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El Telégrafo
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La película de no ficción se estrenará mañana, en LA EDICIÓN XIV DE LOS EDOC

El panóptico ciego recoge la voz de la cárcel cerrada

El largometraje antropológico se suma a la memoria oral de los vecinos del centenario expenal de San Roque. Foto:Cortesía Festivaledoc.org
El largometraje antropológico se suma a la memoria oral de los vecinos del centenario expenal de San Roque. Foto:Cortesía Festivaledoc.org
21 de mayo de 2015 - 00:00

La prisión más antigua de Quito abrió sus rejas de forma definitiva  en 2014, luego de 139 años de funcionamiento. En más de un siglo, las historias que allí sucedieron dejaron un rastro perecedero en cada rincón, una huella del pasado que tiene algunos detalles en parte del archivo administrativo del presidio, descubierto y rescatado de las llamas del olvido por un grupo de investigadores, cuya misión consistió en una búsqueda arqueológica y emocional que documenta el pasado de la edificación en la cual toda la parte interior es visible desde un solo punto.

El resultado de esta indagación es el documental El panóptico ciego (Mateo Herrera, 2014) que se exhibirá mañana, a las 18:45, en el cine Ochoymedio del barrio La Floresta, como parte del XIV Festival Encuentros del Otro cine.

Luego de la proyección se realizará el conversatorio ‘La defensa del Archivo del Penal’ en el que estarán presentes el director, quien ya está trabajando en la posproducción de un nuevo largometraje de ficción, Chuquiragua; la historiadora del arte Lorena Cisneros y el antropólogo Boris Idrovo. Los 3 participaron en la investigación previa, junto a otro antropólogo, Jorge Núñez, quien escribió el guión y que no estará ese día porque se encuentra en Barcelona, España, aunque reside en Londres, Inglaterra.

Después de que sus ocupantes fueron trasladados al Centro de Rehabilitación Social Regional de Cotopaxi –entre febrero y abril de 2014–, Boris Idrovo subió, junto al equipo de investigación que registró el estado del edificio decimonónico, al mirador del panóptico, el lugar en donde se apostaban los vigilantes, y encontraron “en costales y en cajas un sinnúmero de documentos”, según le contó a EL TELÉGRAFO. “Realmente no había un archivo, de hecho, algunos papeles estaban maltratados y en un mismo costal se podían encontrar archivos de los 90 o de 2005”.

“Uno de los empleados del Ministerio de Justicia que también visitó el expenal (García Moreno) había encontrado prontuarios más antiguos, de los 80. Uno de ellos era una bitácora de lo que sucedía en 1905. Ese fue el documento más antiguo que pudimos revisar”, recordó Idrovo. El hallazgo fue el inicio del hilo narrativo de la película.

La reconstrucción que se presenta en la obra final está narrada a partir de estos legajos, y tuvo al historiador experto en archivos Ramón Alberch Fugueras, de origen catalán, como testigo de su importancia. Según Idrovo, el especialista, que coincidió con su labor, sopesó el valor de su hallazgo al decir que, “si se conserva, el archivo sería el segundo del mundo que trate sobre cárceles y derechos humanos”.

El primero podría ser el informe Brasil: nunca mais, en el que se demuestra la tortura y desaparición de presos a manos del gobierno militar de 1985. Uno de los escenarios de estos crímenes de Estado fue otra cárcel, la Casa de Detenção de Sao Paulo, ubicada, desde 1956 hasta su demolición, en 2002, en el barrio paulista de Carandiru. Esta penitenciaría llegó a ser la más grande de Sudamérica cuando albergó a 8 mil reclusos. Pero fue en plena era democrática que, tras una rebelión en su interior, 111 personas fueron asesinadas por parte de la Policía Militar del Estado en esa cárcel, en 1992. El médico Drauzio Varella, quien ejerció su oficio de forma voluntaria, entre 1989 y 2001, escribió sus memorias en el libro Estação Carandiru (1999), que posteriormente dio lugar al filme de ficción Carandiru, dirigido por Héctor Babenco y estrenado en 2003.

La recuperación de archivos de esta naturaleza suele darse luego de errores de los archivadores oficiales, en lo que Antonia Ferrer -encargada de reseñar el libro Archivos y Derechos Humanos, escrito por Ramón Alberch en 2008- define como “un exceso de confianza por parte de los encargados de la eliminación del material”.

Uno de estos casos tuvo que ver con la filtración de archivos clasificados de la Operación Cóndor en Paraguay, cuando se hallaron abandonados en un suburbio de la ciudad de Asunción.

El panóptico ciego, del director Mateo Herrera, sería un aporte antropológico e histórico a la reconstrucción y de la memoria de la que fue la prisión más antigua de la República, cuyas rejas, durante la última etapa de funcionamiento, albergaron a 4 mil privados de la libertad, cifra que cuadruplicaba la capacidad normal del recinto. (I)

Datos

El documental fue producido por Nathalie Moeller, la edición la hizo Amaia Merino, Simón Brauer es el encargado de la fotografía y Juan José Luzuriaga, del sonido.

El director es Mateo Herrera. Su carrera está dividida entre proyectos cinematográficos, trabajos audiovisuales institucionales y proyectos experimentales. Ha dirigido 7 largometrajes entre ficción y documental.

La sección Cómo nos ven, cómo nos vemos, del Festival EDOC 2015, presentará la obra, el viernes, a las 18:45. Otro de los filmes de no ficción ecuatorianos de esta categoría es Instantes de campaña, de Tomás Astudillo.

El historiador catalán Ramón Alberch avaló el hallazgo de los realizadores del documental al coincidir con ellos en el expenal como “el segundo archivo mejor conservado sobre cárceles y DD.HH.”.

 

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