El arte del grabado sigue vivo
Hace no demasiado tiempo, las ilustraciones hechas con la técnica del grabado eran el material gráfico que se publicaba en los periódicos. Hoy, las fotografías de máxima resolución, hechas con equipos de tecnología de punta, se suben a redes internas compartidas y en cuestión de minutos, pueden ser publicadas. Si por alguna razón este proceso no funciona, se pueden sacar del repositorio casi infinito disponible en internet. En la época en la que vivimos se premia la velocidad y la eficiencia, por lo que el grabado, un proceso paciente y trabajado, parece no tener lugar.
A pesar de esto, la muestra itinerante Homografik, que se expone en el Centro Cultural Benjamín Carrión hasta febrero, es una demostración de que este arte antiguo y noble sigue vigente.
Y esta parece ser la intención de los artistas: al dejar abierta la temática, el denominador común es el proceso mismo de creación.
Las 34 obras que se exponen en la muestra fueron creadas utilizando la técnica de grabado más antigua del mundo: la xilografía.
En esta modalidad, el artista utiliza una gubia o formón para dibujar haciendo surcos en una tabla de madera, llamada matriz.
Posteriormente, a esta matriz se le aplican tintas de diversos colores, y con la ayuda de una prensa se imprime sobre un soporte material, en el caso que nos atañe, papel. Es una técnica lenta y precisa, que requiere una maestría completa de todas sus fases.
La idea detrás de la exposición nace del Primer Encuentro Nacional de Grabadores 2013, un retiro artístico organizado por el gestor cultural Ramón Sonnenholzner (Garza Roja), en la que los participantes utilizaron una réplica de la prensa original de Johannes Gutenberg, inventada en el siglo XV, para explorar sus inquietudes artistas personales sobre el mismo medio plástico.
Inaugurada con un recital audiovisual en que el artista Hernán Zúñiga -también grabadista- mezclaba la proyección de grabados con música electrónica, la muestra Homografik incluye resultados de mucha riqueza y diversidad, y demuestra la efectividad del grabado para plasmar la voluntad artística de forma libre, expresiva y bella.
Conviven en armonía poderosas obras abstractas como Amuleto, de Lorena Salinas, hasta trabajos más expresionistas como Presencia, de Patricio Palomeque, en la que una figura de rostro atormentado emerge de trazos rojos sobre negro, una especie de sublimación de la ansiedad existencial del ser humano.
Además, se nota el trabajo de los más jóvenes, algunos de ellos alumnos de otros artistas de la muestra, en obras como Más allá del Universo, retrato femenino de estilo moderno, con colores brillantes y llamativos.
Hace unas semanas, el periódico inglés The Guardian publicó una pieza que causó debate. En ella, cuatro fotógrafos eran cuestionados sobre la posible muerte de su arte por su masificación: la fotografía nunca fue tan popular como ahora, pero a la vez cada foto se ahoga en la masa de imágenes en internet.
El artículo también se refería a estudios psicológicos inquietantes: los usuarios de smartphones que sacan fotos compulsivamente no interactúan emocionalmente con la realidad, al punto de olvidar los momentos de felicidad. El efecto de este incipiente fenómeno sobre las artes visuales está todavía por verse.
Por eso, en medio de la marea imparable de imágenes digitales, acercarse a obras creadas por manos humanas, dedicadas y pacientas, guiadas por la sensibilidad artística y la contemplación, es extremadamente refrescante.
Datos
Homografik se realiza en el Centro Cultural Benjamín Carrión, localizado en Jorge Washington E2-42 y Ulpiano Páez, en Quito.
La muestra estará montada hasta el próximo 4 de febrero y puede ser visitada de lunes a viernes, de 08:00 a 16:30.
En Homografik participan artistas de las tres principales ciudades del país, como Rosy Revelo, Arnoldo Sicles y Hernán Cueva (Quito); Hernán Zúñiga, Renata Crespo y Lorena Salinas (Guayaquil); Lanner Díaz, Patricio Palomeque y Diego Loja (Cuenca).
