El Cuarteto logró comunicar su arte al público asiático
La música venezolana alegró ayer el verano en Beijing, donde “El Cuarteto”, con su riqueza de ritmos y sonidos, puso a bailar a un público plurinacional que acogió muy bien las variadas interpretaciones, incluida una pieza china.
El grupo, formado por dos parejas de hermanos, Raúl y Miguel Delgado y Telésforo y José Antonio Naranjo, acompañados de flauta, contrabajo, guitarra y otros instrumentos, animaron una noche coronada con diálogos que por momento hicieron innecesaria la traducción para vencer la barrera del idioma.
Este concierto se presentó para conmemorar el 38 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Venezuela y China.
La presentación realizada en el Beijing Concert Hall incluyó joropos (“Carnaval con Gabán”, “El preñaíto” y “Pajarillo”), vals (“Es ella” y “Diablo suelto con el Alacrán”), merengue caraqueño (“El sinvergüenza”) y canciones como “Un poco de luz”, “Quinta anauco” y “Viajera del río”. También vals-merengue (“La retreta”), polca (“El saltarín”), “Bambuco” (bambuco playero), “Caballo viejo” (pasaje llanero), entre otros.
La estudiante venezolana Yelitza Cabrera dijo a Prensa Latina que casi lloro al escuchar “Alma llanera”, que la hizo recordar su tierra natal.
Raúl, Miguel, Telésforo y José Antonio sorprendieron al público que colmaba el recinto, al acompañar a la cantante anfitriona Zhu Sha en su entrega de la popular canción china Jazmín.
Raúl Delgado resumió el éxito de la agrupación en esta gira iniciada en Shanghai de la siguiente manera: La música venezolana tiene una forma de comunicarse que la hace muy transparente y en los más de 40 países donde hemos estado, la gente siempre nos recibe con un gran cariño, sobre todo porque existe un respeto también de nosotros hacia el público, dijo en diálogo con Prensa Latina.
Los aplausos, coros, risas e inevitables movimientos de baile en las butacas fueron la tónica en una noche disfrutada por embajadores y otros diplomáticos de naciones latinoamericanas y caribeñas, amigos chinos y, sobre todo, los venezolanos que trabajan o estudian en esa tierra. Una frase de José Antonio bien puede decirlo todo: “Tocamos con un amor que ni te cuento”.