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Marcelo leyton analiza las apuestas escénicas locales en el día internacional del teatro

El teatro del puerto, la historia se torna diversa

Marcelo Leyton. Nacionalidad: Ecuatoriana. Estudios: Literatura, en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Experiencia: Docente del ITAE y UCG.
Marcelo Leyton. Nacionalidad: Ecuatoriana. Estudios: Literatura, en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Experiencia: Docente del ITAE y UCG.
27 de marzo de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

Marcelo Leyton es parte de la propuesta del Teatro Arawa desde hace 10 años. Desde su trabajo en el teatro propone además de la enseñanza, la crítica en materia de artes escénicas, considerando por objetivo mantener el registro y la criticidad de nuestro quehacer escénico, que -dice- debería ir a la par con la responsabilidad de avanzar con su desarrollo.

Desde sus críticas habla de una gestación de propuestas escénicas que convocan a un público cada vez más heterogéneo, pero que predominan textos dramáticos. ¿No se contradice?

Soy más creyente en los principios de Augusto Boal. Él habla de un spect-actor, es decir un espectador activo, atento a lo que está viendo, que tiene la capacidad de ser crítico frente a eso. Evidentemente que eso no se logra de la noche a la mañana, se lo hace con propuestas y con variedad y con posibilidades de diversificar la puesta en escena. Cuando yo hablo de un público heterogéneo, también hablo del predominio de un modo de producción dramática, de lo que más se publicita. En los medios usted puede ver que lo que más se publicita es lo que pasa en determinado teatro. Nosotros tenemos un festival de teatro con el grupo Arawa, cumplimos 10 años, invitamos a muchos medios y no fueron.

Lo que tiene más importancia mediáticamente son las producciones en las que se trabaja una obra de cierto prestigio, que se contrata a un productor, director y actores muy abigarrados para llevar a escena una propuesta que guste.

¿Este prestigio de una obra pesa sobre la construcción de una dramaturgia más orientada a los tiempos que vivimos?

Nadie puede negar que la dramaturgia juega un papel muy importante dentro del teatro, pero es un elemento más. También está la capacidad de los actores de crear, nuestras problemáticas, cómo revertirle un espacio y eso no hay porque casualmente se trabaja con los tiempos. Un productor tiene un tiempo limitado para sacar la obra y es un poco también que en los tiempos que ahora corren no hay muchos grupos independientes, al menos no en Guayaquil; 1 o 2, no son más.

¿A qué se debe que la formación de grupos independientes sea mínima en la ciudad?

El asunto es de formación, actitud frente al hecho artístico y también ante la vida y una postura política. Porque al hablar de arte no podemos decir que sea solamente algo estético. Se dice mucho sobre la ideoestética. Detrás de una estética hay una ideología, hay una propuesta, una visión, una cosmovisión de la vida, y eso es lo que creo yo que trastoca los tiempos de producción de una obra de teatro. Por eso no hay una dramaturgia ni procesos de una nueva puesta en escena, no hay una teatralidad.

Actualmente mucha gente hace ‘performance’ sin tener ninguna experiencia en teatro y tal vez eso minimice propuestas interesantes...

Ese es uno de los problemas que existen, que a pretexto de ‘performance’ hacemos cualquier cosa. Pero, por ejemplo, en el caso de Zona Escena, que es un grupo de teatro que trabaja bastante con ‘performance’, ellos vienen de un trabajo que está acentuado en la danza. Hay que recordar que el ‘performance’ no solo es producto de las artes escénicas, viene de la música, de las artes plásticas. Es decir, es producto de esa multiplicidad del lenguaje que se conjuga ahí. Esto de la transdisciplinaridad, el ‘performance’ lo recoge bastante bien.

¿En lo que tiene que ver con las artes escénicas, de pronto los ‘performances’ que se proponen podrían encaminarse hacia un trabajo serio que se vaya profesionalizando con base en la experiencia?

Creo que la historia va a ir decantando eso. La historia va a decir qué hecho estético fue el que tuvo un trabajo con rigurosidad y propuestas nuevas. Lo otro será como un evento más. En eso es importante la existencia de críticos también; deben contar con una opinión frente al hecho estético.

¿Hay un encuentro entre quienes trabajan en las artes escénicas para consolidar una dramaturgia o reflexionarla?

La literatura dramática guayaquileña es muy escasa, a pesar de que el teatro siempre se mueve entre el texto y la representación, su existencia es imperiosamente necesaria, ayudaría a definir desde los textos una poética teatral ecuatoriana. Están también quienes desde sus propuestas intentan competir con la televisión, y el teatro no está para eso.

¿Es necesario marcar una línea entre todos los que están en las artes escénicas para fortalecer el sector?

La Universidad de las Artes va a inaugurar lo académico a nivel de Guayaquil y nacional, pero con o sin universidad se va a seguir haciendo teatro. Es más, muchas de las innovaciones de las artes escénicas han surgido al margen de la academia. Eso es un aliento para quienes hacemos teatro y danza independiente. Creo que es importante que la gente se sume para nutrirse. Siempre analogo las experiencias de Perú y de Colombia. Colombia tiene 2 teatros emblemáticos; el uno es el Teatro de La Candelaria y ellos han tenido los mismos problemas que los teatristas guayaquileños. Sin embargo, se han consolidado como un grupo donde la dramaturgia la han producido por su cuenta, tienen un grupo, un espacio. ¿Cómo lo lograron, a pesar de los problemas que de pronto son mucho más complejos que los nuestros? ¿Qué ha pasado aquí? Es la gran pregunta. ¿Qué no hemos hecho o qué no hemos hecho bien para no haber podido unir voluntades para hacer un trabajo escénico con mayor presencia a nivel teatral e histórico? Porque la historia del teatro se está escribiendo y tiene algunas lagunas aún.

Al hablar de los problemas de los artistas guayaquileños, ¿a cuáles se refiere?

A la formación, a la rigurosidad, a la búsqueda. Aquí hubo un grupo de teatro que permaneció un tiempo, hizo historia, pero se fue el director y el grupo desapareció, y después no hubo propuesta ni continuadores.

¿Tal vez obedezca a una falta de reflexión sobre la situación del teatro?

De pronto sí, lo que puedo percibir es que la gente quiere que todo nos dé el Estado y eso no es así. Políticamente la realidad se construye y las artes deben desestructurar esa realidad.

El público va cuando hay una propuesta seria, rigurosa, cuando tu trabajo tiene sustento.

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