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El Telégrafo
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Editorial Pre-Textos antologa a Hugo Mayo y David Ledesma

Rodríguez seleccionó los trabajos que consideró más relevantes de la obra de estos dos autores, a quienes cree deben ponerse en circulación mundial.
Rodríguez seleccionó los trabajos que consideró más relevantes de la obra de estos dos autores, a quienes cree deben ponerse en circulación mundial.
Foto: Karly Torres / EL TELÉGRAFO
17 de marzo de 2018 - 00:00 - Redacción Cultura

David Ledesma se suicidó un jueves de Semana Santa. Sus familiares se negaron a reproducir su obra. Se dice que su madre rompió sus fotografías  para terminar con la fama de un hijo al que veían como “poeta, homosexual y suicida”.

Miguel Augusto Egas, quien se renombró a sí mismo como Hugo Mayo, murió abandonado en una sala del Hospital Teodoro Maldonado. Su primer poemario, El Zaguán de Aluminio se reconstruyó 60 años después de que los originales se perdieran antes de imprimirlos en la década del 20 y, se dice, que su hijo quiso cobrar muy caro por los últimos textos que dejó escritos.

La obra de ambos se publicó y valoró de manera tardía. Además de la serie de antologías en las que han aparecido en el país y su ausencia en el programa curricular educativo, este año su obra cobra una nueva dimensión: la editorial Pre-Textos, una de las más reconocidas del mundo hispanohablante, publicará una antología de estos dos ecuatorianos.

La publicación de estos dos autores empezó con la visita de Manuel Borrás, fundador de Pre-Textos, a Guayaquil, en 2015, a propósito del Festival de poesía Ileana Espinel. Aquí, Borrás confesó conocer a muy pocos autores locales. Su editorial había publicado décadas atrás a José Watanabe, Hugo Mujica, Eduardo Chirinos, Carlos Germán Belli o Ida Vitale.

El organizador del festival poético le lanzó la idea de publicar a Ledesma y Borrás confesó que no lo había escuchado ni de nombre, entonces Rodríguez le prometió una antología. Cuando el editor de Pre-Textos leyó al poeta, al que sus padres no quisieron difundir como merecía, dijo que le había encantado.

“En él encontré ecos de muchos de los maestros latinoamericanos. Su sentido del ritmo y claridad son muy ricos y sus preocupaciones trascienden la esfera egocéntrica. Cuenta desde luego que hagamos esa edición y un millón de gracias por descubrirme a ese poeta tan inmerecidamente desconocido”, le escribió Borrás a Rodríguez a finales de 2015.

De acuerdo a la escritora María Auxiliadora Balladares, la obra de Ledesma se construye en lo abyecto. “Es desde el entendimiento de lo que implica devenir abyecto y desde la consecuente ruptura con la heteronormatividad de que la poesía amatoria de Ledesma genera verdad”, dice la autora en un ensayo.

Un mártir y héroe
El poeta Luis Carlos Mussó sostiene en un texto publicado en el suplemento cultural Cartón Piedra que David Ledesma y su hermano Gustavo, uno de los caídos de la conocida batalla de Zarumilla, en 1941,  “perviven, cada uno, con rutilante y propia intensidad”. ¿Realmente es así, cuando la obra de ambos tal vez no se difunde lo suficiente?, le preguntamos en este diario.

Mussó cree que a la hora de construir mitos es bueno también darse un tiempo para la desmitificación. “Quiero decir -dice Mussó- que esa línea fascistoide del despliegue de banderas, cantos de himnos que reflejan el relato chauvinista y guerrero de la patria ha sido siempre una linde artificial entre nuestros países”.

Para Mussó, David Ledesma fue un poeta joven con grandes destellos y aciertos, y es justo que las nuevas jornadas lo conozcan. “Pudo haber brindado mucho más (con cada carrera trunca decimos lo mismo). El teniente Ledesma pudo pasar como un desconocido miembro de las Fuerzas Armadas nacionales, pero el incidente de la guerra con Perú lo visibilizó, tristemente, como mártir y héroe. Agrega que “en una guerra siempre se pierde más de lo que se gana. Quienes crecimos con un doble mapa de Ecuador lo sabemos (un mapa real puertas afuera y otro de consumo íntimo, idealizado)”, dice Mussó.

La publicación de Hugo Mayo en la editorial ocurrió más o menos igual. A Borrás ya le habían hablado del autor mantense que publicó su primer poemario en 1976, 54 años después de su primer intento de hacerlo. En su juventud intercambió cartas con autores como Jorge Luis Borges. El peruano José Carlos Mariátegui publicó sus poemas en la revista Amauta.

Mayo fundó revistas que él mismo imprimía de su correspondencia con autores de la vanguardia del momento. Síngulus (1921), Proteo (1922) y Motocicleta (1924), de esta última sobreviven algunos ejemplares, a diferencia del resto. Según él mismo dijo “logró que Ecuador se codeara con los países de mayor cultura en el mundo”.

Para el poeta manabita Alexis Cuzme, “Hugo Mayo dejó claro que se puede existir, como autor, a contracorriente. Que se puede construir un trabajo literario más allá del reconocimiento local, público y de colegas escritores”.

A pesar de que personas como Raúl Serrano (desde Quito) o Alejandro Guerra (desde Guayaquil) han investigado la obra de Mayo en los distintos medios donde fueron publicados, Cuzme cree que, como bien lo han dicho en su momento estos y otros investigadores, faltan estudios más exhaustivos sobre la obra de este poeta manabita.

“Hugo Mayo jamás estuvo de ‘moda’. Siempre fue un extraño en su época, y en su vejez predominó la leyenda de quién era, más que un entendimiento pleno de su poesía”, dice Cuzme.

El olvido sobre su trabajo se refleja, por ejemplo, en la ciudad en la que nació. En Manta, hasta el año pasado, gracias a un encuentro realizado en su nombre y cuyo objetivo era recuperar su memoria, el Municipio restauró la estatua que se encuentra en el Paseo de los hermanos Egas Miranda (callejón céntrico en la ciudad), pero si no se hubiera realizado la campaña previa al encuentro es probable que su estatua en estos días seguiría descuidada. “Y aún le falta una placa con su nombre”, dice Cuzme.

Rodríguez seleccionó para Pre-Textos lo más representativo de la producción de cada uno, “traté de dar una muestra amplia y diversa de sus libros que no es de muy fácil acceso”. Se apoyó en las ediciones publicadas en la Casa de la Cultura y no hay ningún trabajo inédito. Considera que esta publicación pondrá a circular su obra, como debía ser hace tiempo.

Para Mussó, estos dos poetas de la Costa ofrecieron batallas estéticas con la palabra, con su tiempo y “hay que investigarlos como lo que fueron, como importantes autores ecuatorianos, dentro de un contexto mayor, el regional, quiero decir que es su aporte textual el que debe interesarnos”. Lo dice porque “a muchos les suena tentador el lado extratextual, el mito, la historia anecdótica del autor de culto, pero pienso que responsables ediciones cuidadas deben ver la luz. Sus obras comentadas por una lúcida y actual mirada, dotada de herramientas de análisis e interpretación”. (I)

La cruz del sur

Hugo Mayo

Miguel A. Egas (Manta, 1897-1988) es uno de los fundadores de la vanguardia local.

David Ledesma

(Guayaquil, 1934-1961). Su obra se construye desde la noción de ser ‘abyecto’.

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