil de la protagonista de El secreto del té, una obra escrita y dirigida por el cubano Mario Jiménez, quien para esta historia tomó como referencia la famosa obra de su coterráneo Abelardo Estorino, Las penas saben nadar.
“La bauticé así porque habla de la frustración de la protagonista por no haber hecho aquella obra japonesa en la que envenenaba secretamente al marido. En la vida real ella fantasea con hacerlo, pero actuando en su casa”, explica el director sobre esta pieza que se presentará desde hoy hasta el sábado, a las 20:30, en El Altillo, ubicado en Esmeraldas 903 y Av. 9 de Octubre.
La guayaquileña y legendaria artista Tani Flor caracteriza este papel que por primera vez desarrolla en forma unipersonal.
“Lo que aprendí con este personaje es que vencí el reto de estar sola en escena; es muy difícil hacerlo así”, expresa la intérprete reconocida por su trayectoria en la Compañía Nacional de Danza, en Quito, y en Guayaquil, por 10 años en el Centro Cultural Sarao, de Lucho Mueckay.
“Hay secretos que ella devela. Al principio cuenta la historia de una manera, pero al calor de las copas y de no poder comerse el pollo de su dieta (con el que también mantiene un diálogo) por desabrido, saca un cuadro del exmarido y le canta sus verdades, intentando demostrar la gran actriz que hubiera sido”, detalla Jiménez.
El dramaturgo cubano dice que se inspiró en vivencias reales para crear este monólogo que describe a una artista que “no se rindió en el silencio, a una esposa y madre, a una luchadora solitaria del día a día”.
El director agrega que la protagonista se ríe de su cuerpo, de su salud y de la dieta que debe seguir, al mismo tiempo que lame las heridas de un pasado desafortunado.
“Esta es una situación que le sucede a muchas mujeres que están encerradas en una cárcel ficticia y que no se deciden a romper con la situación. Ella es un personaje muy loco y yo soy pasiva”, dice Flor sobre este rol que, a ratos, la lleva a romper la cuarta pared.
“Ella entra y sale de sus conflictos para dialogar con el público usando una técnica que ha curtido con los años dentro de su propia casa. Engatusa e hipnotiza para luego revelarse en un sorprendente final, como la auténtica reacción de su propia genialidad”, adelanta el creador de este monólogo que está llevado como la historia de Abelardo Estorino, Las penas saben nadar.
Dicha trama cuenta cómo una actriz irrumpe un festival de monólogos, en el que no se ha inscrito, para exigir presentar el suyo. (I)
La producción
Una actriz versátil para el rol
Tani Flor fue seleccionada para esta pieza por su trayectoria artística formada en Quito, en la Compañía Nacional de Danza, y Guayaquil, en el Centro Cultural Sarao, donde cursó teatro danza contemporáneo.
Referencia literaria
El monólogo está basado en la trama de la obra Las penas saben nadar, de Abelardo Estorino. El autor fue miembro de la Academia Cubana de la Lengua.
Funciones en El Altillo
La obra estará en cartelera los días 20, 21 y 22 de diciembre, a las 20:30, en El Altillo, ubicado en Esmeraldas 903 y Av. 9 de Octubre.
