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Diane Denoir: "No importaba la distancia, Mario iba a toda invitación que le hacían"

Diane Denoir: "No importaba la distancia, Mario iba a toda invitación que le hacían"
Fundación Mario Benedetti
13 de septiembre de 2020 - 09:00 - Isabel Hungría

Diane Denoir, cantautora uruguaya de larga trayectoria, tuvo el privilegio de conocer a Mario Benedetti en varias de sus facetas: como escritor, como crítico literario, como periodista, como poeta, como exiliado y como amigo.

Jovial y de trato amable, Diane conversó con diario El Telégrafo en un sábado (12 de septiembre) que para ella empezó temprano (viajó al interior de Uruguay) y que exhala sus últimos suspiros, sin embargo esa extenuación que lleva consigo no la vuelve lacónica ni monosilábica, al contrario, repetidamente alienta a que se le formulen preguntas y advierte que no desea hacer de la entrevista un monopolio en el que solamente ella gobierna la palabra.

Conoce tanto de Benedetti, recuerda con claridad portentosa cada fecha y habla con tal precisión y coherencia, que parece una insolencia interrumpirla, más aún cuando cada palabra que articula revive y vigoriza al entrañable escritor. ¡Aquí está!  

A través de esa cercanía que hubo entre usted y el poeta, ¿pudo conocer si entre sus poesías tenía alguna preferida? 

Era autocrítico. En 1945 escribió la "Víspera indeleble" y Mario se pagó las ediciones de sus primeros cinco libros. Esos poemas que él escribió en la "Víspera indeleble" no los quiso incorporar en una antología de poemas. Era muy crítico consigo mismo, no creo que tuviera preferencia con ninguno de sus poemas. Siempre siguió viendo hacia otros lados porque la poesía de Mario fue fecunda. Él era muy prolífico como poeta, estaba todo el tiempo escribiendo. No creo que se detuviera a congraciarse consigo mismo, con lo modesto que era, imposible.

¿Nunca se detuvo en el ejercicio de la escritura?

Hasta los últimos días escribió, con diferentes miradas del mundo, del prójimo. Mario hizo poemas de amor, poemas de lucha, poemas de dolor, poemas reivindicativos.

¿Había alguna otra vertiente de la que disfrutara y no conocemos?

Mario fue crítico literario, tiene un rasgo muy importante como crítico literario que poco se conoce. A través de su crítica uno observa que Mario tiene una cultura de una profundidad increíble. Su criterio es maravilloso.


¿Admiraba a algún escritor? 

A muchos. Se interesó por la literatura de muchos escritores y poetas. A mí personalmente me acercó a Felisberto Hernández. Mario pertenece a una generación del 45 en la que hay escritores y poetas muy importantes, entre ellos Idea Vilariño. Fue toda una corriente literaria la del 45.

Mario forma parte de una corriente de escritores que nace a finales de los 50 e inicios de los 60 que se pueden conocer y reunir a través de Casa de las Américas, cuyo rol fue muy importante en la literatura; primero porque se convirtió en el lugar que permitió que escritores latinoamericanos se conocieran y que el mundo empezara a mirar un poco más dentro de Latinoamérica y no tanto hacia Europa, como mirábamos antes.

Así fue que se dieron a conocer Alejo Carpentier, Nicolas Guillén, Mario Benedetti, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Vargas Llosa, Lezama Lima, García Márquez. Es una década de reunión, unión y reflexión de autores latinoamericanos muy importantes.

Sale la revista Casa de las Américas, una revista que esperábamos con mucha avidez los que amamos la literatura. Allí Mario se convierte en el primer director del Instituto de Investigaciones de Literatura Latinoamericana. Es una época fértil de la literatura latinoamericana. 

Los derechos humanos no eran ajenos al escritor, también fueron su norte... y su sur. 

Mario en vida defendió los derechos humanos y consecuente con esa lucha pidió que su fortuna fuera destinada a la creación de una fundación que velara por la literatura y por los derechos humanos. Nosotros instauramos el "Premio Internacional Mario Benedetti a la Lucha por los Derechos Humanos y la Solidaridad" y cada año a través de la fundación los cinco miembros entregamos por unanimidad este premio.

La primera vez se lo entregamos a Leonard Peltier, un cacique indio, miembro de los Sioux que está preso en los Estados Unidos desde hace 46 años (hoy 12 de septiembre, precisamente, es su cumpleaños) por defender su territorio. Cada 14 de septiembre, el día del cumpleaños de Mario, entregamos el premio Mario Benedetti a la solidaridad. Mario también fue periodista, tuvo una larga trayectoria como crítico literario, comentarista de la realidad internacional.

En ese camino tuvo una pequeña pelea con Vargas Llosa en diario El País de España, muy caballeresca, pero política, eso fue en los años 80. 

Fueron muy amigos, se encontraron en Cuba y trabajaron en París en la televisión francesa. Mario era traductor. Lo que pasa es que Vargas Llosa cambió su postura política y empezó públicamente a criticar a todos aquellos compañeros (entre comillas) que pensaban diferente. En un momento lo hace a través de un artículo en diario El País, donde Mario también colaboraba, entonces, con su gracia y gran caballerosidad le contestó en un ida y vuelta de cuatro cartas interesantes.

