Los primeros objetos animados se remontan a la cultura egipcia
El arte milenario de los títeres es parte del VAQ
Si uno le pregunta a Fernando Moncayo, titiritero, dramaturgo y cofundador de ‘La Rana Sabia’ (grupo pionero en esta rama en el país), si un títere puede llegar a tener alma, él responderá —sin titubear— que sí. ¿La razón? Su trabajo (que inició en 1973, junto a su esposa, la colombiana Claudia Monsalve) parte de un pensamiento chino muy antiguo para teatro, conocido como ‘La flor de la interpretación’, que hace referencia a la extensión del pensamiento y voluntad de quien maneja cualquier muñeco.
Donde va la mano —explica Fernando— va el objeto, donde va el objeto va la mirada, donde va la mirada ahí está el espíritu. “Puedes tener el muñeco más bello, incluso el mejor texto, pero si no le das espíritu a ese títere, nunca dirá nada”.
De esto y más se habló el pasado jueves en el Centro Cultural Benjamín Carrión, en el primero de los 3 talleres sobre Teatro de Títeres que ofrece el Verano de las Artes (VAQ 2014) en Quito.
Según Moncayo, si bien es imposible abarcar todo el mundo de los títeres en 3 charlas, generar interés es lo más importante. “La idea es lograr abrir una cantidad de cuestionamientos al respecto, porque este es un arte tan complejo, tan milenario, tan antiguo y tan variado que trataremos de meter el gusanillo de la inquietud en el público y aportar con información interesante”.
La primera sesión, titulada Los Títeres: un arte milenario, trató sobre los orígenes, variedades, formas y técnicas de las diferentes marionetas desde la antigüedad, así como su posterior influencia en su desarrollo a nivel mundial.
La segunda sesión se realizará el próximo jueves 21 de agosto, y tratará sobre los Títeres Precolombinos; y la tercera, finalmente, el 28 de agosto, bajo el título La Palla: un títere gigante entre rituales agrarios, tiene que ver con la falla del Corpus Christi en la parroquia Alangasí, al sureste de Quito.
Hilos que se mueven desde hace miles de años
Con una serie de fotografías, marionetas de varias partes del mundo y su inconfundible humor, Fernando Moncayo explica, ante una sala llena de niños y adultos, los orígenes de este arte. “Es un arte muy antiguo que ha estado siempre relacionado con lo mágico o lo sagrado. Es lógico, muchos se dieron cuenta de que, además de otorgarle poderes a un muñeco, se podía tener influencia sobre los demás. De ahí nace, por ejemplo, el culto a las imágenes.
Aunque, en efecto, en la prehistoria el hombre debió jugar con figuras hechas de sombras o de piedras, las primeras noticias que se tienen de objetos animados en el mundo antiguo se remontan a la civilización egipcia.
Fernando cuenta que, por ejemplo, allí se encontró la tumba de una bailarina de nombre Jelmis (al parecer aficionada a las marionetas), un muñeco articulado que databa de, aproximadamente, 2.500 años AC. En el sarcófago también se encontró un barquito de madera con figuras de marfil movibles.
Pero lo fundamental en las culturas milenarias era lo ritual. El historiador Heródoto nos habla de ello cuando afirma haber asistido a una ceremonia en honor al Nilo, que aseguraba fertilidad a los campos, durante la cual la estatua de Osiris movía la cabeza y los brazos mientras una voz, que procedía del interior de la imagen, invitaba a los fieles a postrarse en oración.
Otras culturas que han desarrollado de manera magistral el teatro de los títeres han sido la hindú, la china, la japonesa y la turca, por citar algunas, y que en sus diversas características (algunas toman décadas dominarlas, debido a la precisión que requieren y las dificultades que implican) han contribuido a que este arte siga siendo uno de los más populares del mundo.
Para Fernando es importante señalar que —además de los fines ceremoniales— los títeres han estado siempre vinculados a procesos populares, siendo una de las mejores herramientas para crear, entretener, educar e incluso participar en luchas sociales, políticas y agrarias.
DATOS
Próximos talleres: ‘Títeres Precolombinos’ (21 de agosto) y ‘La Palla: un títere gigante entre rituales agrarios’ (28 agosto), ambas a las 18:00, en el Centro Cultural Benjamín Carrión. Entrada libre.
‘La Rana Sabia’ nació en 1973, cuando el ecuatoriano Fernando Moncayo y la colombiana Claudia Monsalve unieron sus vidas para dedicarlas a los títeres. Juntos han buscado siempre una identidad, lenguaje y estética propios.
Algunos historiadores sostienen que su uso anticipó a los actores en el teatro. La evidencia muestra que su aplicación se llevó a cabo en Egipto unos 2.500 antes de Cristo con el uso de figuras de madera manipulables con una cuerda.