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El enigmático Giorgio de Chirico llega a Madrid con su trabajo metafísico

→La obra de Giorgio de Chirico se caracteriza por una incesante investigación en diferentes planos, que va desde su período metafísico inicial, en 1910.
→La obra de Giorgio de Chirico se caracteriza por una incesante investigación en diferentes planos, que va desde su período metafísico inicial, en 1910.
05 de diciembre de 2017 - 00:00 - Gorka Castillo, corresponsal en España

Misteriosa, enigmática, existencial y visionaria. La más reciente exposición dedicada a Giorgio de Chirico (Grecia 1888- Roma 1978) lo confirma como un artista curioso. Admirado por los surrealistas gracias a sus primeras obras de paisajes oníricos y extraños, terminó convertido en un singularísimo poeta pictórico cuyos solitarios e inquietantes óleos son perdurables en el tiempo. Su pintura es un enigma infinito, un profundo misterio que fascina tanto al espectador de hoy como a los surrealistas que la saquearon sin cuento.

Paul Éluard o Pablo Picasso celebraron la llegada de sus composiciones metafísicas en el París de principios del siglo XX. Salvador Dalí o René Magritte se nutrieron de su introspectiva imaginación y de sus soñados espacios urbanos. Pero De Chirico (1888-1978) quería otra cosa.

“Todavía no sé dar una explicación a esos cuadros”, decía con arrebatadora franqueza, el presidente de la Fondazione Giorgio e Isa de Chirico, Paolo Picozza,  al referirse a algunas de sus alucinantes obras que pueden contemplarse hasta el 18 de febrero en el Centro CaixaForum de Madrid. Se trata de una gran retrospectiva única y genial titulada El mundo de Giorgio de Chirico. Sueño o realidad. Una muestra que, tal y cómo explicó Picozza en cuanto arribó en España, “es la mayor que se ha organizado nunca sobre el artista”.

Abarca 143 obras, la mayoría de la fundación pero también con algunos préstamos realizados por más de una veintena de museos y colecciones privadas de un pintor-filósofo nacido en Grecia, formado en Alemania y consagrado en Francia, Italia y Estados Unidos.

Se trata de un recorrido fascinante entre óleos, dibujos, litografías y esculturas realizadas entre 1913 y 1976 que sirven al espectador para explorar como un aventurero todas las fases y claves creativas de este genial pensador. Desde sus inicios nihilistas, su etapa en el retrato clasicista, las épocas de las metafísicas plazas italianas y los maniquíes que le singularizaron, hasta su criticado retorno al mundo clásico y su madurez neometafísica. Un  viaje que revienta los sentidos de quien los contempla.

Para el responsable de la fundación, existen paralelismos entre la obra De Chirico y la figura de Picasso, a quienes considera como “los mayores pintores del siglo XX. Dos artistas mediterráneos que amaban el mar”.

Hijo de un ingeniero ferroviario, De Chirico creció entre Grecia, Italia y Alemania, donde devoraba los textos de Nietzsche y de Schopenhauer. En 1910, en Florencia, asentó esa pintura metafísica que según describió él mismo “revela un mundo existente fuera de las cosas conocidas por el espíritu humano”. Solo tenía 22 años cuando estando en la Piazza della Santa Croce florentina prefiguró ‘El enigma de una tarde de otoño’, su primera y legendaria pintura metafísica y gran ausente en la muestra madrileña.

“Su innovación radica en la indagación del mundo de la psique, algo que nadie había hecho hasta ese momento”, dice Fabio Benzi, miembro del consejo científico de la Fundación Giorgio e Isa De Chirico.

“Fue un genio itinerante, un artista a contracorriente, nacido cosmopolita como Picasso o Kandinsky, pero que no necesitó a sus amigos vanguardistas para su aventura”, resume. 

Su influencia va mucho más allá del mundo del arte, “con su invención de este género pictórico protagonizó una de las revoluciones más importantes en el arte y en el pensamiento del siglo XX”, agrega Benzi.

Con su enigmática visión de la realidad conectada al mundo de los sueños y a la memoria, De Chirico fue determinante para el surrealismo en el que bebieron genios como Dalí y Picasso. Y lo mismo puede decirse del realismo mágico, del arte pop, del conceptual y hasta de la publicidad.

La muestra madrileña está dividida en seis ámbitos desplegados en torno a una de sus metafísicas ‘piazzas’. Comienza el recorrido con una colección de retratos y autorretratos que se interrogan, cómo no, sobre el yo y los otros. Después se despliega hacia sus sueños apabullantes, ligados a su estancia en Ferrara y el descubrimiento de la arquitectura renacentista, junto a la ciudad industrial y a sus fábricas. El tercer apartado se centra en la plaza de Italia de Roma y en la presencia del maniquí que culmina su enigmático pensamiento.

Las tres últimas secciones -Baños misteriosos, Historia y naturaleza, Mundo clásico y Gladiadores- describen su viaje interior hacia las raíces de la cultura europea: la búsqueda de la intimidad, el tiempo, la tensión entre realidad, ficción y teatro. Una exposición inolvidable la de Giorgio de Chirico que invita a viajar donde solo los elegidos alcanzan a ver en estos tiempos de oscuridad. (I)

 Lo fantástico

Atmósferas metafísicas

→En la muestra se aprecian arquitecturas y plazas silenciosas, maniquíes humanizados, personajes mitológicos, naturalezas muertas y objetos descontextualizados en paisajes que evocan atmósfera de suspense. (I)

18 de febrero de 2018 es la fecha hasta la que estará abierta la exposición del italiano. (I)

Alcances

→La retrospectiva de De Chirico muestra la evolución de la producción artística del gran maestro del arte metafísico.

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