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El empirismo forma a los sonidistas del país

El empirismo forma a los sonidistas del país
02 de mayo de 2012 - 00:00

“El objetivo de Sonarte no es entregar diplomas, sino que los alumnos aprendan y sean buenos profesionales. No me gustaría que un mal sonidista diga por ahí que estudió conmigo. Ese sería mi fracaso más rotundo”, resalta Daniel Sais, autodefinido como sonidista de discos y profesional del sonido y la música que nunca fue a la universidad, aunque la carrera que se cursa en ITAE la escribió él, materia por materia, y el entonces Conesup la aprobó sin cambiar una coma.

Sonarte (avenida Olimpo 212 y Calle D, ciudadela Nueva Kennedy) es su estudio de producción de sonido y música, donde se dictan cursos y talleres, con certificados avalados, en su caso, por la Subsecretaría de Cultura Región Centro Norte y Galápagos, pero no títulos oficiales.

Un lugar similar es Paradox Escuela de Imagen y Sonido (avenida Primera, entre Ilanes y Jiguas, ciudadela Urdesa) que dirige Daniel Merchán, músico de la banda Luciérnaga, y que hasta febrero había graduado seis promociones en diferentes especializaciones y contaba con 100 estudiantes especializándose con ocho profesores reconocidos.

Sin embargo ellos nacieron como centro de capacitación musical y parte de su visión es en 10 años crecer en Latinoamérica como tal. Sus cursos duran un año -seis módulos- y al finalizarlos se otorga un diploma avalado por el Ministerio de Educación.

La carrera y los “maestros”

Aparentemente la única carrera de Producción de Sonido y Música en la urbe es la del Instituto Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE), la cual ha tenido 2 muestras de sus trabajos: la Exposición de experimentación sonora Masa Crítica-Cuestiones con Sonido Experimental, en abril de 2011; y 3 sesiones de prácticas abiertas al público en la Exposición Final de Semestre de los alumnos del ITAE, el 8 de marzo de este año.

La pregunta es si los estudiantes de sonido -que como indica Sais pueden desenvolverse en grabaciones de discos y en vivo, teatro, radio, publicidad, TV y cine- son los diseñadores y productores de sonido, así como los editores musicales de las diversas producciones audiovisuales del país. Al parecer no del todo, ya que en esta área es importante valorar la experiencia.

Sais deja muy en claro esa afirmación ya que por Sonarte han pasado muchos docentes, de formaciones diferentes y él es muy respetuoso de la experiencia. “No me baso en un papel que diga que sabes, me lo tienes que demostrar. Y si no tienes un diploma, me da igual. El tema es que el docente de verdad sepa. Esa es la ventaja de dar cursos, nadie me obliga a contratar gente con diploma y cero experiencia como les pasa a algunas universidades. En estos temas hay gente valiosísima que nunca ha cursado una universidad”, explica.

Su caso es raro: aún sin tener un grado académico fue profesor en 10 universidades de 5 países -incluyendo Espol, Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, ITV y el ITAE- y ahora, con las leyes actuales, no puede ejercer. Ya que Sonarte es un espacio creado y manejado por productores de música y sonido, los alumnos participan de sus producciones -más de 500 desde su creación-: cientos entre discos, eventos, cuñas radiales y comerciales de TV, además de la mezcla y sonorización de 3 largometrajes y 4 cortometrajes, y trabajos en Argentina, Chile y México.

Personal del estudio ha laborado en cuestiones discográficas y de espectáculos  con cerca de 100 artistas nacionales de estilos muy variados como The Cassettes (punk), Joel Alleguez (tropical), Radio Fantasma (funk/rock), Francisco Echeverría (jazz) y la Orquesta Sinfónica de Guayaquil.

En temas publicitarios han manejado campañas de empresas como Tía, Claro, Pilsener, Colgate, Bon o Bon. Sin embargo, Sais recalca que al hablar de sonido para audiovisuales “sigue habiendo más necesidad de buenos profesionales, que de gente disponible” y que en Ecuador no existe una carrera de Sonido para audiovisuales como tal.

La criticidad sonora

Ilich Castillo, artista visual, fue el profesor de la materia Creatividad de la carrera de Producción de Sonido y Música del ITAE, que generó la muestra Masa Crítica-Cuestiones con Sonido Experimental.

