El psicoanálisis se nutre con la recopilación de 160 cartas
Más de 160 cartas inéditas de Anna Freud (1895-1982) y del pedagogo August Aichhorn (1878-1949) aportan nueva luz a un movimiento pionero del psicoanálisis en la Viena de entreguerras, cuyo objetivo es hoy tan actual como entonces: el rescate de niños y jóvenes del desamparo y la delincuencia. El psicoanalista y pedagogo social Thomas
Aichhorn, nieto de August, es autor del libro en el que edita las citadas cartas.
“El psicoanálisis solo puede florecer donde reina la libertad de pensamiento”, dice Anna, hija de Sigmund Freud, en una de las misivas a Aichhorn en 1946, y esta sentencia titula la obra que, publicada por la editorial alemana Brandes & Apsel, se presenta el próximo jueves en la Sociedad Psicoanalítica de Viena.
El autor destaca que el intenso trabajo desarrollado por un grupo en torno a ambos, si bien hoy puede considerarse histórico, se vio truncado no por falta de éxito, sino por la Segunda Guerra Mundial.
El régimen nazi desintegró a la Sociedad Psicoanalítica de Viena, y casi todos sus integrantes (además de psicoanalistas, esta entidad formaba pedagogos y asistentes sociales) huyeron a diversos países.
Hacia el final de la Primera Guerra Mundial, Aichhorn asumió la dirección de un importante centro de menores en Oberhollabrunn, en el noroeste de Viena, donde aplicó con éxito un método que luego desarrolló teóricamente en cooperación con A. Freud. Sus conclusiones las reflejó en su libro "Juventud Desamparada" (1925) que, traducido a múltiples idiomas, contribuyó al renombre internacional que conquistó en su época como educador pionero.
Para A. Freud, Aichhorn era uno de los precursores de un campo de creciente aplicación de los descubrimientos de Sigmund Freud. Y es que debía tratar formas de perturbaciones en las "que no se encuentran las condiciones intrapsíquicas originales del psicoanálisis", como las histerias, fobias o neurosis, y que por eso requerían de nuevas técnicas, destaca Th. Aichhorn.
Recuerda que su abuelo decía que sus éxitos anteriores al psicoanálisis eran "éxitos por casualidad", y se debían a una constelación favorable pero difícilmente imitable. Su idea era que los conocimientos surgidos del psicoanálisis permitían una comprensión que a su vez sería la base de una forma de enseñanza.
En su enfoque es "esencial, en contraste con otros enfoques de trabajo psicoanalista, que no se desempeña en lo privado, es decir, en un consultorio o en el también marco privado de una familia".
"Su idea era influir asimismo en los sistemas o entidades públicas de educación y ayuda social", y en consecuencia él estableció en Viena una nueva forma de trabajar en centros de asesoramiento de educación en oficinas municipales.
"La idea era que si se logra controlar cuanto antes historias de vidas críticas, o también influir pronto en el entorno, sería posible que la vida transcurriera desde un comienzo de tal forma que los comportamientos desagradables que suelen aparecer sobre todo en la juventud, ni siquiera aparezcan”. Pero si aparecen, defendía entonces determinadas formas de tratamiento, lejanas de las que eran y aún son habituales", dice el compilador.
Y añade: "Lo que le importaba no era que los jóvenes se adaptasen a las formas sociales dominantes, sino poder capacitarles para que vivan de manera que eviten la intervención (negativa, castigadora) del Estado en sus vidas", pues estimaba que los castigos, incluida la cárcel, podían destruir definitivamente esas vidas.