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El tango “ilegal” es causa de furor en calles de París

El tango “ilegal” es causa de furor en calles de París
14 de agosto de 2011 - 00:00

París, Francia.-

Como en sus años de oro, la danza del tango vuelve a hacer furor en París, pero no solo en los cabarés sino también en las calles y en los lugares más emblemáticos, como la explanada frente a la Ópera Garnier, el patio central del Palacio Real y los muelles frente al río Sena.

A estos telones de fondo de lujo se le agrega una pizca de travesura, dado que estas milongas no cuentan con el visto bueno de las autoridades y por tanto son “milegales”, como las llaman los organizadores jugando con las palabras.

Cientos de personas están inscritas en las listas de correos coordinadas por los franceses Fabrice Ballion y Tonton Jojo (como se hace llamar), que envían un mensaje el día anterior o apenas horas antes anunciando el lugar y la hora donde se hará la siguiente convocatoria.

“Cuando comenzó, hace más o menos dos años, había un pequeño grupo, de una decena o quincena de personas, y poco a poco ese núcleo se agrandó. La gente hablaba y entonces se inscribía en las listas y después el rumor circuló por todos lados y rápidamente se estuvo al tanto”, explicó Ballion.

En cada milonga participan alrededor de 50 parejas de todas las edades, que llegan furtivamente de todos los rincones de París y que están siempre atentas para irse rápidamente cuando la Policía amenaza con incautar el equipo de música que usan para poder bailar.

“En general la Policía es muy comprensiva. No venimos para pelear, venimos para danzar y pasar un buen rato”, dice una tanguera italiana de 70 años, que prefiere no identificarse pero confiesa con picardía que cuando los agentes llegan “se largan” velozmente del lugar.

Los jóvenes también están presentes, atraídos por el tango por diferentes razones, como la que da un joven argelino que reside en París y que conoció la danza rioplatense a través de la película Perfume de mujer, cuando Al Pacino bailó al son de Por una cabeza.

“Soy guitarrista y durante mucho tiempo me interesó el folclore argentino, como la chacarera. Luego quise tocar tangos pero para poder hacerlo primero tuve que aprender a bailar. Y ahora que lo bailo ya no lo toco más”, explicó el joven.

Otro tanguero, de 40 años, que participa de estas milongas y se acerca varias veces cada semana, confiesa que la ilegalidad le agrega un “elemento picante” y “reaviva el interés” por la danza. Para este hombre, de nacionalidad francesa, el tango es una adicción: “Tiene una gran carga emocional, con la pareja y con la música, y nos transforma la vida”.

Tal es el éxito de las milongas ilegales que los organizadores ya no buscan el permiso de las autoridades, sino que prefieren guardar este aspecto transgresor y organizarlas en los lugares que se les ocurra de manera espontánea.

Las parejas aún no se deciden por el mejor lugar para bailar

"Debe quedarse así, salvaje, pirata e improvisada. No queremos pedir la autorización necesaria a nadie", dice  Fabrice Ballion, que agrega como beneficio de hacer milongas al aire libre el hecho de que sean gratuitas.

Al momento de elegir el mejor lugar para bailar las opiniones coinciden en el suelo de la explanada de la Ópera Garnier, en el corazón de París, y la superficie de mármol de Trocadero, que permite deslizarse con mayor facilidad y bajo la mirada vigilante de la Torre Eiffel.

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