Indica que en ese momento, tal como se hace en la universidad con la materia más importante de Artes Visuales -Proyectos-, se buscaba generar una serie de antecedentes con base en problemáticas de la sonoridad que podían ser interesantes para el arte contemporáneo y levantar propuestas arriesgadas, radicales, desprendidas de las lógicas comerciales.

En la carrera del ITAE , con base en la retroalimentación, se impulsa el desmantelamiento de esa lógica que dicta que el sonido debe estar al servicio de otro arte mayor y desde la experimentación ver qué pasa. Castillo indica que las producciones del ITAE, aún las de sonido, se incluyen en las muestras de fin de semestre y la anual Casa Abierta.

En la cátedra de Creatividad el resultado fue sorpresivo y grato porque a los estudiantes se les abrió un campo de posibilidades; y porque, según Castillo, más que productos se obtuvo una serie de indicios de cómo replantear el uso de un medio o herramienta, de un software; criticidad sobre la obra, el trabajo y sobre  qué es un sonidista.

Pasaron de ejercicios del error no asimilado al desarrollo de un grado de discursividad a la hora de proponer un trabajo u obra, usando el software de la manera en que no debe hacérselo, encontrando posibilidades sonoras a partir del error  para explorar problemáticas como la intertextualidad, la desmaterialización, la música concreta.

En esa materia de Creatividad los estudiantes trabajaron con los softwares que conocían y el profesor guía, Castillo, no conocía, como Pro Tools, Sound Forge, Adobe Audition, Soundtrack Pro, haciendo grabaciones con sus radios, unas más profesionales que otras.

Para Castillo el reto era entender los enfoques conceptuales con los que se podían producir sentidos en cualquier campo... en lo contemporáneo la comprensión de lo visual no es el límite, lo que se demuestra con que el artista sonoro colombiano Oswaldo Maciá haya sido uno de los 3 ganadores de la XI Bienal Internacional de Cuenca.

Ahora, el departamento de Vínculos con la comunidad del ITAE busca que los estudiantes de sonido se integren más con el público y el Cine Club de la entidad.

Oyendo la visualidad educada

Manuel Larrea, compositor y músico contemporáneo, sonidista y compositor de scores y canciones originales para filmes de ficción y documentales nacionales, encuentra otro puente que el sonidista debe recorrer, el de las artes escénicas, teatro y danza.

Es profesor de Musicalidad en la carrera de Teatro del ITAE y cuando colaboró con el grupo Muégano Teatro, integrado por directivos y docentes de esa carrera, antes de una gira a Brasil, trabajó en las instalaciones del ITAE con los estudiantes de la carrera de Producción de Sonido y Música: allí se reunieron 3 cabezas principales, él como compositor y 2 personas que hasta la fecha no conversaban, el que grababa y el director de teatro. Mediante aristas tecnológicas se buscaba que la música no compitiera con lo actoral ni con la dramaturgia.

Cuando ha trabajado en filmes de Fernando Mieles y José Yépez, ha aplicado lo mismo que espera de los estudiantes: un vasto saber de música, tanto técnico como teórico, para pulir un material en bruto.

Por ello repitió su proyecto Jornadas musicales, entrevista de un músico a músicos, para la carrera de sonido del ITAE, para que se sepa que existe una serie de diamantes en bruto  mucho antes de los institutos, que están antes o después de ellos o que esperan que alguien los pula.

Como sonidista, con sus limitaciones, Larrea suele ser el tercero o segundo del departamento de sonido durante el rodaje de un  audiovisual, para tener la mirada desde atrás del sonidista, en su condición de músico.

Al compositor, consciente de que demanda mucho más tiempo, le interesa que se mejore el área de sonido directo. Reconoce el trabajo de sonidistas formados académicamente como Juan José Luzuriaga, el microfonista venezolano Amaury Cedeño y Arsenio Cadena, porque antes de mover perillas se conversa y se deciden las entradas para la música, el silencio, las voces y los efectos de sonido.

Larrea es crítico y expone que el título demostraría cuántos años el aprendiz de sonidista calentó el asiento, en el peor de los casos. Él observa una falla orgánica en el sistema educativo del país. “La institución no puede asegurar lo que uno aprenderá”, dice.

Para crear una escuela se requiere un sistema, tener claro el elemento básico, según Larrea, y así obtener los resultados sonoros deseados.

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