Élking Araujo: "El diccionario de Manuel Seco es como un Ferrari y el de la RAE un auto cualquiera"
Tiene en la puerta del horno su Diccionario de ecuatorianismos de citas, obra que le ha supuesto quemarse las pestañas porque para darle forma debía primero elaborar un fichero (corpus) que en Ecuador no existía.
Por sus manos han pasado tantos libros de autores ecuatorianos, además de diarios de circulación nacional, que él sabe, por ejemplo, cuál es el libro ecuatoriano con más palabras altisonantes, qué vocablo acuñó Demetrio Aguilera Malta o cuál es la consonante que más usan los ecuatorianos.
Sus descubrimientos son sorprendentes, pero estos hallazgos de nada servirían si él no compartiera lo que sabe con auténtico gusto por la palabra o si hablara todo el tiempo con el rigor académico que su profesión le exige.
"Uno de mis sueños es hacer un corpus oral que recoja toda esa delicia que se dice en los programas de farándula; ahí está la belleza léxica, genuina y propia del Ecuador", dijo durante la entrevista, larga y distendida, que concediera a diario El Telégrafo el miércoles 16 de diciembre.
Élking Araujo, el artesano del primer corpus y diccionario de citas elaborado en Ecuador (y probablemente en Latinoamérica), es lexicógrafo y lingüista, por eso, y por su interés irrestricto por la lengua, conoce los vericuetos de las academias, la ecuatoriana y la española, porque ha trabajado para ambas.
Es crítico con las instituciones que norman el español, pero habla siempre con respeto de ellas porque su único interés, finalmente, es la lengua, la ecuatoriana, que tiene tanto o más dinamismo que las de los extramuros y las de ultramar.
Para que los lectores entiendan, ¿qué es un corpus?
Corpus es un conjunto de datos que se recaban bajo un criterio determinado para cumplir fines u objetivos de una investigación. Cualquier conjunto de datos que se reúnan bajo ciertos criterios ya es un corpus.
En este caso concreto del diccionario, el conjunto de datos es la reunión de obras de autores ecuatorianos. En cuanto a un diccionario de ecuatorianismos, el criterio es que todas las obras que componen este corpus sean producidas por autores ecuatorianos que nacieron aquí, lo que garantiza que fueron utilizadas en el país.
Hay otro criterio de selección de las obras que componen este corpus: que pertenezcan a un género o a un grupo de géneros, que en este caso son narrativo, ensayo y periodístico. Excluimos poesía porque en este ámbito hay mayor libertad creativa y podemos encontrar palabras que en la lengua común no están. Este corpus tiene estas características llamativas de tiempo y complejidad porque es un corpus digital.
En la presentación de su diccionario, en la Feria del Libro Quito 2020, usted decía que el referente de su obra era el Diccionario de Manuel Seco y no el de la Real Academia de la Lengua Española. ¿Por qué?
Porque la mayor parte del corpus de Manuel Seco es físico. ¿Esto qué significa? Que cuando recababa información sobre las palabras que quería definir para hacer el corpus realizaba una ficha física a mano, o en una máquina de escribir, entonces necesitaba un cuarto gigante con las fichas que iba escribiendo.
Hago una analogía. Para la crítica especializada y para mí el diccionario de Manuel Seco es como un Ferrari y el de la RAE un auto cualquiera. Y esto lo han asumido dentro de la Real Academia. Yo estudié en la Real Academia y tuve profesores de allí; además Manuel Seco, también académico, fue mi profesor y es miembro de la Real Academia.
El problema es que para incorporar cambios en el Diccionario de la Real Academia (el de la Lengua Española -DLE-), como es un diccionario colectivo, las decisiones tienen que ser discutidas y consensuadas entre una gran cantidad de personas que representan diversas tradiciones. Y están los más contemporáneos y los más antiguos. Eso ha evitado que el diccionario evolucione de una forma rápida.
