El grupo Actantes recupera el realismo social de García Jaime

En una de las últimas visitas que el dramaturgo guayaquileño Luis García Jaime hizo al teatro, en 2015, fue espectador de Febrero 33, una obra suya que no reconoció como propia. Cinco años atrás lo atacó el mal de Alzheimer y cuando vio a Víctor Aráuz interpretar ese monólogo, sus gestos eran de rechazo, a pesar de que lo conocía. Pasaron varios minutos hasta que en una de las frases que decía Aráuz reconoció su obra y empezó a repetirla con el intérprete.

Hace 8 años, antes de que el grupo Actantes, dirigido por Jéssica Páez, montara por primera vez Febrero 33 como una obra de microteatro, Aráuz, uno de los miembros del grupo, le prometió a Luis García Jaime que interpretaría sus obras.

El montaje que hicieron en 2015 con Febrero 33 inició una serie de adaptaciones de las obras de García Jaime que ahora, a un año de su muerte, son un pretexto para homenajearlo.

La semana pasada en Pop Up, en Urdesa, el grupo Actantes inició una temporada dedicada al dramaturgo. En esta pondrán en escena adaptaciones en microteatro de las obras Febrero 33, Negro de mierda, Se necesita cocinera y Viernes Negro. Estas piezas escénicas figuran en Febrero 33 y seis pedazos de teatro, una publicación del autor, editada en 1972 por la editorial de la Casa de la Cultura, Núcleo del Guayas.

Las obras de García Jaime trabajan desde el realismo social y abordan temáticas que se pensaban como tabúes en la época que el dramaturgo escribió. Así lo describen en los prólogos del libro que hizo García Jaime, el también dramaturgo José Martínez Queirolo y el comentarista Bernard Fougeres.

En Viernes Negro, por ejemplo, García Jaime intercala la religión con la experiencia de una prostituta; En Negro de mierda describe la forma cómo funciona el racismo; y en Febrero 33 narra cómo un hombre desvaría en su soledad.

Jéssica Páez considera que estas representaciones teatrales están vigentes, a pesar de que hay un lenguaje y una sociedad que han cambiado en ciertos aspectos, así como hay una visión de la realidad que se mantiene en estas obras.

Jorge Tenorio, un actor afroecuatoriano que trabajó en televisión, es el protagonista de la obra Negro de mierda que integra el ciclo de homenaje. Considera que Luis García Jaime “fue un pionero en hablar de temas que no se atrevían a mencionar en el teatro: de putas, de empleadas domésticas, de racismo. Negro de mierda hace un reclamo de todo lo que nos ha pasado a nosotros como negros. Llega al punto de expresar con claridad cómo vivimos, pero ¿cómo pudo llegar él a escribirlo de esa forma si no era negro? Para mí, hacer este homenaje es comprender a un genio”.

El actor y director de Teatro Arawa, Juan Coba, recuerda a García Jaime por su apoyo a las primeras ediciones del Encuentro de Teatro Universitario y Politécnico (Entupe). Entonces, un grupo de teatro machaleño montó una de sus obras. Luego, Coba tuvo muy pocas noticias del autor hasta que se enteró de la publicación de Ese hombre, una obra que nadie ha montado aún y en la que defiende la presidencia de León Febres-Cordero. Esta pieza fue publicada por el Municipio de Guayaquil y, aunque podría pensarse como una producción distinta a su labor inicial, Coba considera que esta no desmerece su trabajo. 

Para Coba es recurrente que se olvide a los dramaturgos locales, como ha ocurrido con Agustín Vulgarín, quien abordó un teatro de tipo social y ecológico, en el que manejaba el humor y la ironía.

El director del Teatro Arawa considera que el lenguaje de García Jaime es sencillo y que es fácil de abordar como en Viernes Negro, una obra que montó en 2012 junto con su grupo de teatro universitario. (I)