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El cine coreano reivindica al vampiro sensual y existencialista

El cine coreano reivindica al vampiro sensual y existencialista
24 de abril de 2013 - 00:00

La historia del vampiro es una esencia siempre de amor, pero debe tener un elemento sensual, sexual en muchos casos, y un juego de reglas que expliquen cómo puede subsistir eternamente un ser inmortal que solo puede rondar libremente en las noches y que debe alimentarse de sangre humana. Es en el antepenúltimo filme del coreano Park Chan-wook, responsable de “Gongdong gyeongbi guyeok JSA” (Joint Security Area) en 2000, una de la películas más taquilleras de la historia de Corea del Sur, en la que se retoma la mitología original y los ritos más estrictos sobre el vampirismo y el vampiro. A algunos les puede parecer que uno de los más aclamados y populares directores de cine de Corea trata de recrear lo logrado con filmes occidentales como “Lost Boys” y “Let the right one in”, al hacer “Thirst”; sin embargo esta nueva película sobre los tan reconocidos y temidos chupasangre es en realidad una versión moderna del libro “Thérèse Raquin”, de Emile Zola, escrita para la pantalla grande por el mismo Chan-wook, además de Seo-Gyeong Jeong.

24-4-13-cultura-chinopornoEn la obra de Zola, una joven llamada Teresa, es obligada a casarse con su primo, con el que vive, junto a su tía Camille, condenada a una existencia monótona. Poco tiempo después de la boda, Camille lleva a su casa a un amigo llamado Laurent, por el que Teresa se siente atraída, comienzan una relación y esto les lleva a cometer un crimen, y por tanto a terribles remordimientos. Al igual que el autor naturalista, Chan-wook en su filme no dedica mucho tiempo de la obra a la acción ni a contar los sucesos, sino más bien a analizarlos, haciendo un tratamiento profundo de los personajes, analizando detalladamente los pensamientos y emociones de cada uno. En el moderno filme de vampiros, los protagonistas son el padre Sang-hyeon, la joven pareja conformada por Tae-ju y Kang-woo, quienes viven con la madre adoptiva de la primera y madre biológica del segundo, Lady Ra. Es en su natural deseo de ayudar al prójimo, sobre todo a los enfermos terminales que llegan al hospital donde presta sus servicios como sacerdote católico, que Sang-hyeon viaja a África a ofrecerse como voluntario en un experimento para buscar la cura del mortal virus conocido como EV. Al verse infectado con la enfermedad, recibirá un trasplante de sangre que le permitirá ser el único sobreviviente entre 500 pacientes que formaron parte del experimento. Al regresar al hospital, el joven sacerdote notará que las llagas, lesiones, ronchas y caídas de uñas propias del EV regresan por momentos, por lo que evita la luz del sol utilizando vendajes, sobre todo en su rostro y manos, pero luego descubre que una ansia que estaba sintiendo está ligada a la necesidad de beber sangre humana para subsistir y esconder los efectos de la enfermedad o ponerlos en remisión.

A partir de la vampirización, el director Park Chan-wook aprovecha para mostrar cómo el vampiro es en realidad un ser oscuro, no por tener que vivir solo en las noches, no por beber sangre para alimentarse ni por ser inmune a las heridas y enfermedades que acabarían con la vida de cualquier hombre, sino porque su sentido de la moral y su ética se abren a nuevas y diversas posibilidades que hacen de la vida más deliciosa. Así pasa con Sang-hyeon, que se aleja de su altruismo “natural” para entregarse al consentimiento y cometimiento de pensamientos y actos impuros, al deseo, la lujuria, la ambición y el egoísmo. Al sumergirse en ese lado oscuro que es en realidad parte de la dualidad de la naturaleza humana, el padre Sang-hyeon abandona su sacerdocio, su calidad de padre o fraile, para entregarse a una relación prohibida con Tae-ju, la esposa de un viejo conocido de su infancia en Busan, Kang-woo, cuya madre pidió especialmente las oraciones del religioso para salvar la vida de su hijo de un cáncer en etapa terminal.

Y es que siempre el vampiro actúa como actúa, sin importar si es para bien o para mal, por la pasión que provoca en él una mujer, la cual también resulta ser el templo de las más bajas pasiones y ambiciones humanas. Park Chan-wook ha observado con mucha cautela ese aspecto del mito del vampiro y en “Thirst” lo demuestra porque incluye la única y verdadera forma en que un vampiro transforma a un ser humano en un vampiro más, bebiendo su sangre y permitiéndole que en su estado moribundo beba la sangre del vampiro que se está alimentando de él o ella, es decir, el simple intercambio de fluidos.

Asimismo, en “Thirst” se retrata la dualidad de un vampiro que logra alimentarse fácilmente al beber sangre de un conocido que está en coma, de su mentor ciego que se corta con el solo fin de dar voluntariamente su sangre para la supervivencia de su protegido, al ayudar a seres humanos que quieren suicidarse, contra la realidad de la vampiresa sádica, hambrienta de poder y sangre, que prefiere divertirse succionando su alimento de sus víctimas luego de sacudirlas violentamente. Allí el porqué de que el personaje femenino, Tae-ju, destaque más que el del sacerdote vampiro protagonista y de que la actriz de 22 años que la interpreta, Ok-bin Kim, demuestre una calidad histriónica superior a la del resto del reparto.

“Thirst” no es para los débiles de espíritu o los pacatos ya que posee fuertes y necesarias tomas y escenas de sexo que demuestran el conflicto del padre Sang-hyeon de dejar su fe y entregarse a los deseos humanos más básicos y los instintos animales más primarios para hacerse de una pareja para toda la eternidad. Hay elementos de traición ya que el mentor del padre, el viejo y ciego sacerdote Noh, postrado en su silla de ruedas, le ofrece su sangre voluntariamente al neófito vampiro para que subsista y no ceda ante los efectos del maligno EV; pero espera que lo cure de su ceguera o que le dé su sangre para que el también sea un vampiro y experimente una nueva vida. No falta la herejía ya que al regresar Sang-hyeon de África varias personas le piden que rece por ellos y se sanan al creer en su intercesión, entre ellos Kang-woo, además lo adoran como si fuera el Papa, un santo, un semidios o el mismo Creador. Lo que siempre está presente es el sentido de romper con lo prohibido, de rebasar todos los límites para alcanzar la plenitud.

Hay que recordar que en sus inicios Chan-wook, con “Moon is the Suns Dream”, “Saminjo” (Trío) y “Simpan” (Judgment), no logró mucho éxito comercial ni reconocimiento de la crítica. Su gran salto al éxito comercial fue con “Gongdong gyeongbi guyeok JSA” (Joint Security Area) en 2000 y el triunfo con la crítica vino con la segunda parte de su "trilogía de la venganza", “Oldboy”, de 2003, ganadora del gran premio del jurado del Festival de Cannes de 2004. Aunque “Thirst” no es su mejor obra, debido a que gran parte de sus 133 minutos se sienten forzados en cuanto a contenido, sí es un audiovisual de potente poesía visual con un  guión adecuado para un drama de vampiros, muy lejos de la hiperpopular “Crepúsculo”, todas sus secuelas y la melosa serie de televisión “The Vampire Diaries” o del teledrama israelí “Split”.

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