En general lo notamos en la Real Academia porque siempre va tarde en aceptar algunas cosas, y al lenguaje no le importa eso, el lenguaje está vivo y funcionando, lo vemos en el lenguaje inclusivo y en todas esas iniciativas que no pueden gustar a todo el mundo, pero que nadie puede negar porque es necesario, por ejemplo, darle un nombre a los diferentes géneros de la diversidad sexual, y ahí la Academia parece más que una Academia de la Lengua un Vaticano de la lengua.
En el Diccionario de Seco solamente él debía tomar la decisión, así que buscó las formas más progresistas y construyó este corpus, donde no hay términos inventados. En la Real Academia los académicos se imponen: "no quiero que se diga así o quiero que se diga de tal manera".
La palabra "güisqui", por ejemplo, fue una imposición porque es una cosa que nadie usa, además horrendo. El diccionario de Seco no parte del criterio de lo que a él le gustaría que la gente dijera, sino de lo que la gente dice.
El diccionario de Seco es el heredero de una gran mujer, que fue María Moliner. El que no haya sido admitida en la Real Academia es una mancha que no se va a borrar en la historia, pero el tiempo ha restaurado su figura. Yo creo que la mayor honra para ella es que Gabriel García Márquez dijera que trabajaba con su diccionario, y en general los escritores lo hacen, pero cuando nació el diccionario de Seco apareció una herramienta que superó a Moliner en muchos aspectos, aunque en otros es muy difícil que Moliner sea superada.
Decía Camilo José Cela que no apoyó el ingreso de María Moliner a la Academia porque su diccionario carecía de "tacos", de "palabros"... Se considera el María Moliner de Ecuador...
Es muy difícil compararse con ella.
Lo digo porque usted ha tardado 10 años en hacer este corpus; ella 15...
No, yo he hecho un ejercicio pequeño, mi diccionario no llega a 2.000 palabras porque mi diccionario no es general, el de ella es mucho más grande, es del español general, además lo hizo en un contexto distinto. Yo me he apoyado en la tecnología que me ha ayudado un montón.
No me imagino la obra que hubiera sacado María Moliner si viviera ahora porque era una historiadora que trabajaba sus fichas en una máquina de escribir. El mismo doctor Seco no empezó su diccionario en una computadora, sino al final y la editorial le proveyó de tecnología. Estamos hablando de finales de la década del 90 del siglo anterior.
Lo que me considero es un lexicógrafo formado en la Real Academia con todo lo bueno y lo malo que eso signifique. Pero sobre todo me mueve el deseo de que dejemos de pensar siempre que lo de otros lados es mejor.
No podemos aceptar que nos dicten desde fuera cómo los ecuatorianos debemos hablar y lo que digo no significa desprecio hacia España. Debemos empoderarnos de nuestra lengua. He disfrutado mucho, siendo un quiteño, como soy, descubriendo los textos de autores de Cuenca, de Guayaquil, de Latacunga, del Carchi, todas esas variedades de decir las mismas cosas son hermosas. Nos falta ser nosotros mismos.
¿Cómo construyó el corpus?
Construí este corpus no extrayendo las citas sino digitalizando, escaneando un conjunto de obras literarias de autores ecuatorianos y convertí eso en archivos digitales.
Luego recurrí a las versiones digitales de los periódicos de circulación nacional y local y de ahí extraje noticias. Con todo eso construí un archivo bastante grande porque estamos hablando de millones de palabras, de las que recogí al menos 500 mil, y para poder recuperar las citas o los usos tuve que usar un programa informático.
El tiempo que tardé en elaborar este diccionario es en realidad el tiempo que tardé en la construcción del corpus. Sentarme a hacer las definiciones de las palabras no fue lo más difícil. No hay nada en el diccionario que no esté presente en el corpus.
Para elaborar el diccionario me puse como regla, porque nada me he inventado, que cada definición tuviera dos citas de un autor distinto, y eso ya es complejo porque se me han quedado en el archivo palabras que yo tengo evidencia se usan, pero en la literatura no pasaron porque solamente las recogió un autor. En todo caso he sido fiel a la condición que me impuse.
