“El autoritarismo es propio de un régimen neoliberal”
El salón de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) estaba repleto. Muchos de los estudiantes de ciencias políticas o carreras afines acudieron a escuchar a quien, al momento, es uno de los filósofos más relevantes del mundo.
Tiempo atrás trabajó con Slavoj Zizek, con quien ahora ni siquiera puede cruzar alguna reflexión. Ernesto Laclau llegó cubierto por un aura de superestrella (aunque de un nicho muy pequeño); pero su brillo no llegó a todos los medios de comunicación. Pocos sabían que arribó, luego de muchos años, al país.
El pensador argentino que pasa su año entre Londres y Buenos Aires propuso reflexiones de la vida política y social de los países de Argentina, Bolivia y Ecuador. En esta ocasión, además de ofrecer conferencias, vino a presentar la revista Debates y Combates, de la que es director.
Como punto de partida, el jueves pasado, expuso: “No soy un comunicólogo, aprendo cuando hablo”, dijo al preguntársele sobre el trabajo mediático. Más adelante, no obstante, dijo que el conglomerado de empresas de medios ejerce una especie de poder opositor de gobiernos que, muchas veces, buscan corregir errores de gobiernos precedentes de matriz neoliberal.
Por ello expresó que, conforme la época tecnológica (aunque no solo por ella), una ley de comunicación se requiere para democratizar la información.
Laclau ha trabajado el populismo en relación con la noción de Significante vacío, levantada por él mismo. Esta categoría implica la existencia de un ícono o símbolo asociado con una ideología que, de acuerdo a su contexto, retiene o renova su significado.
Para Laclau, el término populismo no necesariamente es un significante negativo; tomando en cuenta, por ejemplo, la época reciente de figuras como Hugo Chávez, Cristina Fernández de Kirchner, Evo Morales y Rafael Correa.
El filósofo aclaró un equívoco que, dijo, existe dentro del análisis político con el populismo: este no es una ideología, sino una dimensión de la ideología. “Se puede ser populista de derecha, centro o izquierda. Sin así determinar si es bueno o malo”.
Con ello planteó que el populismo no tiene que ser visto desde la desestimación o con baja valía. Puso en escena un ejemplo: Benito Mussolini y Cristina Fernández son populistas, pero, contempló, no son parecidos en sus formas de Gobierno.
También propuso que el populismo se opone a las instituciones puras, a la tecnocracia. Añadió una visión sobre una forma de Gobierno con eje vertical que tiene que ver con la cristalización de un poder unidireccional; y su contrario, el eje horizontal, que tiene que ver con la movilización social. Dijo que ese es el caso de Ecuador.
Laclau fue transparente al señalar cuál es su línea de pensamiento: “El peligro autoritario no es de los regímenes populistas, el peligro es del neoliberalismo”.
Sobre esta base sostuvo: “Con el fracaso del neoliberalismo, la desarticulación de las economías que este ha producido y con la desarticulación de los sistemas políticos que las dictaduras han creado, se dan las condiciones para una interpelación popular a las masas que, a partir de un punto de poder (que es en parte el resultado de la movilización de las masas, pero no exclusivamente), puede producir proyectos de cambio de carácter mucho más radical”.
Y remató: “si hay un peligro autoritario en América Latina, ese peligro no viene del populismo, ese peligro viene del neoliberalismo... rechazo la postura de ciertos sectores de la oposición de América Latina que tildan a los presidentes progresistas como autoritarios”.
La conferencia del filósofo fue transmitida en Mendoza, en la Universidad Nacional de Cuyo, y en Guayaquil, en la U. Casa Grande. Lo acompañó Roberto Follari con un análisis del pensamiento de Laclau.