Mario nunca denigró a quien pensara diferente de él, simplemente le respondió manteniendo sus principios, su coherencia, su consecuencia, con gran elegancia y hasta con un humor. Tenía un humor muy fino. En su cotidianidad también. Tuvo unos artículos muy humorísticos, de crítica, pero con humor.

Él firmaba como "Damocles". Los publicó en Marcha, un semanario del Uruguay. Escribió el libro titulado "Peor es meneallo" donde hay una serie de artículos humorísticos, muy graciosos. Mario siempre tuvo humor en la vida, incluso en alguna que otra crítica literaria muy seria a veces ponía un adjetivo un poco humorístico. Manejaba muy bien el lenguaje porque en su poesía jugaba mucho con el castellano (prójimo-próximo). Jugaba mucho con el idioma, lo cual a veces resulta difícil traducir precisamente por eso. Mario tiene una cosa juguetona que raya en un humor muy fino, de matices.


Tiene alguna anécdota con él... 

Muchas (risas). Hay tantas. Quien también tenía mucho y muy lindo humor era Luz (López Alegre, su señora), fiel compañera de Mario a lo largo de 60 años. Durante el primer exilio de Mario ella se tuvo que quedar en Uruguay porque había que ayudar a mantener a dos madres, a la de ella y a la de Mario. Ambas viudas, no era fácil la época ni la economía, así que Luz siguió trabajando pero viajaba los fines de semana a Buenos Aires para estar con Mario. Así hasta que pudo viajar a Cuba porque luego de estar en Argentina, Mario se fue a Perú y después a La Habana. Luz a finales de los 70 pudo por fin viajar a Cuba a vivir con él.

Se quedaron hasta el 81 porque con el bloqueo se hizo difícil enviar mensualmente dinero para sostener a las madres. Y esa es la razón por la cual en el 81 se van a vivir a España, únicamente por eso. Se quedaron a vivir hasta el 85, año en que Mario pudo volver con la democratización de Uruguay y ahí estuvieron 6 meses en España y 6 meses en Uruguay hasta el 2004, cuando se enfermó Luz y tuvieron que venirse a Uruguay hasta el 2006 que ella falleció. 

Cuando una lee los poemas de Mario Benedetti piensa indefectiblemente en su esposa  y en la pulsión que surgiera entre ambos... ¿Cómo era ella? 

Ella tenía mucho más humor que Mario, y era asertiva. Una gran compañera, era la primera lectora de Mario. Cuando Mario escribía algo a la primera persona que le mostraba su obra era a Luz y ella opinaba. Se reía de que Mario fuera a toda invitación que le hacían, no importaba cuántos kilómetros debía recorrer o cuántas horas debía viajar. Se reía y decía: "Mario nunca selecciona". Fue una gran compañera para él. Se quisieron mucho. Y como no pudieron tener hijos crearon la fundación antes de fallecer dejando bien claro su función y los nombres de las personas que formarían parte del directorio (Diane es una de ellas).

Su casa... ¿Ya no existe? 

Mario sabía que en su apartamento la Fundación no iba a poder funcionar porque el reglamento del condominio prohíbe la circulación de personas. Pidió que se vendiera luego de que falleciera y se comprara la sede de la Fundación. Trasladamos su biblioteca de más de diez mil volúmenes a la nueva sede. Daniel Viglietti fue su gran amigo. Mario hizo un espectáculo a dos voces con él. Daniel falleció hace dos años y también integró el consejo de la fundación desde su creación. Fue otro compañero leal.


Si el poeta tuviera frente a sí alguna bebida, ¿cuál elegiría? 

Tenía afición por el buen vino tinto. A Mario le gustaba almorzar con una buena copa de vino, incluso cuando Luz falleció en 2006, Mario no almorzó más en su casa y se iba a un bar que había en la esquina de su casa, donde se sentaba todos los días, en la misma mesa, el Bar San Rafael. Y cuando veraneaba en Mallorca, en Puerto de Pollensa, bebía cerveza.

¿Le gustaba la música? 

Muchísimo, tiene una colección inmensa de discos de vinilo, tanto de música clásica como popular. Mario fue un agradecido con quienes pudimos trabajar junto a él en sus versos, incluso tuvo el detalle de modificarlos si había alguna parte musical que no entraba tan bien en el verso.

Era muy receptivo a lo que eran las nuevas generaciones musicales, tanto en América Latina como en España, pero le gustaba mucho también la música clásica. La popular y la clásica. Era muy sensible porque a veces yo le mostraba algún tema de Chico Buarque y Mario asentía. Algunas le gustaban más que otras. Tenía mucha curiosidad por escuchar. Su colección es abundante y variada. Como música me atrevo a valorar que tenía una buena elección. 

Agradecimiento: Andrea Tosquellas y María Delia Venturello 

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