¿Qué palabras no han pasado?
Arreado, bejuquear...
¿Son montubias?
Pienso que sí, incluso los autores costeños, de Guayas, trabajaron más el lenguaje oral. Lo hizo el grupo de los cinco de Guayaquil, que rivalizaba con Jorge Icaza, de la Sierra, sin embargo no encontré nada. Eso no significa que no existan, significa que el corpus que yo he trabajado no alcanza a revelarlo. He tenido que, con mis propios medios, con mis recursos, buscar libros. En principio los compraba usados, luego recurrí a la biblioteca de la Universidad Católica, donde me prestaban el libro por 15 días para escanearlo.
Lo ideal es que no solamente tengamos un corpus escrito sino oral y que uno pueda ir y grabar de forma anónima las conversaciones de la gente y esas charlas se transcriban de forma digital automáticamente. Así no me sentiría limitado por la pluma de un escritor o de un periodista y nos acercaríamos más al lenguaje de la calle. Pero para eso se requiere muchos más recursos. La Academia de la Lengua Española ya empezó a realizar un corpus oral que es muy pequeño aún.
Otra cosa que ocurre en mi diccionario es que hay términos que encontré en diccionarios de ecuatorianismos anteriores que rechacé porque no aparecieron nunca en el corpus, no tuvieron ni un solo ejemplo. Y me dio mucha pena con algunos porque tenía "bembón", una palabra muy ecuatoriana, pero no conseguí ni un solo ejemplo de "bembón", y se ha quedado en el archivo. Son los límites del corpus.
Hay palabras que creemos son ecuatorianismos y no lo son, como "licitación", pero en mi diccionario sí hay términos que se pueden usar en otros países de América Latina, la diferencia es que no se usan en España. Hay un fluido léxico en los países, sobre todo andinos, por influencia de la televisión. A través de la televisión adoptamos muchos términos de México y Venezuela, como chévere (venezolano, de telenovela).
¿No es peligroso hacer un corpus oral tomando en cuenta que no hay fidelidad en la tecnología al transformar un audio en texto? Además tenemos serios problemas de dicción y eso se evidencia en el cine cuando muchas veces no se entiende lo que dicen los actores ecuatorianos...
En este momento no tenemos una herramienta que nos permita hacer transcripción oral con fidelidad. Hay que hacerlo manualmente y toma mucho tiempo, por eso no lo he intentado. Pero el problema que he notado es un problema dialectal de todos los países.
Si usted va a zonas rurales de España puede encontrarse con campesinos a los que uno no les entiende absolutamente nada, incluso pasa en Madrid, pero en ese caso ellos no le entienden a uno (esboza una sonrisa) por la variedad dialectal y el nivel educativo.
También están las diferencias léxicas entre países cercanos. Pero para mí es un sueño hacer las transcripciones de los programas de farándula que están colgados en YouTube porque son reconocibles y hay un uso de la lengua informal que para uno que es lexicógrafo es una delicia, pero se necesita mucha gente y muchos recursos solamente en escaneado.
Fíjese que en la Real Academia hay una computadora que de forma automática descarga las ediciones de todos los diarios de Latinoamérica toda la noche, y al día siguiente hay un grupo de técnicos que revisan estas descargas y las procesan. Estamos a años luz de eso. Por eso he pensado siempre que la Academia Ecuatoriana de la Lengua tiene que hacer una inmensa gestión para conseguir recursos porque es el organismo que podría hacerlo.
¿A qué autores ha digitalizado y por qué la Academia Ecuatoriana de la Lengua no incorpora su corpus al que ya existe?
He digitalizado todas las obras de Jorge Icaza para mi consulta y de ahí he extraído todas las citas. También están José de la Cuadra, Alicia Yánez Cossío, Raúl Vallejo, Javier Vásconez, Jorge Velasco Mackenzie, Jorge Enrique Adoum...
