En el mismo orden que lo canta Joaquín Sabina en ‘Yo quiero ser una chica Almodóvar’, Carmen Maura y Victoria Abril desfilaron en la alfombra roja de la IV edición del Festival Internacional de Cine de La Orquídea, que se realizó en Cuenca hasta el viernes 21 de noviembre.

Los asistentes charlaron con Fernando Trueba, el director español que ganó un Oscar en 1993;se aproximaron al pensamiento del cineasta que ahora entra en la lista de los posibles nominados a la estatuilla dorada.

Se rieron con el creador de ‘Balada Triste de Trompeta’, Alex de la Iglesia; fueron espectadores con la presencia de una de las protagonistas de esa obra, Carolina Bang, y la catalana que pasó a ser una de las mejores actrices de habla hispana, Adriadna Gil.

Todos los invitados de honor que fueron parte de La Orquídea tienen algo en común: estuvieron nominados a los premios Goya, la entrega más importante que hace la Academia de Artes y Cinematografía de España. Siete de ellos se proclamaron ganadores de uno.

Cinco meses de preparación para proyectar 71 películas en 6 sedes, durante 8 días. Un taller de guiones con invitación. Otro para  diseñadores que no pudo concretarse porque quien lo dictaría no llegó por ‘problemas de logística’ y la ausencia de otra de las chicas Amodóvar, Cecilia Roth. Todo por un millón de dólares: $700 mil los financió la empresa de economía mixta GPATours y $300 mil con autogestión.

El objetivo, según quiso aclarar la Prefectura del Azuay, como ente detrás del magno evento, era movilizar el turismo en Cuenca y generar mayor acceso a la cultura.

Pero una vez más quedó claro que ‘la cultura’, en este caso el cine, no deja réditos, más allá de un valor simbólico. El Festival de La Orquídea, según el presidente de la asociación de hoteleros, Juan Pablo Vanegas, que se encontraba a la expectativa de la promesa política, el hospedaje subió en un 10%pero solo en los hoteles de lujo, “de ahí no ha habido mayor movimiento”, dijo.