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En guayaquil y quito hay organizaciones que se acogen a la medida de la adhesión voluntaria

El Teatro a la gorra prioriza el arte

El Teatro a la gorra prioriza el arte
09 de septiembre de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

En Guayaquil y Quito las ofertas teatrales de varias agrupaciones tienen una forma singular de cobrar su taquilla: El pago es voluntario. En ciertos casos establece un costo mínimo. La modalidad tiene cabida en espacios pequeños, organizaciones independientes y una puesta en escena de gran calidad.

Las condiciones para operar bajo esta modalidad difieren en cada agrupación. Entre las razones se encuentra que la taquilla de su trabajo no funciona bajo las lógicas del mercado, ni las ordenanzas municipales de estas ciudades. A esto, se suma un principio de ética que permite distinguir a mayores rasgos a cada agrupación al plantear la apertura gratuita y la adhesión voluntaria al público en los distintos montajes que presentan.

En Guayaquil trabajan de esa forma 2 agrupaciones: Muégano Teatro, dirigido por Santiago Roldós, y La Fábrica, dirigida por Nathalie El-Ghoul. En Quito se distingue La Karakola, casa de experimentación y convivencia artística.

Lo primero, para que un espacio pueda tener una taquilla y funcionar como teatro, debe adherirse a las ordenanzas municipales de su ciudad. En el caso de Guayaquil la ordenanza de espectáculos públicos no diferencia demasiado entre una corrida de toros o un concierto de Fausto Miño de una obra presentada por actores independientes.

El mayor conflicto que enfrentan quienes apuestan por presentar una obra de teatro con una taquilla es hacerlo con actores internacionales. Los nacionales están exentos de impuestos ante el Municipio, no así con el Servicio de Rentas Internas y la Sociedad de Autores y Compositores del Ecuador (Sayce), organismos a los que deben pagar por cada obra que presentan, dependiendo de los costos de la taquilla.  

En el caso de obras en las que de 10 personas al menos una no sea ecuatoriana, los organizadores deben sumar a la lista de pagos anticipados y trámites el 10% de la taquilla. Como anticipo, es un valor estimado y en el caso de que lo que se recaude sea inferior a lo pagado, el siguiente trámite es “pedir el vuelto”. En Quito sucede algo similar, pues si bien hay que reportar los costos de las taquillas, estas no deben pagar impuestos al Municipio. Además, los artistas extranjeros no necesitan hacer ningún tipo de trámite ante el Municipio.

Para el actor, director y guionista Aníbal Páez, la adhesión voluntaria es una respuesta de los grupos teatrales a los trámites establecidos. “La donación no es imputada. La gente es libre y encuentra con esto un mecanismo para no tener que pasar por el largo y tedioso trámite municipal. La solución sería que sea ágil”, dice Páez. A esto, agrega que las normas de control establecidas por el Municipio de Guayaquil son necesarias, “pero al no ser unificadas lo que hacen es desalentar la promoción de espectáculos artísticos y creo que todas las políticas deben ser hacia alentar”.

El-Ghoul coincide con Páez y afirma que “mientras no exista una simplificación y coherencia en los trámites municipales para la realización de espectáculos, nos mantendremos en la opción de la adhesión sugerida”.

Para la directora de La Fábrica, que desde este año trabaja con la propuesta de Teatro a la gorra, “Guayaquil adolece de espacios en donde se pueda no solo ver una obra, sino también discutirla después, creo que es básico en la construcción de un público, volverlo crítico, incluso en el momento de  pagar un tique para ir a ver teatro, danza, etc”. Y en esa postura también sostiene su labor en el espacio que maneja desde 2010.

“Mucha gente confunde el valor artístico con el valor económico, piensan que pagar $ 180 por ver un actor de cine gringo que viene, es obviamente más “artístico” y de mayor valor que un grupo de teatro local, que tiene 20 años tratando de hacer cosas y cuya sede está a la vuelta de la Bahía”, dice El-Ghoul.

En este proceso de invalidar la taquilla fija, también hay, sin duda, una sensibilización del público y otra forma de pensar las propuestas teatrales. Para Esteban Ruiz, uno de los fundadores de La Karakola, “la dinámica con el público cambia o se altera desde el momento en que elaboras el acto estético, no solo con el valor monetario de una entrada. El enfoque comunitario es una filosofía basada en el compartir, no miras al otro o la otra como sujeto objetivo para vender tu espectáculo sino más bien lo consideramos el vecino o la vecina con quien nosotros (artistas) compartimos”.

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