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Desde chongón hasta buenos aires está la denominada ruta estudiada por arqueólogos

El retorno de San Biritute marca un hito (Infografía)

El retorno de San Biritute marca un hito (Infografía)
03 de abril de 2015 - 00:00 - Redacción Cultura

La Ruta de los Viejos Dioses, llamada así por el arqueólogo Francisco Huerta Rendón, en 1949, va desde el sureste de la cordillera Chongón-Colonche a Buenos Aires, en la provincia de Santa Elena. En este espacio coinciden monolitos prehispánicos y poblaciones envueltas en una tradición mística, heredada y vigente.

En uno de los pocos libros de la BibliotecaMunicipal de Guayaquil se aborda la diversidad de esta cultura -y otras prehispánicas del país- desde su relación con los habitantes y creencias, también se habla de ella en pasado. El libro se titula Nuestro ayer. Pero si bien los monolitos que integran los vestigios hallados en esta ruta se enmarcan en el tiempo de vida de la cultura Manteño-Guancavilca (600 d.C. al 1500 d.C.), el pasado vuelve a ser un prejuicio que relega la importancia del patrimonio en el presente.

La constancia de los monolitos del ‘pasado’ vigentes en la identidad de los pueblos de la zona de la cordillera de Chongón-Colonche tiene su mayor expresión con San Biritute. Esta figura monolítica de dos metros y medio regresó a Sacachún por la gestión del Instituto Nacional de Patrimonio (INPC) y la solicitud de los habitantes del lugar, luego de haber pasado 58 años en el Museo Municipal de Guayaquil, expuesta como un objeto del pasado.

A su regreso, San Biritute sigue recibiendo a los pobladores con ofrendas, pedidos de fertilidad y danzas.

Los monolitos se encuentran vinculados con distintas prácticas rituales de sus comunidades para propiciar a partir de estos elementos, pensados desde la espiritualidad, la fertilidad y la vida. Por esto sus representaciones son masculinas, femeninas y guardan una simbología desde el agua, con el sostenimiento de las albarradas, sistemas de aprovechamiento de agua ancestrales.

Durante el período de colonización, los ritos de los indígenas fueron la principal resistencia al dominio extranjero, según consta en el trabajo de Karen Stothert e Iván Cruz Cevallos en el libro Contacto Espiritual: Tubos de Inhalación y Objetos Mortuorios de la Cultura Manteña. En ese tiempo los nativos celebraban sus ritos en los cerros.

El pozo de agua y el mono al que tradicionalmente la población de Chongón le pedía favores antes de ir a la iglesia católica están ahora en medio de su parque central. Siguen creyendo en besarlo como sinónimo de buena suerte. La escena se repite en el centro de los poblados de Juntas del Pacífico, La Barranca, Sube y Baja. Lo constata la arqueóloga Maritza Freire en su trabajo bibliográfico El camino de los viejos dioses guancavilcas.

“A fines de los 90, con la crisis, la gente me quería vender piezas arqueológicas, pasaban las adversidades de la lluvia y el daño de sus sembríos. No los justifico, pero los entiendo. Han pasado 15 años de eso y con trabajo que se ha realizado en arqueología, con la creación de museos, lo que ha pasado es que ellos valoran sus pertenencias y se han vuelto los principales custodios de su patrimonio”, dijo Freire.

“De acuerdo a la memoria oral -explica Freire en su trabajo- los monumentos que figuran ahora en el centro de los poblados provienen del cerro Las Negras y conformaban un conjunto de esculturas humanas de piedra, femeninas y masculinas, seguramente parte de un sistema de representación, cuyo significado estaba vinculado a estrategias de reproducción social, regulación ecológica, comunicación interétnica, relaciones de género y el sostenimiento del liderazgo”.

Freire agregó que las poblaciones tenían un patrón disperso, que posteriormente se va nucleando, en búsqueda de una identidad. “Para revelar lo que son, llevan esos tótems a sus poblados. Les sirve para construir una nueva realidad. Ese objeto ya no solo sirvió hace 2.000 años, ahora puede ser que le importe más a la gente, pues quieren sus piezas de vuelta y representarse como conjunto poblacional”, explicó la arqueóloga.  

“Los monolitos son el objeto material palpable de una historia rica que alguna vez se creyó perdida o desaparecida, hay quienes dicen que no tenemos cultura, pero nuestra cultura se puede demostrar con mil ejemplos vivos, frente a nosotros, al virar la esquina”, dijo Edmundo Aguilar, un antropólogo que dedicó bastante tiempo a vivir con comuneros de la actual Santa Elena. (F)

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