El cine portugués se toma las pantallas de Quito por una semana
Cineastas portugueses como Manoel de Oliveira, João César Monteiro o Paulo Rocha fueron los principales referentes en la historia del séptimo arte durante el siglo XX, convirtiendo a la cinematografía de su país, hasta hora, en una de las más relevantes a escala mundial por su vanguardismo y fuerza narrativa.
Así, del 10 al 14 de mayo, se realizará en Quito la primera edición de la Semana de Cine Portugués, con el objetivo de inaugurar en “América Latina un espacio de programación anual y exclusiva, a la altura de la calidad del cine luso”, comentan sus organizadores.
En esta edición se estrenarán las obras de 2 de los autores más significativos del cine contemporáneo portugués: Pedro Costa, con Cavalo Dinheiro, y Miguel Gomes, con Tabu, filme que inaugurará oficialmente la muestra mañana, a las 19:00, en FlacsoCine.
“La selección se basó en una serie de películas portuguesas contemporáneas que han tenido una presencia importante en festivales y medios especializados, debido a sus cualidades narrativas y técnicas”, comenta Tomás Astudillo, uno de los representantes de la distribuidora Vaivem, quienes organizan este evento con el apoyo del Camões Instituto da Cooperação e da Língua, de la Embajada de Portugal en Colombia, del Consulado de Portugal en Quito, de la Cinemateca Portuguesa, la Cinemateca Nacional Ecuador y de FlacsoCine.
“Además de ese panorama contemporáneo, hemos organizado 2 pequeñas secciones: una con 2 películas restauradas (Mudar de Vida y Os Verdes Anos) de Paulo Rocha, importante cineasta de los años sesenta, del llamado Novo Cinema portugués; y otra con 2 filmes (E agora? Lembra-me y Rabo de Peixe) de Joaquim Pinto y Nuno Leonel, documentalistas del cine actual”, añade Astudillo.
Las sedes de esta primera edición serán el Aula Benjamín Carrión, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (Av. 6 de Diciembre N16-224 y Patria) y la sala FlacsoCine (Calle San Salvador E7-42 y La Pradera), manejada por el Consejo Nacional de Cinematografía de Ecuador. La entrada será libre.
También habrá una sección denominada Panorama, en la que se proyectarán piezas actuales como Pã, Não Chores Não, de Gabriel Abrantes; Jesús por un día, Verónica Castro y Helena Inverno; Un fin del mundo, de Pedro Pinho; Tierra de nadie, de Salomé Lamas; Tales on Blindness, de Cláudia Alves; y Filho, María Grazia Goya, quien es una realizadora guayaquileña que vivió en Portugal.
El filme de Grazia Goya, quien en 2013 recibió una beca para estudiar un masterado en Dirección de Cine Documental en Europa (DocNomads), es un documental que retrata la vida íntima de Edit y Joaquim, una pareja de mediana edad que vive en un área rural al sur de Portugal. El corto muestra los ciclos de su existencia cotidiana, su relación cercana con la naturaleza y su emoción que se entrelaza con ansiedad por la llegada de su nuevo hijo.
“El criterio de selección (de las películas) tiene que ver con exhibir un cine que se podría comparar al ecuatoriano en el sentido de las capacidades de producción, las economías en crisis, la marginalidad de los países en su contexto regional”, comenta Astudillo. Él cree que “nuestro cine actual se ha basado en modelos de producción muy distintos a nuestra realidad, y desde ahí se entiende el fracaso de las producciones, tanto a nivel de audiencia, como a nivel de repercución en circuitos especializados”. (I)
Datos
El filme de Miguel Gomes representa un viaje del Portugal de hoy al África colonial, a través de la historia de una temperamental señora, su vecina y su criada de Cabo Verde.
Cavalo Dinheiro, de Pedro Costa, es un penetrante ejemplo de cine moderno y una conmemoración de aquellas vidas en riesgo de ser olvidadas. Narra la historia de Ventura, quien escucha los susurros de los fantasmas de su pasado. Debilitado y tembloroso, ya no puede distinguir entre la realidad y la imaginación, el sueño y la vigilia, los vivos y los muertos.
La película de Verónica Castro y Helena Inverno se ubica en Semana Santa, en Babe, una comunidad rural del noreste de Portugal, donde un grupo de presos se hace cargo de la representación del vía crucis. Acompañando a sus personajes de cerca en cada uno de los preparativos, la cámara de Castro e Inverno logra captar la comunión real y simbólica entre los reclusos y los habitantes del pueblo.