Tal vez no hay fórmula para cerrar uno de los encuentros más importantes de literatura de ciencia ficción. Es entonces cuando las casualidades hacen lo suyo.

Así, pasó en la Semana Negra que se realiza anualmente en la ciudad española de Gijón, pues antes de que tengan efecto las intenciones de los organizadores por clausurarla, uno de los carros de traslado de los escritores asistentes se incendió.

La Semana Negra de Gijón, que este domingo cerró su edición 27, nació con la idea de ser un festival de nuevo tipo en el que “se mezclaran sin prejuicio los elementos literarios con los elementos lúdicos, una gran fiesta de la cultura en la calle”, según su organizador y fundador, el escritor asturiano-mexicano Paco Ignacio Taibo II.

Para TaiboII, la única respuesta para concebir el éxito de la novela negra es que ha incorporado a la literatura el amplio territorio de la ucronía, al abrir las posibilidades de pensar en la realidad a partir de otras circunstancias.

Es así, que este evento logró reunir una vez más a 150 escritores, periodistas, críticos literarios. Los temas de diálogo fueron la literatura, política, arte, música y como es común en la reminiscencia del Mundial de Fútbol, también ese fue el eje de las conversaciones.

Durante su celebración también se entregó el Premio Dashiel Hammett a la mejor novela de género publicada en 2013, a Alexis Ravelo por su trabajo en ‘La Estrategia del Pequinés’.

El premio Rodolfo Walsh a la mejor obra de no ficción de género negro fue para ‘Antonio Benaiges, el maestro que prometió el mar’, del escritor Francesc Escribano.

En la categoría a mejor primera novela de género negro el premio fue para ‘No llores, hombre duro’, de Mariano Quirós.

La Semana Negra de Gijón concluyó sus jornadas de intercambio entre escritores y lectores, dejando abiertas nuevas posibilidades de lectura para sus asistentes. Además, fue un llamado fructífero para la aproximación a la literatura del género.