Ayer fue homenajeado con una conferencia a cargo del historiador ezio garay
El espíritu libre de Cuero y Caicedo retornó
A los 201 años de su muerte, quien fuera primer presidente del Estado de Quito, el obispo José Cuero y Caicedo (1735-1815), retornó a la tierra que ayudó a liberar a bordo del Buque Escuela Guayas.
Para honrar su memoria, el Gobierno ecuatoriano instaló una capilla con sus restos en el Museo de Arqueología y Arte Contemporáneo, MAAC, sitio en el cual, ayer, se dictó una conferencia sobre su vida y, especialmente, su obra.
La conferencia estuvo a cargo del historiador guayaquileño Ezio Garay, que exaltó la figura del obispo repatriado, de quien dijo fue un prohombre y una figura fundamental para el proceso emancipador. “El obispo Cuero y Caicedo es uno de los personajes que lucharon por la independencia de nuestro Ecuador. Por este motivo le damos este postrer tributo en la ciudad a la que llegó en 1812 procedente de Quito, preso con grilletes para ser enviado desterrado a España. Ahora, luego de más de 200 años, ha regresado para no irse jamás, ha vuelto a la comarca donde desarrolló su vida de hombre ilustrado de su época”.
Garay destacó la participación del obispo en el proceso liberador de 15 años, que empezó el 10 de agosto, pasó por el 9 de octubre y culminó con la independencia definitiva el 24 de mayo de 1822. Tras destacar su aporte decisivo a la causa emancipadora, Garay —que leyó parte de una obra editada a propósito del bicentenario de su muerte por la Academia Nacional de Historia— resaltó que, como primer presidente de la Junta Soberana de Quito, el obispo gestó la Constitución de 1812 e instó al levantamiento del pueblo. No obstante, al ser derrotados en Mocha, encabezó la huida hacia el norte, donde fueron derrotados en Ibarra, el 1 de diciembre de ese mismo año.
Tras sufrir ese descalabro, Cuero y Caicedo fue condenado al destierro a España, pero falleció antes de cumplirlo en San Andrés, Lima, el 10 de diciembre de 1815, aquejado de una bronconeumonía. Garay también resaltó el hecho de que, en los albores del siglo XIX, todos los habitantes de esta parte del mundo éramos una gran familia, tanto así que el obispo, “aun siendo natural de Cali, luchó por nuestra independencia. Fuimos y somos un solo conglomerado humano con una misma mezcla cultural, indohispanoafroamericana en este inmenso territorio continental dividido en tres partes”.
Debieron pasar más de 200 años para que, por iniciativa de la Embajada de Perú en nuestro país y la Armada Nacional, fuera repatriado el 2 de marzo de este año. Los restos del prócer, que permanecerán en el MAAC hasta el 31 de julio, serán llevados a la Catedral Metropolitana de Quito, donde reposarán junto a los del mariscal Antonio José de Sucre.
El acto contó con la presencia del ministro de Cultura y Patrimonio, Raúl Vallejo Corral, quien resaltó la necesidad de que los estudiantes tengan conciencia de la importancia de no solo tener de vuelta al obispo, sino de valorar su participación en la construcción del Estado ecuatoriano. Al final del acto, un grupo de cadetes del Liceo Naval rindió homenaje ante el féretro, cubierto con el tricolor nacional. De igual manera, las autoridades presentes y el público en general fueron invitados a pasar frente a su ataúd. (I)