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El Telégrafo
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Este concepto se refleja ahora en las medidas que toman los países para prevenir el terrorismo

El mundo de Beck: el nacimiento de la sociedad del riesgo

Beck estudió aspectos como la modernización, los problemas ecológicos, la individualización y la globalización. Foto: Internet
Beck estudió aspectos como la modernización, los problemas ecológicos, la individualización y la globalización. Foto: Internet
11 de enero de 2015 - 00:00

En la primavera de 1986 y a pocos kilómetros de Múnich (Alemania), la señora Ruhdorfer permitió a un joven sociólogo apostarse sobre una de las colinas con vista al lago de Starnberg.

En aquel lugar, donde el cielo se confunde con el azul del lago, la idea de un mundo apolíneo es diluida bajo la profecía de lo dionisíaco. La satisfacción del progreso humano se opaca por la catástrofe de su propia tecnología.

El accidente nuclear de Chernóbil (Ucrania) no hizo más que confirmar lo que el vecino de la señora Ruhdorfer construía en su pensamiento. Había nacido la sociedad del riesgo.

Aquella crítica elaborada por Ulrich Beck (Alemania, 1944) fractura a la modernidad para alertar las consecuencias de su desarrollo industrial.

El mundo no se enlaza para resolver con certidumbre sus problemas tangibles, sino que engendra un dilema más complejo que el de las relaciones de poder fundadas en la lucha de clases y la repartición de las riquezas.

Aparecen los riesgos como situaciones inexistentes, carentes de explicaciones empíricamente comprobables y ciertas, asociadas además a la idea de un posible daño.

Así, las constantes emanaciones de gas y la contaminación ambiental o el consumo de mercancías tóxicas para la salud y la naturaleza, han dibujado un nuevo escenario en la configuración de las relaciones a nivel mundial, llevando a la civilización a gestionar la previsibilidad de lo infinito.

La posibilidad de padecer un riesgo dejó de ser un fenómeno de la sociedad europea. Hace mucho tiempo que penetraron las estructuras culturales, sociales e institucionales de otras latitudes.

El mundo se cohesiona con más facilidad para eliminar las abundancias de los peligros o riesgos que para distribuir las abundancias de las riquezas.

Sin embargo, los programas mundiales de la sociedad del riesgo son multimillonarios, cuentan con burocracias y presupuestos de estados fuertes y débiles, así como de corporaciones transnacionales y organizaciones no gubernamentales.

El solo discurso para evitar un riesgo vale por sí mismo aunque no existan soluciones calculables y predecibles, una vez que los riesgos son vistos como fenómenos universales que producen un sentido de agregación inmediata, mientras que la pobreza y la miseria es relegada al ámbito de lo local o doméstico de cada pueblo.

El riesgo es global y escapa del control soberano de los estados. Cualquier amenaza nuclear o terrorista tiende a generalizar la política del presente.

De esta forma, a pesar de que la mayoría de los países de América Latina no ha sufrido ataques como los del 11-S (11 de septiembre de 2001, Estados Unidos), los sistemas de vigilancia y seguridad de sus aeropuertos deben acoplarse para evitar un (im)probable efecto similar.

No solo los países industrializados son los que hoy pueden ser tachados como productores de riesgo, sino también los del Tercer Mundo.

La sociedad del riesgo desmantela a la política para sembrar en su núcleo estructuras hegemónicas de seguridad. Con ello se abre el camino a una sociedad donde todos desconfían de sí.

En este nivel, el riesgo deja de cohesionar y solidarizar para escindir, separar o fragmentar individuos y colectivos.

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