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El Telégrafo
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Esta antología convoca a 13 poetas más un bonus track

Del descreimiento del amor a su venganza

La anterior semana fue el lanzamiento del libro en Quito y Guayaquil, con gran acogida.
La anterior semana fue el lanzamiento del libro en Quito y Guayaquil, con gran acogida.
Eduardo Escobar / El Telégrafo
16 de febrero de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

En Arrarrau, 13 poemas de antiamor, desamor y amor, el primer libro de la editorial Turbina, 13 poetas (más un bonus track), casi todos nacidos en los setenta y ochenta, derraman su aliento de descreimiento hacia el amor romántico. “De alguna forma es lo que identifica a quienes hemos nacido en estos años”, dice María Auxiliadora Balladares, una de las antologadas y la representante de la editorial en Guayaquil.

“Algunos (de estos poemas) son una caricia, otros un disparo, otros una daga y, según se mire, varias son las posibilidades: de ella para él, de él contra ella, de ella por ella, de él sin él… En este breve artefacto para todos hay”, dice en su presentación un tal ‘Agitador Vórtex’, el autor intelectual de este primer libro de la colección Artefactos, hecha en formato pequeño.

A través de esta publicación, su editor, Juan Pablo Crespo, pone a prueba sensibilidades disímiles de los autores que serán distribuidos en circuitos donde no suele ofertarse este tipo de elementos culturales. El libro estará en El Cangrejo Cultural y El Coleccionista, en Guayaquil; y en la Alianza Francesa, El Pájaro de Fuego, Casa Mitómana, La Carnicería, Casa Mutante, Librería Rayuela, y con venta ambulante, en Quito.

Para Balladares, en Arrarrau... cada poeta habla desde su experiencia vital, hay un aliento de sospecha hacia el amor romántico, no hacia la posibilidad del amor porque –aclara con franqueza– eso es innegable. Balladares, antologada con su poema al amor lésbico, dice que dejar las prácticas del amor romántico “hace que podamos vivir el amor con más franqueza, con más honestidad”.

Carla Badillo Coronado aparece en las primeras páginas de este pequeño ‘Artefacto’ con ‘Poema a un muerto sin tumba’, escrito cuando tenía 21 años, hace casi una década. Lo que le interesa es que “nada quede intacto tras la lectura, porque la experiencia poética para mí debe ser eso: perturbación, así como lo es la belleza o el mismo amor”.
En cada verso de ‘Poema a un muerto sin tumba’ hay una ironía dentro de otra gran ironía que es el poema mismo. “Su naturaleza e intención —aún siendo necrológica o un tanto sádica— es sumamente pura, y muestra un grado inmenso de amor”, dice Badillo.

Andrés Villalba Becdach, ‘Tush’, tiene en Arrarrau... su poema ‘Colojumos’, del que dice estar un poco arrepentido. Es un texto al que lo identifica con “odio puro y duro contra la quiteñidad, contra las quiteñas. No quise escribir eso, pero simplemente salió. Está publicado en mi último libro, pero la verdad no pensaba darle mayor bola y para colmo ahora lo publican acá. Qué riesgo. Pudor infinito, pudor en el bolsillo”, dice el ‘Tush’, quien hace algunos años leyó de Mario Montalbetti un verso que lo estoqueó: “No hay más amor que el perdido amor ni más tristeza que el amor que habrá...”. Cree, desde entonces, que no puede decir nada más al respecto.

“Quizá entender que esa vaina es un paraíso del parasitismo –dice Villalba sobre el amor–. Una fuerza conservadora de ausencias. Un lenguaje cargado de perversas intenciones que habla de aquello que siempre se escapa. Nos recuerda todos nuestros emprendimientos fallidos, ya que expresa la esencia de lo que no poseemos. De lo que tuvimos y a propósito perdimos: es el devenir del fracaso. Claudicar en la vida sin posibilidad de apuntalarse. Por eso no hay nada más decoroso que buscar el fracaso. Donde siempre somos culpables y somos todas nuestras bestias a la vez. ‘Si el amor es la respuesta, ¿me podrías repetir la pregunta?’, decía un grafiti hace años...”.

Fernando Escobar Páez entra en Arrarrau... con el poema ‘Tu retorno con aliento a peluche, biberón y verga ajena’. Dice nunca haber escrito sobre amor y no cree que lo haga nunca, sin embargo, la venganza le apasiona. “Yo –dice Escobar– siempre he escrito contra alguien, jamás he escrito para alguien. Si funciono para escribir tengo que estar muy perturbado emocionalmente y bajo el influjo de diversas sustancias... se podría decir que soy una especie de escritor de pelea, la tranquilidad o la felicidad no me sirven como material... me limito a disfrutarlas y no me interesa arruinar las cosas buenas de la vida escribiendo sobre ellas, que si lo hiciera de seguro las cago”.

‘Escena final de Brokeback mountain’, del poeta Roy Sigüenza –el único que no integra esta generación de Arrarrau... por fechas– describe al amor homosexual, “con la posibilidad de ser un amor de hombres, no porque rescate un tipo de masculinidad, sino que humaniza la posibilidad del amor”, dice María Auxiliadora Balladares.

Luis Borja Corral, Marialuz Albuja, Yuliana Marcillo, Javier Cevallos Perugachi, Karla Armas, Juan Pablo Crespo y Aleyda Quevedo son los otros autores que están en la antología. De los 13 poetas de Arrarrau... dos están muertos: Dina Bellrham y Kelver Ax, seres de esta misma generación que pasaron por la literatura con el mismo desaliento hacia el amor romántico. (I)

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