Lo deseable sería que todos los investigadores ecuatorianos pudieran tener acceso al corpus que yo he elaborado, pero se necesita financiamiento para pagar un sitio web, contratar un diseñador, subir el corpus y facilitarlo. De eso carecemos en el país.
La doctora Susana Cordero me preguntaba en la Feria del Libro (Quito 2020) si podíamos incorporar mi corpus al de la Academia Ecuatoriana y claro que se puede porque el objetivo debería ser realizar un gran corpus escrito y oral del Ecuador. Eso no existe en ningún país de Latinoamérica, solo en España. Lo que falta es decisión.
¿Qué ha descubierto durante la elaboración del corpus?
He digitalizado la mayor parte de la obra de Miguel Donoso Pareja, el gran novelista guayaquileño, y pude darme cuenta de algunos datos que no están en el diccionario, pero que son curiosos, por ejemplo la obra literaria con mayor cantidad de palabras malsonantes en toda la literatura ecuatoriana es la de Miguel Donoso Pareja: "Nunca más el mar". Dato simpático que refleja lo que hacía Miguel Donoso y que descubrí al investigar el lenguaje popular ecuatoriano y en este caso el de Guayas.
Descubrí también a través de mi corpus que Demetrio Aguilera Malta acuñó la palabra "espeje", que usa como "órgano sexual masculino", y aparece en algunos diccionarios de ecuatorianismos con ese sentido, pero cuando revisé mi corpus me di cuenta de que nadie más lo usa. Es un invento literario de Demetrio Aguilera Malta, no lo usa nadie más; es una apropiación que no ha pasado el lenguaje popular porque "espeje" es una herramienta como una especie de "azadón" o "pico".
¿Los libros de los escritores Lenín Artieda (+) y Francisco (el Negro) Santana no aparecen en el ranking de los que más palabrotas contienen?
Debo aclarar que en mi corpus no han entrado todavía las obras de los escritores de la última camada: Mónica Ojeda, Sabrina Duque, Ernesto Carrión, pero en algún momento entrarán porque mi corpus no está cerrado, al contrario, va a seguir creciendo. Eso no garantiza que cuando entren van a aparecer nuevos ecuatorianismos.
He estado leyendo "Mandíbula", de Mónica Ojeda; voy por el capítulo tercero y no he encontrado hasta ahora ningún ecuatorianismo. Eso no es bueno ni malo, es su estilo.
¿Quiénes deberían comprar su diccionario?
El diccionario está en edición, será lanzado en marzo o abril; quiero que haya una versión digital, y deberían adquirirlo todos aquellos que van a leer literatura ecuatoriana. Como lector siempre extrañé un diccionario que me permitiera leer a Juan Montalvo, a Juan León Mera, y no buscar ediciones con glosario al final. ¿Quiénes más deberían adquirir mi diccionario? Los lectores de literatura ecuatoriana, profesores, alumnos y también traductores.
Hasta el 2009, por ejemplo, una de las acepciones de la palabra "pelada" en el Diccionario de la Lengua Española (DLE) era "ecuatorianismo, prostituta", una cosa falsa porque nosotros no usamos "pelada" en ese sentido, pero yo me imagino que algún traductor encontró la palabra "pelada" en algún texto, fue al diccionario de la Academia y lo tradujo como prostituta. Entonces puede servir también a traductores e incluso a lectores de periódicos porque 31 obras de circulación nacional están allí.
Pero hay una tarea más grande que no se ha hecho y que habría que plantearse: elaborar un diccionario del español general del Ecuador donde estén todos los términos que usamos y no tengamos que acudir al diccionario de la Academia y al diccionario de ecuatorianismos. El fin es que en un solo diccionario esté todo.
Carlos Calderón Chico figura entre los autores que aparecen en su corpus. No solamente se ha decantado por los clásicos...
Sí, y con él Carlos Julio Arosemena (expresidente). Eso es lo lindo de los periodistas, porque cuando uno recurre a la obra del periodista en realidad está recurriendo a las voces que el periodista ha dejado entrar en su obra. Eso es enriquecedor para un diccionario.
