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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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El campo musical está en crecimiento con redobles

emina Maldonado es la jefa de percusión de la Orquesta Filarmónica Juvenil de Guayaquil e integrante de la Sinfónica de Guayaquil; a sus 22 años sigue una licenciatura en música y considera que si hay un auge de orquestas de cámara, mayoritariamente cuerdas y vientos, no es por falta de estudiantes o profesionales de la percusión. Con ella concuerda su compañero de la Sinfónica de Guayaquil, Julio César Vaca, formado entre la orquesta y la  Fundación Orquesta Sinfónica Juvenil del Ecuador (Fosje).

Con 1 año como profesor de la Fosje, aunque también trabajó en cargo similar por 2  años, anteriormente, Vaca agradece que los estudiantes ya sepan que  están adquiriendo un compromiso serio con la música, no incurriendo en un  mero hobby. “Tan complejo es para el percusionista latino tocar música clásica como para el percusionista clásico tocar música latina, pero los 2 requieren de mucha dedicación”, agrega al explicar cómo se salta, a veces, de un género a otro.

Las horas de estudio dependen de las otras actividades del estudiante, normalmente, en el caso de la Fosje, recibe 1 hora semanal de clase y en los seminarios, durante las giras o al aproximarse a un recital, todos los días son de clases. Un estudiante se prepara para desenvolverse en el campo solístico, sinfónica, música de cámara. El ensamble de percusión de la sinfónica local, según Vaca, espera difundir más la percusión ya que es un instrumento muy querido, aceptado por toda la gente latina.

El cubano Ian Díaz, profesor del Conservatorio Particular de Música Niccoló Paganini, junto con el director de la entidad, planea formar la  escuela de percusión para que la formación en este género ya no sea empírica como en la mayoría de los casos. El docente graduado en el Instituto de Bellas Artes de La Habana comenta que el estudiante de percusión debe seguir un arduo proceso, pues debe llevar una carga estudiantil de asignaturas y además debe hacerle hincapié a  sus estudios como percusionista, siendo esta una de las familias musicales más amplias en cuanto a  instrumentos.

Díaz, concordando con Vaca, reconoce que el percusionista en ciernes debe dominar la caja o redoblante, la llave del aprendizaje hacia otras disciplinas progresivas como lo pueden ser el xilófono o marimba.

Maldonado dice que llegó a la percusión por casualidad ya que de pequeña al estudiar teoría musical no le gustaba, pero luego de ver un concierto de una orquesta infantil y juvenil y porque ya tocaba batería en un grupo colegial se unió a la percusión de ese conjunto, luego de pasar la prueba de aptitud.

Yemina Maldonado sabe que la percusión, que  comprende una cantidad ilimitada de instrumentos, es un elemento más de la orquesta y tan importante como cualquier otro, pero llama la atención cuando en esa formación se toca música popular. En ensamble se trabaja repertorios modernos y contemporáneos.

Pablo Santos, de 15 años, estudia la percusión en la Fosje desde hace 4 años, domina el xilófono, su oportunidad de practicarla es en la Orquesta Sinfónica Juvenil de Guayaquil: en las clases pone empeño y estudio, en la orquesta se desenvuelve, aprende desde la práctica. Anhela estudiar percusión en Brasil o en México, en el segundo país porque promueve un estilo libre y la improvisación que también encuentra en lo divertido que es lograr el buen sonido de salsa o merengue.

Adicionalmente Santos ha realizado viajes por el país con la banda de su colegio, experiencias de compañerismo y de diversión, de sentirse bien con él mismo. En la Fosje, Priscila Castillo, de 13 años, estudia la misma familia musical hace 2 años y se identifica con la orquesta porque es un grupo mayor de personas trabajando por un sonido, aunque un solo le permite explorar su  ritmo -muchas veces el mismo de la obra ejecutada- y melodía. Ha tocado sola en la iglesia a la que acude.

Ambos quieren integrar la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, su profesor, Vaca y Maldonado ya son 2 de los 4 percusionistas de ese grupo. El director de la orquesta David Harutyunyan dice que por ahora no necesita más percusionistas y que una sinfónica requiere máximo 7.

A la par, el director cree que los percusionistas encuentran trabajo muy rápido, más en América Latina, donde no hay música sin percusión. “El percusionista debe tocar todo lo que existe en esa familia y en la orquesta  rotan, son los únicos que se mueven por el escenario”, indica.

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