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El enigma de Jan Jolles

El enigma de Jan Jolles
02 de octubre de 2013 - 00:00

“Un joven alemán antifascista que había pasado por las manos de la Gestapo (...). Era lo que hoy se llama un sociólogo y un politólogo, un estudioso que conocía bien a su coterráneo Carlos Marx y a su compatriota Federico Engels, que había estudiado a Karl Liebknecht y a Rosa Luxemburgo. Tenía formación intelectual, delicadeza y distinción en el trato”. Así recordaba el dirigente y escritor chileno Volodia Teitelboim a Jan Jolles, uno de los agentes comunistas con mayor experiencia de trabajo a nivel latinoamericano y quien desarrollaría sus últimos años de vida en Ecuador, sin que todavía esté del todo clara cuál fue su implicancia política en el país.

Jan Andries Jolles o, como se lo conocería en nuestras tierras, “Juan Yolles”, había nacido en 1906 en la ciudad alemana de Friburgo de Brisgovia. Se formó en un hogar culto y acomodado, ya que su padre era un reconocido filósofo y filólogo de la Universidad de Leipzig. En plena adolescencia rompió con su familia, dada la filiación reaccionaria de su padre, y no tardó en abandonar Alemania en dirección a Holanda para integrarse a la Juventud Comunista (JC), si bien su permanencia en dicho país fue realmente breve.

Con 17 años, Jan Jolles arribó a Buenos Aires y allí se abocó a la organización de la Juventud ComunistaCon tan solo 17 años Jan Jolles arribó a Buenos Aires, y una vez allí se abocó de lleno a la organización de la JC, iniciando también una vida errante de colaboración con el comunismo de varios países latinoamericanos. Así, en 1924 cruzó el Río de la Plata para convertirse en miembro del PC de Uruguay y al año siguiente, nuevamente en integrante del PC de Argentina. En medio, colaboró en el establecimiento de la JC en Río Grande Do Sul, al sur de Brasil. Su experiencia y conocimientos sobre marxismo lo impulsaron al Comité Central del comunismo argentino en 1928, participando al siguiente año como delegado en la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana celebrada en Buenos Aires. Por estos años nacerían también los dos hijos de este alemán, producto de su relación con la bibliotecaria de origen ecuatoriano María Antonia Banegas Herrera con quien se había casado en 1927.

El golpe militar conducido por el Gral. Uriburu en 1930 convertiría a Jolles en un perseguido político. Arrestado por la Policía, fueron seguramente los contactos familiares los que posibilitaron que el cónsul alemán intercediera por su liberación. Sin mayor campo de actuación en Argentina, el clima de libertad que todavía se respiraba en Uruguay fue un factor determinante para su establecimiento en este país. Su amplia experiencia internacional y sus contactos con activistas europeos fueron determinantes para su rápida incorporación al Secretariado Sudamericano (SSA) de la Comintern, comité de enlace regional radicado en Montevideo. De manera clandestina retornó a Argentina para colaborar con el Partido Comunista pero una serie de desencuentros con algunos dirigentes, principalmente con su secretario general, Rodolfo Ghioldi, causó su separación bajo el cargo de “lucha fraccionista con actitud trotskista”. En 1932 fue nuevamente  apresado por las autoridades argentinas y al siguiente año fue deportado a Alemania, ya ahora bajo el dominio de Hitler y el nazismo: así, se convirtió en uno de los primeros agentes de la Comintern en caer en manos de la recientemente creada Gestapo.  

La derecha (chilena) comenzó a sumir al activista alemán Jan Jolles en el descrédito públicoLa obtención de un pasaporte español le permitió a Jan Jolles huir de Alemania con rumbo a la Unión Soviética. La dirección de la Comintern consideró que podía cumplir un destacado papel como “instructor” en la insurrección que pocos años más tarde comandaría Luis C. Prestes en Brasil. A fines de 1933 llegó a Río de Janeiro con el seudónimo de “Manuel Cazón” y dos años más tarde tendría una intensa participación en el proyecto revolucionario que, sin embargo, se vería frustrado, principalmente, por las desinteligencias entre comunistas y militares nacionalistas. Con este fracaso y temiendo que el gobierno lo apresara, Jolles abandonó Brasil a fines de 1935 esta vez con rumbo a Chile.

En Santiago volvería a operar como “instructor” de la Comintern, generando un impacto muy favorable en varios de los dirigentes de la izquierda chilena, interesados en aprovechar sus conocimientos políticos en el proceso de creación del Frente Popular y en la campaña antifascista. Con todo, la acusación de que a la par mantenía indebidos contactos con cuadros militares y de la derecha comenzó a sumir al activista alemán en el descrédito, lo mismo que la exposición pública realizada sobre el romance de su esposa con el poeta chileno Pablo De Rocha, elemento este último que, además, expondría públicamente al secreto emisario de la Comintern. Finalmente, en 1936, y a raíz de las persecuciones anticomunistas propiciadas desde el gobierno de Arturo Alessandri, Jan Jolles abandonó Chile junto con varios de sus camaradas.

Ya sin mayores recursos políticos, Jolles consideró a Ecuador como su principal opción para establecerse, tal vez, para mantenerse a salvo de las persecuciones y purgas políticas: sin embargo, y a poco de establecerse en el país, denunció el robo de importantes y comprometedores documentos. En 1937, con el cambio de época signado por el estalinismo, este activista fue finalmente expulsado del universo de la Comintern al ser acusado, sin ninguna prueba, por comportarse como “agente de la Gestapo”.

Caído en desgracia y considerado como un paria político para el mundo de la Comintern, la posterior actuación de Jan Jolles se confunde con la leyenda, desconociéndose aún qué tipo de vinculación mantuvo con la izquierda y, especialmente, con el comunismo ecuatoriano. Hasta respecto a su fallecimiento hubo dudas: si para el excomunista peruano Eudocio Ravines y otros investigadores su muerte ocurrió en Guayaquil, en 1938, a raíz de un accidente automovilístico y bajo “circunstancias extrañas y dramáticas”, por el contrario documentos oficiales afirman que su vida se apagó en 1942 en el Hospital Eugenio Espejo de Quito, luego de una fallida operación gastrointestinal. Como sea, el enigma de Jan Jolles en Ecuador se encuentra todavía abierto, en busca de ser finalmente dilucidado.

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