¿Cómo se escribe: kichwa o quichua?
La escritura del nombre de la lengua indígena quichua es con "q", "c" y "h"; es la españolización de la lengua, pero la Academia Kichwa decidió ponerla con "k" (kichwa).
Yo he considerado que si estoy escribiendo un diccionario en español debo escribirla con "q" porque escribir "kichwa" es como escribir "english" o "french"; pero sí considero una cosa respecto a este proceso llamado de minorización de las lenguas ancestrales.
Al reconocerle su estatus de lenguas tan válidas puedo aceptar que en este caso su escritura se respete, como en la lengua original, con "k". Pero usted plantea algo real porque si se hace esa concesión, qué pasa con "huaorani" y qué pasaría con "tsafiqui". Escribir tsafiqui, con la grafía que ellos han asumido es complejo.
Para fines de socialización está bien el español, pero hay que reconocer su lengua con la grafía que ellos han elegido.
¿Por qué usted no es parte de la Academia Ecuatoriana de la Lengua?
La tradición dice "de la Academia a la tumba" porque siempre se escogía a académicos cuando ya estaban en el último tramo de su vida, pero yo noto que la Academia Ecuatoriana ha empezado a cambiar eso. Me parece que Álvaro Alemán tiene tres años desde que ingresó y es probablemente el más joven, situación que me alienta y creo que la Academia se está abriendo. A la Academia se necesita que entre gente a trabajar.
¿Le parece que es muy cerrada?
Todas. La francesa es mucho más cerrada, un centro de cafetín de intelectuales. Pero en Latinoamérica hay algunas que tienen una actividad inmensa, como la de Puerto Rico, donde hay gente joven. En Puerto Rico están trabajando un tesoro lexicográfico.
Usted decía hace un momento que el Diccionario recogió una mala interpretación de la palabra "pelada", sin embargo en cada país está la Asale (Asociación de Academias de la Lengua Española, conformada por 22 países) que se encarga de proponer y consensuar los americanismos que ingresan cada año al diccionario. Decía el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, que la RAE no toma decisiones unilaterales y que si hay algún desacuerdo sobre alguna palabra eso es responsabilidad de la Asale de cada país...
Cuando yo era estudiante (2002) tuve la suerte de recibir una clase con Lázaro Carreter (+), el presidente de la RAE con el que empezó el lento cambio de introducir extranjerismos al diccionario y ahí ya decían: "los académicos de América son más papistas que el papa".
Me parecía absurdo, pero cuando trabajé en la Academia Ecuatoriana de la Lengua y pude compartir con los académicos de las otras academias de América y luego estuve en un taller con otros lexicógrafos de América Latina descubrí que era verdad.
Es decir una parte de los académicos de América se consideran parte de una élite lingüística y son dueños de lo que Bourdieu (Pierre) llama un mercado lingüístico, es decir son dueños de un registro de la lengua que se considera oficial y por lo tanto representan un poder oficializado desde la Real Academia de la Lengua, entonces nosotros estamos legitimando el poder de España con nuestra actitud colonialista.
Apreciamos más lo ajeno que lo propio; no permitimos que pasen términos que nos parecen muy castizos. Por ejemplo está el famoso uso del verbo "dar" más gerundio, muy de la Sierra, que se lo reconoce como lengua coloquial, no de prestigio, pero si uno va a cualquier ámbito notamos que está muy generalizado y que es un matiz propio de la lengua ecuatoriana, pero produciría rubor que el Presidente de la República dijera en un discurso "denme haciendo" tal cosa, siendo tan propio de nosotros.
Entonces, como usted ha dicho, si tenemos una Asociación de Academias de la Lengua en América debería tener más peso que la de España, pero en el fondo esto responde a un problema económico.
