El jaguar de la cultura La Tolita, deidad sin contexto

La cultura La Tolita (600-300 a.C.) se dedicaba a la práctica ceremonial. Estos pobladores de la Costa de Ecuador y Colombia no tenían un orden militar como el de los manteños o los huancavilcas. En sus rituales machacaban hojas de coca, las combinaban con cal para iniciar el rito. Los chamanes se convertían en jaguares en su trance o  utilizaban un disfraz bajo el cual “podían obrar como protector o agresor”,  detallan las investigaciones del arqueólogo colombo-austriaco Reichel Dolamatoff.

El chamán buscaba convertirse en la deidad del tercer felino más grande del mundo, el depredador más temido por su astucia, su ferocidad y su poder sobre la naturaleza en América. El jaguar es uno de los íconos de las culturas precolombinas de Mesoamérica, así como de Colombia y Ecuador. Detalla el gestor cultural Christian Levi en su investigación ‘Deidad felina cultura La Tolita’, el jaguar  representa las fuerzas vitales de la naturaleza. “Los hombres felinos con el falo erecto y en actitud agresiva muestran la ambivalencia o pensamiento dual que caracteriza la concepción del mundo del hombre precolombino: la lluvia puede fertilizar el suelo, pero también puede anegar y destruir los campos de cultivo; o el chamán, quien vela por la comunidad y la orienta, puede convertirse en destructor y transgresor al transformarse en jaguar”.

En el país, una de las figuras más representativas de esta cultura se expone en la muestra permanente ‘10.000 años del antiguo Ecuador’. Su ficha no era más que un simple registro: figura zoomorfa de la cultura tolita. Levi inició su investigación comparativa entre el jaguar carente de contexto e investigaciones científicas con una vasija de la misma cultura. A través de la figura del jaguar que sobresale de la vasija ceremonial determina los elementos faltantes de la escultura grande y hueca: la lengua, una diadema ritual y decarativa sobre su cabeza y las garras de sus extremidades superiores.

La figura, según detectó Levi a través de otras fichas, fue comprada por el Banco Central a un huaquero, en los 80. Los rasgos de la pieza determinarían un chamán en trance por sus ojos saltados y su posición de ataque. La larga cola es una herramienta para sostener su consistencia.

Según el estudio de Levi, “la pieza estaba cubierta de pintura, pues en esta área los colores rojo, ocre, blanco, amarillo y azul verdoso estaban asociados al jaguar y en este se observan vestigios de pigmentación roja”.

El arqueólogo Edmundo Aguilar dijo en la presentación de este estudio, el pasado 10 de noviembre en el MAAC, que lo más importante es tratar de determinar los rasgos característicos de la pieza según su propio contexto histórico.

Según Aguilar, hay quienes intentan hallar rasgos de cubismo o surrealismo en estas piezas, cuando los rasgos, si bien pudieran ser similares a las de expresiones pictóricas recientes, son distintas temporal y espacialmente.

La deidad felina integra el catálogo de las 265 figuras de distintos museos del país que se expondrán en Francia, en la muestra ‘Ecuador, chamanismo y divinidades de la Costa precolombina’. Esta será entre el 16 de febrero y 15 de mayo de 2016, en el Musée du quai Branly de París. Esa es la razón por la que la sala de ‘10.000 años del antiguo Ecuador’ permanece cerrada, pues 150 de sus piezas integran el catálogo. En aproximadamente dos semanas, se volverá a abrir la sala con algunas readecuaciones y las fotografías de las piezas faltantes.  

Mientras, otros elementos constitutivos de La Tolita permanecen en la reserva: una cantidad de tapas, ponzones y estatuillas en cerámica o hueso con jaguares en distintas posiciones esperan nuevos rastros de su historia. (I)