En las décadas del 80 y 90 el INPC localizó distintos asentamientos de la cultura Daule Tejar, Guancavilca y Milagro Quevedo
El mito de Guayas y Quil se enfrenta a la evidencia histórica de los chonos
En la biblioteca municipal Carlos A. Rolando el único libro que existe sobre la ‘historia’ de Guayas y Quil es uno de leyendas. Edgar Allan García integra en uno de sus relatos, publicado a finales del 90, la historia de los indios que le habrían dado nombre a la ciudad. No recuerda ya las fuentes bibliográficas, pero al ser una ‘historia’ bastante conocida la recreó a su manera.
La leyenda de Guayas y Quil se sostiene aún con el tono de la historia en la enseñanza escolar y se legitima a través de un monumento, al que el Municipio de la ciudad le dará mayor tamaño del que ya tenía.
La historia prehispánica local no ha logrado actualizarse con las evidencias arqueológicas de los últimos años, en las que los principales vestigios encontrados pertenecen a culturas como la de los chonos (Milagro-Quevedo; 500- 1500 d.C.), cuyo cacique Guayaquile le daría el nombre a la ciudad. La historia requiere inversión en materia de arqueología de campo para continuar con los proyectos que no han tenido cabida por falta de presupuesto.
“No hay ninguna evidencia de que hayan existido Guayas y Quil, eso es solo un mito”, dice el arqueólogo Jorge Marcos, uno de los mayores investigadores de las culturas de la costa ecuatoriana.
En la década del 20, el historiador Ángel Véliz Mendoza explicaba en artículos documentados la existencia del cacique chono Guayaquile. El explorador italiano y autor de las primeras narraciones sobre América tras la llegada de los españoles, Girolamo Benzoni, refiere haber conocido el río chione o chono, a cuarenta millas del “mar y poderoso afluente” del Guayas.
A lo largo de la historia de la conquista, los cronistas españoles ignoraron la existencia del pueblo chono. A pesar de referencias anteriores, a mediados del siglo XVIII, el padre Juan de Velasco dice que el territorio de Guayaquil es totalmente habitado por los guancavilcas, de acuerdo a la investigación del historiador peruano Waldemar Espinoza Soriano, en ‘Etnohistoria ecuatoriana estudios’.
A partir de la referencia del padre de Velasco, en las siguientes documentaciones se niega a los chonos e incluso, se dice que eran parte de la nación guancavilca, cuando antes se los había reconocido como enemigos. En 1926 Horacio H. Urteaga promovió el Mapa del Tahuantinsuyo, donde no figuran los chonos. En los 70, Emilio Estrada investiga sobre las últimas civilizaciones prehistóricas de la cuenca del Guayas sin mencionarlos ni una sola vez. Sin embargo, los hallazgos y prospecciones arqueológicas en la ciudad dan constancia de esas otras culturas a las que se ha ignorado.
En la década del 80 se inician, a través del Instituto Nacional de Patrimonio (INPC), dos grandes proyectos arqueológicos (Salvataje Imprevisto y Gran Guayaquil) en la ciudad y se recogen los principales hallazgos en el pequeño folleto ‘Informes sobre la Arqueología de Santiago de Guayaquil’.
Desde esa época se identifican asentamientos prehispánicos localizados en el perímetro urbano, especialmente en la parte norte y oeste de la ciudad, donde se preveía un mayor impacto en el crecimiento poblacional.
A través de estos estudios se encuentra un cementerio durante la construcción del sifón Las Iguanas, en 1994. El arqueólogo José Chancay, miembro del INPC, fue responsable de esta investigación. El hallazgo se ubicó en el canal para el trasvase del Río Daule a la península de Santa Elena. Se descubrieron 16 urnas cerámicas conteniendo osamentas humanas, que pertenecerían a la Cultura Milagro.
En Flor de Bastión se halló, en 2010, lo que sería una extensión del cementerio de Las Iguanas. A este lo identificaron como parte de la Cultura de los Chonos. Entre las osamentas se encontró un pedazo de vidrio, con lo cual se evidenciaría el contacto de esta cultura con los españoles.
Los hallazgos arqueológicos en Guayaquil no evidencian la totalidad de ocupación de los guancavilcas, como relataron los cronistas españoles. A pesar de eso, el INPC determinó en la década del 90 la ubicación de 18 sitios integralmente guancavilcas, en el área que entonces se establecía para la construcción de las pistas del aeropuerto, entre Chongón y Daular.
Estos sitios estarían ubicados en las lomas y colinas adyacentes que servirían para obtener materiales de relleno y compactación. La recomendación era realizar un rescate arqueológico. Sin embargo, como muchos de los hallazgos que se hicieron con estos proyectos, no se logró trabajar en un rescate, más allá de su simple ubicación.
“Este pésimo sistema educativo no incorpora los nuevos descubrimientos de la historia. No se implementan los conocimientos de la arqueología. No tendría mucho sentido hacer un nuevo monumento a los guancavilcas. Toda la historia de Ecuador hay que reescribirla”, dice Marcos.
Para el historiador Ángel Emilio Hidalgo, si Guayaquil requiere un monumento a la historia es a la cultura que ha sido ignorada, al pueblo chono. A pesar de que se ha tratado priorizar a los guancavilcas, que fray Reginaldo de Lizárraga describe en 1604 como “gente bien dispuesta y blanca, limpios en sus vestidos y de buen parecer”.
En cambio, de los chonos dice que eran morenos, no tan políticos como los guancavilcas, pero se los relociona a través de otros relatos como auténticos navegantes, una de las primeras y principales actividades comerciales de la ciudad (I).