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El organismo estudiantil fue decisivo para construir el imaginario cívico de la Revolución de 1959

El DR del 13 de marzo: Un ejército de la libertad (III y final)

El DR del 13 de marzo: Un ejército de la libertad (III y final)
12 de junio de 2014 - 00:00 - Julio César Guanche, especial para El Telégrafo

Después del 13 de marzo y del 20 de abril de 1957, tras la muerte de José Antonio Echeverría, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), y de los principales dirigentes del Directorio Revolucionario (DR), la dirección de la FEU tomó rumbos diversos.

El DR asumió el compromiso con la insurrección de la Carta de México, que había establecido con el Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7), mientras se proclamaba heredero legítimo de la FEU de Echeverría.

En la historia que se ha escrito sobre este período, las discordancias entre el DR y el MR-26-7 han sido bien subrayadas, pero ambas organizaciones mantuvieron también articulaciones.

El DR recibió a tiempo la noticia del desembarco del yate Granma. Sin embargo, ni este ni el MR-26-7 estaban en condiciones, en diciembre de 1956, de organizar en La Habana una acción de envergadura para apoyarlo.

La persecución desatada hacia el DR, tras los atentados a Blanco Rico y a Salas Cañizares, altas figuras del batistato, lo habían dejado sin posibilidad de asegurar el respaldo, lo que preocupaba a Echeverría, pues lo llevaba a incumplir el compromiso de la Carta.

Para este último, las “circunstancias necesarias para que la parte estudiantil realizara (en diciembre de 1956) el papel a ella asignado no se dieron oportunamente”.

Poco después, el DR, junto a dirigentes y miembros de la Organización Auténtica, como Menelao Mora y Carlos Gutiérrez Menoyo, pudieron preparar el asalto al Palacio Presidencial en marzo de 1957.

En el intervalo, los contactos entre el DR y el MR-26-7 se mantuvieron, en las condiciones de la lucha clandestina. “La colaboración era constante. No había divisiones. Llegaba un momento en que éramos los mismos todos”, recuerda Guillermo Jiménez, quien había quedado al frente del DR en La Habana después de mayo de 1957.

Faustino Pérez, enviado por Fidel Castro para dirigir el MR+-26-7 en la capital, al entrar en contacto con la dirección del DR en La Habana, contaba: “Se les veía angustiados, desesperados por desarrollar acciones armadas decisivas (...) Hablamos de la posibilidad de abrir un frente guerrillero en el Escambray, pero predominó la decisión del ataque al Palacio (...), un plan que tenían muy adelantado”.

Pero para 1957, esas relaciones quedaban comprometidas por diversos problemas.

Después de la firma de la Carta de México se había realizado una segunda reunión en ese país, en octubre de 1956, para discutir problemas específicos de la táctica revolucionaria que el primer encuentro había dejado pendientes.

Desde allí –y sin que fuese el objetivo de la reunión– habían salido a relucir antiguas querellas universitarias. Entre los miembros del Ejecutivo del DR había personas que habían militado, como seguidores de Manolo Castro durante su presidencia de la FEU, en filas contrarias a las alianzas que mantuvo Fidel Castro en las luchas universitarias de los años 1940.

Esa saga marcaría en adelante una zona de las relaciones entre ambas organizaciones.

La proclama leída en Radio Reloj el 13 de marzo de 1957 reivindicaba el asalto como una ejecución exclusiva del DR sin el concurso de otras fuerzas revolucionarias que, por no compartir la táctica de “golpear arriba”, no celebrarían el ataque a Palacio, como fue el caso del Movimiento 26 de Julio.

El DR firmó, en octubre de 1957, el Pacto de Miami, por entender como legítimos a los representantes del MR-26-7 en ese encuentro, y recibió la severa recusación de la carta de respuesta de Fidel Castro a ese pacto.

El DR estuvo de acuerdo con participar en la huelga organizada para el 9 de abril de 1958. Sin embargo, teniendo a la vista los defectos organizativos de esa acción, insistió en apoyar la huelga, pero como organización convocante. La dirección del MR-26-7 en La Habana decidió organizarla solo a nombre de este movimiento.

La apertura por el DR del frente del Escambray, en febrero de 1958, fue recibida con entusiasmo por Fidel Castro desde la Sierra Maestra, quien le envió un mensaje contentivo de su solidaridad.

El DR vería en el Pacto del Pedrero –suscrito el 1 de diciembre con el Movimiento 26 de Julio– la continuación del espíritu de la Carta de México. El pacto definió la unión de las acciones combativas entre el Frente del Escambray del DR y el MR-26-7 en Las Villas.

El decursar de 1958 abocaría a las diversas fuerzas revolucionarias a la cuestión central de quién tomaría el poder y profundizaría diferencias entre las organizaciones, que se prorrogaron después del triunfo.

La oposición del DR a la propuesta del MR-26-7 de nombrar presidente provisional de la República a Manuel Urrutia Lleó y su demanda de que le fuese asignado el 65% del fondo creado por el Pacto de Caracas, son dos ejemplos de ello. Ahora, esas contradicciones se expresarían en toda su magnitud el 8 de enero de 1959, con el discurso pronunciado por Fidel Castro en el campamento de Columbia, en el que impugnaba las acciones de “otros” grupos revolucionarios para acopiar armas.

Dirigida esa tesis contra el DR, y habiendo conducido un abrumador apoyo popular contra esas acciones, la reacción generó una crisis aguda para esta organización. Su espacio político futuro quedaría así constreñido a un papel secundario, pese a que había contribuido de modo decisivo tanto a derrotar a la dictadura de Fulgencio Batista como a construir el imaginario cívico de la Revolución.

Datos

Luego de la Carta de México, se evidenció un antiguo resentimiento de miembros de la FEU que habían sido contrarios a Fidel Castro cuando hacía política en la universidad.

La historia sobre este período ha subrayado las discordancias que tuvieron el Directorio Revolucionario (DR) y el Movimiento 26 de Julio. Sin embargo, ambas organizaciones mantuvieron acciones articuladas.

Octubre, 1957. A 7 meses de la muerte de José A. Echeverría, el DR firmó el Pacto de Miami, al creer legítimos a los supuestos representantes del MR-26-7 presentes. Fidel Castro recusó con dureza ese pacto.

Diciembre, 1958. DR y MR-26-7 firmaron el Pacto de Pedrero, y se repartían las acciones en los frentes del Escambray y Las Villas.

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