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Ecuador, 26 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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El Festival de Loja enciende el debate sobre políticas culturales

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Este año, festivales de larga trayectoria (como el Internacional de Manta, de La Trinchera, el Entepola, de Arawa, o el Fiartes de Zona Escena) trabajan con menos de la mitad de su presupuesto habitual y con programaciones reducidas en comparación con años anteriores. La postergación de los apoyos estatales, como los fondos concursables que el Ministerio de Cultura y Patrimonio (MCYP) promueve desde 2009, así como recortes de la empresa privada en actividades culturales, han afectado la vida de los encuentros de artes escénicas que sobreviven en el medio. Para  distintos gestores estos resultados son parte de la ausencia de una política pública clara sobre manejo de espacios, incentivos no monetarios y respaldo financiero sostenido para festivales.

Este también es el año en que el MCYP realizará el Primer Festival Internacional de Artes Vivas de Loja (FIAVL), el próximo noviembre, cuyo presupuesto, en producción e inversión de un teatro insigne con una capacidad para 1.140 butacas, supera los $ 22 millones de inversión.

La Red de Espacios Escénicos Independientes de Quito (RED), la Asociación Nacional de Artes Escénicas (ANAE), el Grupo de Teatro Malayerba y otras voces, desde espacios particulares, han tomado como punto de partida la realización del FIAVL para manifestar la necesidad de la construcción de una política pública que —como señala un comunicado de la RED— “construya un proceso coherente y a largo plazo para la profesionalización del sector, que respete los procesos organizativos de todas las instancias de representación artística y cultural del Ecuador y que se retomen los diálogos en la construcción del Encuentro Nacional de Artes Escénicas hacia (la realización de) un festival de carácter nacional que podría ser el Festival de Artes Vivas de Loja”.

El FIAVL inició como un anuncio del Presidente Rafael Correa, durante el enlace ciudadano 388, en agosto de 2014. El mandatario anunció la propuesta del encuentro internacional, esbozando que debería ser un referente a escala mundial, análogo al Festival de Teatro de Aviñón, que fue fundado en Francia, en 1947.

Desde entonces, se iniciaron una serie de acercamientos con el sector teatral que, al menos desde Loja, han generado una activación del sector. Santiago Carpio, lojano, residente en Guayaquil, director de Cano Artes Escénicas —agrupación que organiza el Festival Loja sobre tablas desde 2012— y uno de los miembros del comité curatorial del Artes Vivas, considera que “este acercamiento (entre el Ministerio y el sector teatral) ha permitido que muchos de los colectivos lojanos abran su mente a la posibilidad de aprender, sobre todo de enriquecerse de lo que vendrá (en noviembre). Creo que ninguno de los grupos locales ha intentado bloquear la venida del festival. Todos hemos estado abiertos a colaborar y aprender. Y sabemos que muchos de los espacios locales van a ser mejorados”.

En la capital lojana se desarrollan talleres de dramaturgia con maestros como Martín Peña, director de Teatro del Cielo, cuyo trabajo final derivará en un montaje. Paralelamente se realiza un taller con Madeleine Loayza y con la directora y dramaturga canadiense Anna Fuerstenberg, quien dictará 7 talleres de formación en Loja y Manabí.

Sin embargo, las agrupaciones del país que han manifestado sus críticas respecto a lo que consideran una ausencia de diálogo con gestores culturales que desarrollan festivales de larga data, aclaran que su resistencia no surge de que el encuentro de Artes Vivas se realice en Loja. De hecho, en un comunicado difundido a través de sus redes sociales, la ANAE considera la posibilidad de que tras un diálogo sobre la construcción de un encuentro nacional, este pueda ser el de Loja. El comunicado de la agrupación Malayerba explica que “un festival responde, entre otras cosas, a procesos sociales y culturales de quienes habitan las localidades, tanto de artistas, gestores y del público en general”, a lo que agrega que “no se ha consolidado hasta el momento una política pública que apoye y promueva festivales, no solo como medio de difusión y vitrina de obras, sino como espacios que propongan un diálogo innovador de las expresiones artísticas”.

Ángela Arboleda, directora de Corpo Imaginario y organizadora de lo que fue por 12 años el Festival un Cerrito de Cuentos, considera fundamental fijar diálogos con comunidades específicas que sirvan para la formación de nuevos públicos con los que la gente se apropie de los procesos y los reclame. “El trabajo con los Fondos Concursables ha sido una gran inversión en generar cartel, agenda, pero lo principal es la formación de público y, a veces, una de las cosas más graves es la gratuidad. Nosotros para ganar fondos resaltábamos que las actividades serían gratis, pero teníamos el mismo público que cuando cobrábamos”, dice Arboleda.  

Para la gestora cultural —que tras el cierre definitivo del Festival Un cerrito de Cuentos ha preferido mantenerse distante a los procesos de fomento—,  la proximidad de gestores y comunidades es fundamental para que los encuentros sobrevivan, más allá de que haya o no apoyos estatales, que además cree “generan resistencia desde los gestores con procesos centralistas y el papeleo que requieren, muchas veces distantes para el sector. Yo creo que a muchos festivales nos vencieron por agotamiento”, dice Arboleda.

Jorge Parra, quien anualmente organiza el Fiartes y Fragmentos de Junio, ha desertado de la participación de fondos concursables por los procesos burocráticos que se siguen y porque la apertura de estos es casi paralela a la realización de los encuentros que gestiona. “Los fondos concursables —dice Parra— han sido una especie de cuerda floja de la gestión independiente”, considerando que las bases se modifican de modo permanente y anualmente, dependiendo del cambio de ministros.

A pesar de que entre las posturas en contra del festival está no participar en este, Nixon García, director del Festival Internacional de Manta, ha convenido ir al encuentro para decirles a los lojanos: “estamos de acuerdo con la realización, pero no con el proceso que se ha llevado. El Estado debe reconocer la gestión de programadores y gestores e impulsar esos proyectos, sumarse a ellos (...) Que haya una participación desde el MCYP hacia lo externo con un diagnóstico de las necesidades artísticas y culturales de las comunidades y los creadores. Algunos no necesitan auspicios, sino capacitación”. (F)

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