La Real Academia de la Lengua Española dispone fondos para las academias americanas. Si las academias tuvieran financiamiento propio no dependerían de los recursos de España. Las decisiones, entonces, están supeditadas a no desagradar a España.
La Real Academia de la Lengua Española tiene el patrocinio de Iberia, La Caixa, Repsol, son como 12 empresas y es probable que de las academias americanas ninguna tenga patrocinadores.
A nuestros gobiernos no les importa la lengua, siendo el principal instrumento de adquisición del conocimiento. Y las propias academias se han puesto en una actitud cómoda. Recibimos subvención de otros lados, pero no firmamos convenios con empresas privadas de nuestros propios países. Yo propuse cuando tenía contacto con la Academia de la Lengua buscar financiamiento de dos o tres empresas. Quise construir este corpus para la Academia Ecuatoriana, pero trabajaba para la Academia con una beca de España, es decir yo trabajaba para España. ¿Qué quedó para la Academia Ecuatoriana? Realmente nada.
El nicaragüense Francisco Arellano Oviedo es uno de los académicos que más americanismos ha propuesto e incorporado al DLE. Alrededor de 2.000. Y hace exactamente un año Nicaragua celebraba la incorporación de una de sus sugerencias: el verbo "enllavar" (poner llave). ¿Cuándo la voz de un académico debe ser escuchada?
La base para que ingrese una palabra al Diccionario de la Lengua Española (DLE) es que aparezca en el corpus (y no sé si Nicaragua tenga uno), entonces lo que propone un académico se considera voz autorizada. Yo he visto un grupo de palabras que se enviaron de Ecuador, y para los académicos es un logro: "yo metí esta palabra en el DLE".
Bueno, en realidad el problema no es la introducción de palabras nuevas, siempre que sean sustantivos, el problema es el manoseo de los verbos: textear (mensajear), enllavar (poner llave), revisación (revisión)...
Exactamente. Además, pidiera a las academias americanas que entregaran sus palabras con citas que demuestren que se usan, así las palabras no serían trofeos de egos. Por eso es que se viene contaminando el diccionario; por eso la gente prefiere consultar WordReference y no el DLE.
WordReference es un buen diccionario de sinónimos, no conozco ninguno que lo supere...
Yo le sugiero el general, no de sinónimos, del Colegio de México. Es un diccionario del español de México de autoría de Luis Fernando Lara, un monumento de la lexicografía en América Latina. Yo creo que él puede compararse con María Moliner y aunque su diccionario no tiene citas surge de un corpus. Su diccionario tiene mucha más calidad que el Diccionario de la Real Academia (DLE).
"Pacheco", "paco", "palanqueado", "pipón", "pana", "pluto"... ¿La consonante que más usan los ecuatorianos es la "p"?
No, es el dígrafo "ch", de "chuchaqui", "chuta", "chimbador", "chamán", "choro", "chaulafán", "chulla"...
* Élking Araujo
Profesor de Lenguaje en la Pontificia Universidad Católica de Quito y lexicógrafo, estudió en la Real Academia de la Lengua Española y fue becado por esta institución en la Academia Ecuatoriana de la Lengua.
* El corpus
El corpus al que se recurrió para obtener las dos citas de rigor de cada artículo lexicográfico, presenta los siguientes datos:
- 300 obras (en su mayoría literarias)
- 21 obras de circulación periódica (periódicos diurnos, vespertinos, revistas mensuales y semanarios) representadas en más de 3000 artículos de opinión, noticias nacionales, entrevistas, deportes, cultura y espectáculos, y gastronomía.
- En total 20 343 437 palabras (tokens) para 500.000 formas léxicas.
De esta gran base de datos, el Diccionario de ecuatorianismos de citas, finalmente, recoge 282 autores, 268 obras en prosa y 32 obras de circulación periódica. Contiene más de 3300 citas. La diferencia entre los datos de obras que componen el corpus y el número de obras finalmente citadas en este diccionario responde a que no todas las obras que componen el corpus arrojaron términos de uso en el ámbito ecuatoriano.