“Ecuador Bajo Tierra”, el otro cine ecuatoriano
Hace algunos años descubrimos, casualmente, un artículo publicado en una conocida revista ecuatoriana. El titular rezaba: “Westerns choneros”. La nota hacía referencia a la producción de varios largometrajes que habían sido filmados en Chone, provincia de Manabí. Uno de los más conocidos era “Sicarios manabitas”, realizado por Fernando Cedeño y Carlos Quinto Cedeño. El reportaje describía la manera en que estas películas habían sido producidas, realizadas y distribuidas por diversos canales –incluidos los piratas- fuera de los circuitos culturales y comerciales oficiales.
Inicialmente nos propusimos presentar los filmes en Ochoymedio, pero después concluimos que ese artículo nos ponía frente a una situación absolutamente desconocida en el medio tradicional del cine nacional. Eran producciones realizadas con poco presupuesto, en ciudades fuera de la capital, por productores en su mayoría autodidactas que habían alcanzado tal nivel de aceptación en sus respectivas provincias, que se habían convertido en los cineastas y películas locales con más éxito que cualquier película profesional filmada en los últimos años en el país.
Este fue el antecedente de lo que sería la investigación base para el libro “Ecuador bajo tierra, filmografías en circulación paralela” (2009), editado por Miguel Alvear y Christian León, y producido por Ochoymedio.
Esta publicación visibilizó finalmente un fenómeno que, por años, se había desarrollado “bajo tierra” en el Ecuador y que era poco conocido por los sectores formales de la producción de cine local. Ese mismo año, 2009, Ochoymedio produjo el “Festival Ecuador Bajo Tierra, Primera Edición”, que presentó una recopilación de las películas que habían sido objeto del estudio del libro en mención. El evento se convirtió en una fiesta del “cine subterráneo” ecuatoriano, que finalmente encontraba salas para su exhibición y un espacio para ser conocido por medios y público.
Desde entonces nos planteamos descubrir y promover la exhibición de las cinematografías locales que reflejan ciertas particularidades culturales y que, por sus características sociales y tecnológicas, constituyen una fuente de memoria contraoficial y cotidiana que debemos conocer y presentar en nuestras salas. Estamos totalmente convencidos de nuestra obligación de recuperar el acervo cinematográfico que se produce fuera de cualquier establishment conocido hasta hoy.
Nuestro objetivo, ahora, con la realización del “Festival Ecuador Bajo Tierra, Segunda Edición”, es seguir promoviendo el registro histórico de la cotidianidad ecuatoriana. El estudio, valoración y visibilización de las cinematografías no profesionales o marginales es un componente importante para comprender la cultura audiovisual ecuatoriana. No son películas “lumpens” o “simplemente amateurs” o “incómodas” o “malas”, como alguien las puede definir. Son producciones hechas a pulso y cuya amplia circulación –por fuera de los canales establecidos de festivales o pantallas comerciales- nos dice mucho del medio audiovisual ecuatoriano, no solamente del que se produce en Quito y Guayaquil. Al mismo tiempo, algunos mecanismos de producción y distribución aplicados por estos realizadores pueden aportar de manera importante al mal llamado sector formal o industrial.
Las autoridades culturales (¿también los demás cineastas “profesionales”?) deben dejar de lado la incomodidad que puede provocar la difusión de realizaciones que son parte de nuestra manera de visibilizar, mediante el cine, lo que somos, pensamos o sentimos los ecuatorianos. Esta estigmatización provoca más bien una subvaloración de un fenómeno que debe ser conocido; este prejuicio cierra los ojos, impide ver más allá y no permite el conocimiento de una realidad audiovisual que traspasa lo que en cine ecuatoriano “profesional” se ha hecho hasta ahora.
El “Festival Ecuador Bajo Tierra”, en esta segunda edición, pretende seguir estableciendo lineamientos conceptuales y metodológicos para realizar, a futuro, el levantamiento y catalogación de estas cinematografías. Se anuncia, en este contexto, el estreno de “El Ángel de los Sicarios”, de Fernando Cedeño; “Los Raidistas”, de Nixon Chalacamá, entre una veintena de ficciones a ser presentadas en Quito, Guayaquil y Manta.
Ochoymedio y todas las pantallas que a nivel nacional están bajo su responsabilidad serán la vitrina para que todo el cine ecuatoriano que solicite presentarse en sus instalaciones, venga de donde venga, incómodo o no, trasgresor o no, pueda ser exhibido. Nuestras salas son diversas, incluyentes y alternativas. La libertad de programar las mismas es algo, para nosotros, absolutamente innegociable.