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El Telégrafo
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Varias de las obras de los escritores fueron censuradas por la dictadura de franco, en el anterior siglo

El franquismo vetó la literatura regional

Desde Gabriel García Márquez hasta Juan Carlos Onetti, los autores fueron entrevistados por el chileno Luis Harss justo antes de alcanzar el estrellato.
Desde Gabriel García Márquez hasta Juan Carlos Onetti, los autores fueron entrevistados por el chileno Luis Harss justo antes de alcanzar el estrellato.
tomado de infobae
30 de junio de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

Al cumplirse 50 años de la publicación de Los nuestros, del escritor chileno Luis Harss, una nota publicada hoy, en El País de España, recuerda cómo la dictadura franquista censuró y retrasó, por quince años, la entrada de varias obras fundamentales del boom latinoamericano.

El libro de Harrs, en 1966, anunció el nuevo canon de la literatura regional al publicar extensas entrevistas a Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, João Guimarães Rosa, Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti, Juan Rulfo, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Jorge Luis Borges. “Los censores, que evaluaban si cada nuevo libro atacaba ‘a la moral, a la Iglesia o al Régimen’ -según el Archivo General de la Administración-, ‘aconsejaron’ suprimir ocho páginas de Rayuela en 1967 (...) También fue retrasada la entrada en España del escritor mexicano Carlos Fuentes. Aunque en 1966 llegaron 17.000 ejemplares de La muerte de Artemio Cruz, los censores ya habían rechazado hasta entonces tres obras suyas -incluida Cambio de piel-. Los intentos en 1960 de la editorial Hispano-Americana de exportar a España 50 ejemplares de La región más transparente y otros tantos de Las buenas conciencias fueron repelidos”, señala la nota.

Pedro Páramo, de Juan Rulfo, también sufrió la censura franquista y la obra fue rechazada en 1955, año de su publicación. El censor dijo que “hay descripciones crudas de hechos y situaciones inmorales, que a juicio del lector que suscribe aconsejan que no se autorice la distribución de tal novela” en el libro del mexicano. Sin embargo, con el trabajo del colombiano Gabriel García Márquez no tuvo problemas, ninguno de sus libros fue alterado por el franquismo. Sobre Cien años de soledad, los censores dijeron que “políticamente, la obra no presenta problema ninguno.

Ideológicamente tampoco, porque no defiende tesis si no que describe situaciones. Moralmente, presenta un ambiente en el que predomina la inmoralidad como cosa de todos los días y sin ulteriores preocupaciones éticas, aunque no falten personajes que se planteen problemas de conciencia. Sin embargo, no se incurre en descripciones escabrosas ni inmorales: simplemente se describen situaciones inconvenientes sin aprobarlas ni condenarlas, pero produciendo una impresión desfavorable hacia tales situaciones. La obra es autorizable. Como novela, muy buena”.

En el caso del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, los censores sugirieron eliminar, de El Pozo, pasajes como este: “Y si uno se casa con una muchacha y al día siguiente se despierta al lado de una mujer, es posible que comprenda, sin asco, el alma de los violadores de niñas y el cariño baboso de los viejos que esperan con chocolatines en las esquinas de los liceos”.

Mientras que del cubano Alejo Carpentier, por su novela El siglo de las luces, en la que interpelaba a la Iglesia, la dictadura dijo: “Se aprovecha toda oración para denigrar a la Iglesia con irreverencias y a España por su catolicismo. Como esto está repartido por toda la obra es difícil señalar páginas. Hay también descripciones obscenas. Por todo ello, nos parece que no es autorizable”. (F)

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