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Dieudonné: en los límites de la libertad de expresión

Dieudonné: en los límites de la libertad de expresión
12 de enero de 2014 - 00:00

La comedia, como género artístico antiguo, evolucionó desde las fiestas en honor a Dioniso, dios de la cosecha de la uva, del vino, y del éxtasis ritual. Aunque los orígenes exactos son inciertos, se puede trazar su origen a las ‘dionisias’, que involucraban un coro de voluntarios, por lo general embriagados por el vino, que bailaban en grupo. Poco a poco se fue integrando la narración. A menudo, los disfraces incluían simbolos fálicos exagerados, que colgaban de las entrepiernas de los intérpretes.

Esta irreverencia, abiertamente sexual, pasó de esta forma arcaica de comedia a las obras de Aristófanes, el autor más importante de este género en Grecia. En sus obras, predominaban las referencias a lo escatológico, a la sexualidad y a la crítica política, muchas veces abiertamente hiriente y agresiva.

En este sentido, el género cómico siempre ha sido irreverente, siempre ha causado polémicas y -por supuesto- siempre se ha nutrido de las opiniones encontradas, de aquellos temas de los que la gente prefiere no hablar, y de los estereotipos raciales, sexuales y sociales.

Sus relaciones con conocidos antisemitas han atenuado algunas de sus críticas bien fundadas.
De muchas formas, la comedia -con sus subgéneros como la parodia y la sátira - es uno de los campos que más se respeta y a la vez se cuestiona la noción de libertad de expresión o licencia artística. Sus límites siempre han sido un campo de batalla.

Esta dinámica no ha cambiado mucho hasta nuestros días. Es más, en la útlima semana, se ha añadido otro capítulo importante a su historia cuando el Consejo de Estado francés -el máximo órgano de justicia administrativa del país- prohibió las actuaciones del comediante de ascendencia camerunesa Dieudonné M’bala M’bala. El espectáculo del polémico comediante ha sido tachado de antisemita, racista y sexista en varias ocasiones, por lo que ha sido multado en siete ocasiones.

En este caso, la decisión fue motivada personalmente por el ministro del Interior, Manuel Valls, que la semana pasada envió una circular dirigida a todos los prefectos de policía del país, en la que argumentaba que a pesar de la libertad de expresión, para luchar contra el racismo y el antisemitismo, algunas de las prohibiciones eran aceptables.

En un comunicado oficial, Valls dijo que Dieudonné “ya no es un comediante” sino un “antisemita y racista”.
Sin lugar a dudas, Dieudonné es una figura sumamente compleja. A pesar de estar siempre activo en política, empezó como representante de la extrema izquierda antirracista, posicionado en favor de la causa Palestina, y terminó siendo amigo de Jean-Marie Le Pen, líder de la extrema derecha. En este sentido, es un disidente y un revoltoso en el sentido clásico de la palabra, que cultiva un discurso incisivo y siempre en contra de los poderes establecidos.

52% de los franceses se posicionó a favor de prohibir los espectáculos, lo que demuestra una opinión dividida.

Para comprender el revuelo que ha causado, hay que volver a sus inicios en 2003, concretamente a la emisión del programa ‘On ne peut pas plaire a tout le monde’ (No se puede complacer a todo el mundo), de la Televisión Nacional francesa, en el que apareció por primera vez un sketch en el que pariodaba a un colono israelí, al que usaba para criticar las políticas sionistas de Israel. La respuesta de los medios fue contundente: desde el primer momento se lo acusó de nazi y se le vetó el acceso a las televisiones.

“Yo no hablo de los judíos en general. Yo hablo del cretino (en referencia a su personaje), que resulta que es judío, pero me podría burlar de un cretino musulmán, de un cretino francés...”, dijo en respuesta a la polémica actuación.

En su defensa debe admitirse que se ha burlado de varios extremismos religiosos. Por otra parte, su progresiva radicalización, fuertes comentarios en relación al Holocausto y su posterior relación con personajes realmente antisemitas, han sepultado la validez de algunas de las críticas bien fundadas que sostenía contra las políticas sionistas agresivas de Israel.

Entonces, ¿dónde está el límite? Si bien está claro que la sensibilidad con el tema del antisemitismo nace, justificadamente, de la barbarie llevada a cabo por el nazismo, esto no significa que políticas violentas, como la ocupación progresiva e ilegal (según las Naciones Unidas) de territorio palestino, no puedan ser criticadas y, peor aún, parodiadas. El debate está servido.

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